LOS APAGONES Y LA POLÍTICA

Sergio Sarmiento
Columnas
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El apagón del 16 y 17 de febrero en nuestro país genera mucho debate político. El presidente Andrés Manuel López Obrador prometió en varias ocasiones, después de las fallas eléctricas de 2019 en Yucatán y el gran apagón del 28 de diciembre de 2020, que ya no habría apagones. Era inevitable que llovieran críticas a su política energética con la extensa falla de este febrero, especialmente porque el Congreso analiza su iniciativa preferente para modificar la Ley de la Industria Eléctrica.

En su conferencia de prensa del 18 de febrero el mandatario se quejó de que, si bien el problema se originó en Estados Unidos, y más precisamente en Texas, todo el cuestionamiento ha sido a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y al gobierno de México.

Incluso se refirió a “un expresidente”, Felipe Calderón, por cuestionar la política energética de su gobierno tras los varios apagones que se han registrado en el país.

Tiene razón AMLO. El apagón del 16 y 17 de febrero pasado tiene causas distintas a los de 2019 y 2020. El origen, efectivamente, es la tormenta invernal que afectó el centro-sur de Estados Unidos e interrumpió no solo el servicio de electricidad en Texas sino la capacidad de exportar gas a México. Las plantas generadoras de ciclo combinado de México dependen del gas de Texas. El problema se agravó cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, prohibió el 17 de febrero y hasta el día 21 las exportaciones de gas texano tanto a otros países como a otras entidades de la Unión Americana.

El presidente nunca debió haber prometido que no habría ya apagones. Nadie puede comprometerse a lo imposible. Muchos factores pueden ocasionar fallas en los sistemas de electricidad. Lo vemos incluso en un país desarrollado como Estados Unidos. Además de los apagones de este mes de febrero en Texas, en el verano pasado hubo fallas muy importantes en California.

Diversificación

Esto no quiere decir que no se puedan tomar medidas para reducir el riesgo de futuros apagones. La más importante es diversificar las fuentes de generación y las líneas de transmisión. Cuando muchas empresas producen electricidad con diferentes tecnologías y se tienen redes distintas de transmisión es mucho más difícil que un problema en particular afecte a todo el sistema.

En el caso de México el apagón de febrero fue en buena medida producto de la dependencia de nuestro país respecto del gas natural de Texas. Esta no necesariamente debería existir. Es lógico que Pemex haya dedicado su inversión durante años al petróleo, que es mucho más rentable que el gas, pero muchos empresarios privados podrían invertir en gas; para eso es indispensable permitir la inversión privada y, además, utilizar el fracking, la tecnología que permite extraer gas natural a buen precio en Texas, pero que en México está prohibida. En México, por otra parte, se habían proyectado varios centros de almacenaje de gas natural ya que en la actualidad no tenemos reservas, pero el gobierno de López Obrador los canceló.

Tiene razón el presidente al cuestionar la politización de los apagones. Pero también debe entender que muchas de las medidas de la iniciativa para enmendar la Ley de la Industria Eléctrica tendrían consecuencias negativas. No nos conviene concentrar toda la industria en una sola empresa. Debemos buscar una mayor diversificación. Esto no garantizará que nunca haya apagones pero sí reducirá las posibilidades de que se registren.