BUSCAR LA INNOVACIÓN

“Cada país tiene ventajas comparativas que debe aprovechar, en lugar de tratar de producir todo”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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El futuro es de quien lo trabaja, de quienes tienen capacidad de innovar. Esto siempre ha sido claro, pero hoy lo es más que nunca.

La pandemia, con su saldo trágico, cambia de manera radical la manera de vivir, trabajar, hacer negocios y estudiar. Solo quienes saben enfrentar sus retos podrán decir que les vino como anillo al dedo.

Sin embargo en México parece que siempre vamos contra las tendencias globales. En lugar de volver más flexible nuestra economía, más adepta al cambio y a la innovación, nuestros políticos tratan de hacerla más rígida. El resultado no será bueno.

En todo el mundo se experimentan nuevas formas de contratación. Las plataformas digitales abren oportunidades antes impensables. Amazon transformó la forma en que compramos. Uber, Cabify y Didi han hecho lo mismo con la manera en que nos transportamos. La pandemia obligó a millones a laborar desde casa pero ya antes las oficinas virtuales habían hecho posible tener sedes empresariales que se utilizan solo cuando son estrictamente necesarias. Los sistemas de teleconferencias permitieron organizar reuniones sin presencia física.

Antes se necesitaban de cinco a diez años para desarrollar una vacuna. Las empresas farmacéuticas trabajaban en ínsulas aisladas por temor a perder el control de sus patentes. La pandemia, sin embargo, impulsó una revolución. Menos de un año después de detectar el SARS-CoV-2 ya teníamos no una sino varias vacunas. Esto se logró en parte por el levantamiento de muchas de las restricciones gubernamentales al trabajo farmacéutico, particularmente a las pruebas para aprobar un fármaco, pero también por el hecho de que las farmacéuticas se involucraron en un trabajo colaborativo que antes rehuían.

Pasado

La subcontratación alcanza una inusitada intensidad. Pfizer, por ejemplo, subcontrató a la firma alemana BioNTech, con mayores avances que ella en tecnología de ARNm, para producir con rapidez una vacuna contra el Covid-19. Las grandes empresas farmacéuticas, además, subcontrataron a firmas maquiladoras en distintos lugares del mundo para acelerar la manufactura de las nuevas vacunas.

En México, sin embargo, el gobierno aspira a regresar a un pasado que nunca fue el paraíso que pretende. Mantiene un discurso de recuperar la autosuficiencia, lo cual no solo es imposible sino indeseable. La experiencia y la teoría económica demuestran que la forma de generar una mayor provisión de cualquier producto o servicio es adquirirlo de los productores más eficientes, sin importar su ubicación. David Ricardo encontró a principios del siglo XIX que cada país tiene ventajas comparativas que debe aprovechar, en lugar de tratar de producir todo en un vano intento por ser autosuficiente.

La prohibición de la subcontratación en un momento en que esta se vuelve cada vez más común en el mundo borrará una parte importante de la flexibilidad laboral en México. También tendrán consecuencias negativas las prohibiciones a la fractura hidráulica en la producción de hidrocarburos y a los productos genéticamente modificados o a los herbicidas avanzados, como el glifosato en agricultura.

Al presidente López Obrador le gusta decir “Prohibido prohibir”, frase que refleja su parte liberal, incluso libertaria. Es una lástima que en términos prácticos su gobierno haya preferido prohibir de manera sistemática. Es exactamente lo contrario que deberíamos hacer en un país que necesita innovar para avanzar.