ATAQUE A UCRANIA

“Putin está convencido de que Ucrania no tiene derecho a ser un país independiente”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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De nada sirvieron las afirmaciones del presidente ruso, Vladimir Putin, en el sentido de que no invadiría Ucrania. El 23 de febrero Rusia empezó lo que su líder definió como una “operación militar especial” en el Donbás, la región de Ucrania oriental fronteriza con Rusia. La operación, sin embargo, no se limitó a esa zona de población mayoritaria rusa: hubo ataques en distintos puntos del país, incluso en lugares cercanos a Kiev, la capital nacional de Ucrania.

No es que hayan faltado señales de que Putin tarde o temprano se lanzaría contra Ucrania. Las más importantes fueron las propias afirmaciones del presidente de que Ucrania no es un verdadero país sino una parte histórica de Rusia. Sin embargo, una y otra vez Putin declaró que no invadiría Ucrania y que las advertencias de una posible invasión eran solo una campaña de propaganda del gobierno de Estados Unidos.

Putin cambió de postura sin mucha explicación. Dijo que había un genocidio de millones de personas en Ucrania, muchas de ellas ciudadanos rusos, aunque no presentó pruebas, y reconoció a las dos repúblicas separatistas, Donetsk y Lugansk. Posteriormente comenzó la intervención militar.

La operación militar es una violación del derecho internacional. Las condenas de los países democráticos a la acción rusa han sido casi unánimes. Solamente países autoritarios, como Venezuela y Cuba, han respaldado a Rusia en su acción. Pero cuidado, China, la segunda mayor potencia económica del mundo, si bien no ha apoyado abiertamente la invasión, responsabiliza a Estados Unidos de la situación por haber proporcionado armas al gobierno de Ucrania generando un problema de seguridad para Rusia. Quizá China piensa que tarde o temprano usará tropas para tomar por la fuerza la isla de Taiwán. Por lo pronto, el veto de Rusia y de China garantiza que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no pueda tomar ninguna decisión punitiva contra Rusia.

Nacionalismo

Ni Estados Unidos ni los países de Europa occidental están ofreciendo mandar tropas a Ucrania. Saben que una operación de ese tipo estaría condenada al fracaso. La cercanía le da a Rusia una ventaja logística en Ucrania imposible de superar. Por eso el presidente estadunidense, Joe Biden, y los gobernantes de Europa occidental solo han anunciado sanciones económicas. Pero estas no serán eficaces, no para detener una invasión.

El gobierno estadunidense le ha impuesto sanciones a Cuba desde 1960, que lejos de debilitar el gobierno de Fidel Castro y sus sucesores lo han fortalecido. Muchas de las sanciones, por otra parte, pueden afectar más a quienes las imponen. Alemania ha suspendido la entrada en funciones del gasoducto Nord Stream 2; si bien es cierto que Rusia dejará de recibir ingresos por el gas, Alemania pierde el acceso a un combustible muy importante. Las sanciones serán particularmente infructuosas en este caso por la vecindad de Rusia y China. China simplemente reemplazará a los países occidentales en el mercado ruso.

Al presidente Putin, sin embargo, poco le importan las cuestiones económicas. La invasión de Ucrania no es un intento por tener acceso a los recursos minerales y económicos de ese país. Es una decisión ideológica. Putin está convencido de que Ucrania no tiene derecho a ser un país independiente. Es, según él, una simple provincia rusa. Y ante las consideraciones nacionalistas los temas económicos tienen poca importancia.