ESTEBAN Y LA MASCARILLA

Con el paso del tiempo la importancia del uso de las mascarillas se ha hecho más clara.

Sergio Sarmiento
Columnas
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El secretario de Educación, Esteban Moctezuma, acudió este 14 de octubre al Senado para una comparecencia. El presidente de la cámara alta, Eduardo Ramírez Aguilar, le pidió quitarse el cubrebocas para que los legisladores pudieran escucharlo con mayor claridad. Moctezuma respondió que no se había quitado la mascarilla desde el inicio de la pandemia, pero que estaría dispuesto a hacerlo si era necesario. Añadió: “Las normas que impulsamos para el regreso a clases, cuando sea posible, vamos a considerar el uso del cubrebocas obligatorio, y lo mejor es el ejemplo: por eso es que no me lo quito”.

La respuesta del secretario me pareció digna y valiente. Sí es importante el ejemplo. Es verdad que la distancia a la que se encontraba Moctezuma de los senadores era suficiente como para no requerir una mascarilla. Sin embargo es cierto también lo que dice el secretario. El ejemplo es importante.

Sin duda las mascarillas se han convertido en una especie de bandera política en estos tiempos de pandemia. Por eso cuando el presidente Donald Trump, de Estados Unidos, regresó a la Casa Blanca del Hospital Walter Reed en el que estuvo internado por Covid, salió a uno de los balcones de la residencia y en un gesto mediático se quitó la mascarilla enfrente de los reporteros y las cámaras. Para Trump, y para muchos de sus seguidores, el cubrebocas es una imposición que el individuo no debe aceptar.

Ni la Organización Mundial de la Salud ni otras instituciones de defensa contra las epidemias, como el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, recomendaban el uso de las mascarillas en el principio de la pandemia. La gran preocupación era generar una gran demanda de estos adminículos y dejar sin protección a los trabajadores de la salud, quienes verdaderamente los necesitan.

Con el paso del tiempo, sin embargo, la importancia de su uso se ha hecho más clara. Por ejemplo, el estudio de Renyi Zhang y de su equipo de la Universidad de Texas A&M, con el apoyo del recientemente fallecido Mario Molina, señala que el mayor curso de transmisión del SARS-CoV-2, el coronavirus que produce el Covid-19, es el aire, al contrario de otras infecciones de virus —como la influenza— que se contagian en buena medida a través de las manos o de superficies. Son muchos ya los estudios que sugieren que el uso de mascarilla es la forma más eficaz de impedir los contagios o de reducir cuando menos la carga viral que estos conllevan.

Mensaje

Al presidente López Obrador le preguntaron en la mañanera del 15 de octubre sobre esta decisión de Moctezuma y la suya propia de no usar mascarilla en las conferencias de prensa y otras presentaciones públicas. “Es buena su recomendación —dijo—, nada más que si guarda uno la sana distancia no hace falta. Eso es lo que me han dicho los especialistas, los expertos. Entonces yo me ajusto a eso. Y soy respetuoso de la opinión de cada quien”.

Tiene razón el presidente. No necesita portar un cubrebocas si está a varios metros de distancia de los reporteros que le hacen preguntas. Pero también tiene razón el secretario de Educación. Lo que importa es el ejemplo. Y si la Secretaría de Educación Pública quiere hacer obligatorio el uso de las mascarillas cuando se reanuden las clases presenciales resulta importante que el propio secretario dé el ejemplo.

El presidente quizá podría lograr dar ese ejemplo sin tener que usar una mascarilla en una conferencia de prensa diaria de más de dos o tres horas. Él podría llegar a la conferencia con cubrebocas, por ejemplo, para luego quitárselo cuando llegara el momento de hacer su exposición inicial. De esta manera mandaría el mensaje de que, al igual que su secretario de Educación, está interesado en la salud pública. Sería el mensaje de un gobernante que entiende que hay que trabajar y echar a andar la economía, pero que al mismo tiempo promueve hábitos que preserven la salud de la población.