LA SANTA INQUISICIÓN

“Los protocolos diplomáticos existen para evitar disputas innecesarias”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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No debería ser motivo de gran atención periodística el nombramiento de un embajador mexicano a Panamá. El que lo haya sido en estas últimas semanas es indicativo de que algo se hizo muy mal… o de que el presidente López Obrador quería crear una de esas controversias que él piensa lo ayudan a promoverse políticamente.

El protocolo diplomático para el nombramiento de embajadores establece que primero se comunica el nombre de manera privada al gobierno anfitrión y este otorga el beneplácito. Solo entonces se hace el anuncio público y se procede a la ratificación legislativa.

A López Obrador, sin embargo, no le gusta seguir las reglas. Muchas de sus designaciones de embajadores las ha dado a conocer en sus conferencias de prensa, sin molestarse en consultar primero al país anfitrión. Por eso hemos visto ya desencuentros.

El gobierno de España, por ejemplo, se tomó cinco meses en aceptar al exgobernador priista de Sinaloa, Quirino Ordaz, como embajador, lo cual revela cuando menos la incomodidad de Madrid. Panamá le comunicó al gobierno de México que no le daría el beneplácito a Pedro Salmerón, el historiador acusado de acoso sexual en el ITAM y que calificó de “valientes” a los guerrilleros que secuestraron y asesinaron al empresario mexicano Eugenio Garza Sada en la década de 1970.

Érika Mouynes, la canciller panameña, una mujer progresista y feminista, se atuvo a los protocolos cuando declaró a un grupo de periodistas que ya se había enviado una respuesta al gobierno de México por los canales legales, pero sin dar a conocer la decisión. El presidente López Obrador, sin embargo, cuestionó públicamente la posición del gobierno panameño, violando una vez más los protocolos. Además, descalificó a la canciller Mouynes en lo personal, equiparándola con la “Santa Inquisición”. Después, volvió a violar los protocolos al anunciar que nombraría a la comediante y senadora suplente Jesusa Rodríguez como embajadora, sin consultar primero, una vez más, al gobierno panameño.

Descalificaciones

Los protocolos diplomáticos existen para evitar disputas innecesarias. Quizás al presidente López Obrador no le gusten, pero violarlos lastima la relación entre los países. Descalificar gratuitamente a la canciller panameña ha sido un insulto al gobierno y el pueblo de Panamá. Lo externó el expresidente panameño Ernesto Pérez Balladares: “La actitud del señor López Obrador en cuanto a la designación de su representante en nuestro país es infantil. Somos un país pequeño, pero digno y valiente”.

Las designaciones de amigos y aliados a puestos diplomáticos han sido también una descalificación al Servicio Exterior Mexicano. Es verdad que gobiernos anteriores también lo hacían, pero López Obrador ha declarado constantemente: “Nosotros no somos iguales”. El propio AMLO afirmó en su Proyecto de Nación 2018-2024 que no seguiría el rumbo frívolo de sus predecesores en la Presidencia. “Al ser un instrumento de suma importancia, no debe continuarse con la política de nombrar a políticos en desgracia o amigos como embajadores y cónsules, cuando a la vez se exige a los diplomáticos de carrera una formación sólida para su ingreso y su ascenso es por medio de concursos de oposición”.

Estoy completamente de acuerdo con el López Obrador que redactó o aprobó este Proyecto de Nación. Ojalá el presidente recordara lo que él mismo prometió como candidato.