INCÓMODOS GRINGOS

“Se tomó la decisión de que López Obrador vaya a Washington en julio”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Los políticos mexicanos siempre han sacado provecho de criticar a Estados Unidos. Los “gringos” son vecinos incómodos que nos humillan por su prosperidad, la cual atribuimos a mil factores, pero no a su sistema económico de libertad de inversión, derechos de propiedad y Estado de Derecho. Por eso el presidente López Obrador tomó con tanta facilidad la decisión de no asistir a la Cumbre de las Américas que el mandatario estadunidense Joe Biden organizó en Los Ángeles en parte para aprovechar la popularidad de AMLO en su esfuerzo por mantener el control del Congreso en las elecciones intermedias de noviembre. Un desdén a los gringos es siempre aplaudido por el pueblo de México. En las negociaciones entre los dos equipos, sin embargo, se tomó la decisión de que López Obrador vaya a Washington en julio. Dice Andrés Manuel que irá a pedirle a Biden que se establezca una “unión americana” inspirada en la Unión Europea, lo cual sería inaceptable para casi todos los países del continente. Biden, más realista, busca simplemente el voto mexicano-estadunidense. Biden ha mantenido hasta ahora una posición muy diplomática ante López Obrador, pero algunos de sus funcionarios han estado tomando notas de los agravios del presidente mexicano. Entre estos se encuentra la visita a Donald Trump en el verano de 2020 para “celebrar” el TMEC, pero que pretendía más bien fortalecer la posición de Trump con los votantes estadunidenses de origen mexicano. Quizá la posición más dolorosa para Biden fue la negativa de López Obrador de felicitarlo a tiempo por su triunfo, con lo que respaldaba la falsa posición de Trump de que había sufrido un fraude electoral. Buscar acuerdos A pesar de que en varias ocasiones el presidente mexicano ha señalado su amistad y admiración por Trump, hay en realidad más intereses en común del gobierno mexicano con los demócratas que con los republicanos. Uno de los puntos en que López Obrador le ha servido a Biden, por ejemplo, es en la demanda civil contra los fabricantes de armas estadunidenses, a quienes culpa de la violencia en México. Esta es una demanda que Biden no habría podido presentar en Estados Unidos, pero a la que López Obrador se ha lanzado sin chistar y que beneficia a los demócratas que buscan limitar la libre venta de armas en su país. López Obrador, por otra parte, le sigue proporcionando a Estados Unidos un valiosísimo servicio como policía migratoria. No es un papel que haya buscado originalmente AMLO, quien cuando era presidente electo afirmó que abriría las puertas de México para que los migrantes pudieran atravesar el país camino a la Unión Americana. Modificó su posición por las amenazas de Trump. Hoy México usa la Guardia Nacional para impedir la migración a Estados Unidos y sin cobrarle nada a Washington. Trump ya no está, pero Biden sin duda lo agradece, aunque no pueda reconocerlo públicamente porque se supone que es más liberal que Trump en el tema migratorio. La inmigración no es popular entre los votantes estadunidenses. Al presidente López Obrador le ha funcionado quejarse de que Biden no quiso invitar a los dictadores latinoamericanos a su cumbre. Sin embargo, él y Biden están condenados a buscar acuerdos. Los están negociando ya y los darán a conocer en Washington en julio. Quizás a los políticos les convenga políticamente quejarse del vecino, pero a final de cuentas nuestros dos países están condenados a convivir.