GOLPE Y DESTITUCIÓN

“En Perú el sistema de gobierno genera inestabilidad política”.

Sergio Sarmiento
Columnas
SARMIENTO : PERÚ Y LA DESTITUCIÓN

Acorralado, unas horas antes de que el Congreso realizara un tercer intento por destituirlo por “incapacidad moral”, al presidente de Perú, Pedro Castillo, se le hizo fácil tratar de evitar su suerte impulsando un golpe de Estado: el 7 de diciembre emitió un decreto para disolver el Congreso, establecer un estado de excepción e imponer un toque de queda.

Tanto la policía como las Fuerzas Armadas, sin embargo, se negaron a acatar las órdenes golpistas. La vicepresidenta Dina Boluarte declaró: “Rechazo la decisión de Castillo de perpetrar el quiebre del orden constitucional”.

El Congreso, que en dos ocasiones había fracasado en el intento de reunir los votos para el juicio político, destituyó entonces al presidente con 101 votos a favor, seis en contra y diez abstenciones.

Boluarte tomó protesta el mismo 7 de diciembre como nueva presidenta, la primera mujer en la historia en ocupar el cargo.

Perú cuenta con una democracia sana, pero su sistema de gobierno genera inestabilidad política. En 2016 el economista liberal Pedro Pablo Kuczynski fue electo presidente, pero dos años después se vio obligado a renunciar. Martín Vizcarra, su vicepresidente, asumió la jefatura del Estado, pero en noviembre de 2020 el Congreso lo destituyó también por incapacidad moral. Manuel Merino asumió la presidencia, pero se vio obligado a renunciar unos días después. Francisco Sagasti desempeñó el cargo de presidente hasta la elección en 2021 de Pedro Castillo, quien ahora ha sido destituido por incapacidad moral. El sistema político de Perú no está hecho para generar gobiernos estables.

El gobierno de México no supo reaccionar ante los problemas políticos de Castillo y, de hecho, llevó a cabo una intervención indebida en los asuntos internos de esa nación.

Reconsiderar

Debido a que el Congreso peruano le negó el permiso de viaje a Castillo, el presidente López Obrador decidió suspender la reunión cumbre de la Alianza del Pacífico que se llevaría a cabo en la Ciudad de México el 25 de noviembre y en la cual nuestro país entregaría la presidencia de la organización a Perú. AMLO dijo que había tomado esa decisión porque “era muy grosero y antidiplomático y sin ningún cuidado de las formas el que no le hayan dado autorización (a Castillo) para asistir a una reunión donde Perú recibirá la presidencia” de la alianza.

“No le dieron permiso, no lo han dejado gobernar”, afirmó. Si hubiera llevado a cabo la reunión, añadió, “estaría avalando esas actitudes de intolerancia”.

Los presidentes Gabriel Boric, de Chile, y Gustavo Petro, de Colombia, ya no pudieron cancelar sus viajes y realizaron visitas bilaterales a México.

López Obrador propuso que la reunión cumbre se llevara a cabo en Perú el 14 de diciembre. Buscaba darle un respaldo a Castillo quien, sin embargo, no logró permanecer en el cargo el tiempo suficiente.

No hay duda de que los peruanos deben reconsiderar un sistema político que no ha dejado gobernar a ninguno de sus mandatarios en los últimos años. A ningún país le conviene tener un régimen en el que los presidentes renuncian o son destituidos con tanta facilidad.

El presidente López Obrador, sin embargo, debe aprender a respetar los principios de la política exterior mexicana. Si bien le rinde pleitesía constante a la doctrina de no intervención en los asuntos internos de otros países, lo hace constantemente para apoyar a quienes considera sus amigos, como Evo Morales en Bolivia, Donald Trump en Estados Unidos, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Pedro Castillo en Perú.