OPORTUNIDAD PERDIDA

“Un retroceso importante en el sueño de un país más próspero”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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México tiene una enorme oportunidad. Las crecientes diferencias entre Estados Unidos y China, así como la invasión de Ucrania por Rusia, nos han convertido en un país potencialmente muy atractivo para las inversiones internacionales. El Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), la red de otros acuerdos comerciales de nuestro país y los problemas de logística de la producción china generados por la pandemia y los altos precios de los combustibles nos vuelven un destino ideal para un proceso de reubicación de inversiones que ya se desarrolla.

El país tiene todas las condiciones para lograr en los próximos años ese despegue que hemos estado buscando infructuosamente desde hace décadas. Pero nosotros mismos estamos empeñados en arruinarnos esta gran oportunidad.

Las primeras medidas en este sentido fueron la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, lo que significó tirar a la basura una inversión de cuando menos 100 mil millones de pesos, para construir un aeropuerto lejano a la CDMX, con escasa conectividad terrestre y ninguna posibilidad de convertir a México en un centro de conexiones internacionales.

Por su lado, la cancelación de la planta cervecera de Constellation Brands de Mexicali, un proyecto de mil 400 millones de dólares que tenía manifestación de impacto ambiental y aportaba todos los demás requisitos de ley, mandó el mensaje a los inversionistas de que cumplir con lo que dice la legislación no evitará que en México la autoridad cancele una obra por razones políticas después de que los accionistas invirtieron cientos de millones de dólares.

A estas decisiones siguieron las restricciones a la importación de gasolina y gas por empresas privadas, los rechazos a la inversión privada en nuevas plantas de electricidad y la cancelación de los permisos de interconexión de algunas generadoras ya existentes, como ocurrió en Monterrey. Estas medidas se tomaron para favorecer indebidamente a Pemex y a la CFE, dos ineficientes monopolios gubernamentales, en violación a las reglas del TMEC y de otros tratados comerciales que no permiten que se dé ese trato de privilegio a ninguna empresa.

Sanciones

Las autoridades comerciales estadunidenses tomaron la única decisión posible al pedir consultas al gobierno mexicano sobre estas violaciones al TMEC. Es su obligación porque precisamente firmaron el tratado para garantizar una cancha pareja para las empresas de su país. Si México no acepta eliminar el trato discriminatorio, el gobierno de Estados Unidos tendrá que recurrir a un proceso de resolución de controversias; y como es claro que nuestro país ha violado las estipulaciones del TMEC, se nos aplicarán sanciones muy fuertes.

El proceso puede llevar incluso a la salida de México del TMEC y de otros tratados comerciales, lo cual nos hará perder buena parte de las ventajas competitivas que volvían a nuestro país un destino atractivo de la inversión productiva.

La situación es muy triste porque México estaba en posibilidad de atraer muchas de las inversiones que quieren salir de China, pero nuestro gobierno parece empeñado en destruir nuestras ventajas competitivas. El resultado será dejarnos con menos inversiones, menos crecimiento y menos creación de empleos. Esto no es una transformación, sino un retroceso importante en el sueño de convertirnos en un país más próspero. Tendremos que seguir apostando a expulsar trabajadores a Estados Unidos y a esperar que nos manden remesas.