PARA LA RECUPERACIÓN

Sergio Sarmiento
Columnas
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Sin duda 2020 será el peor año en la salud y la economía de México y el mundo en mucho tiempo. Sufrimos la peor pandemia desde 1918 y la peor crisis económica desde 1932. Más de 82 mil personas han muerto de Covid en México, según cifras oficiales. Por otra parte se espera que nuestro país tenga una contracción económica de cuando menos 10% este año.

Otros países del mundo aplican programas de gasto gubernamental muy importantes para tratar de forzar una recuperación económica. El presidente López Obrador lo descarta, ante una lluvia de críticas, pero quizá tiene razón. Los rescates y subsidios a las empresas no necesariamente generan una recuperación económica sana. Las naciones que más han recurrido a estos programas no están teniendo un mayor crecimiento que otras. Lo correcto es apoyar a quienes menos tienen, a quienes están perdiendo empleos. Las ayudas a las compañías distorsionan los mercados y terminan beneficiando a unos cuantos grandes empresarios.

Pero si bien se entiende la propuesta de no usar dinero público para salvar a las empresas es importante que el gobierno deje de imponerles obstáculos innecesarios. Los cierres forzados no solo ayudaron a detener la propagación del coronavirus sino que generaron ya pérdidas muy importantes en las compañías, muchas de las cuales no sobrevivieron. Los grandes consorcios sí tenían la capacidad para enfrentar el cierre obligado, pero miles de pequeños negocios, principalmente restaurantes y bares, no pudieron seguir pagando sus gastos y tuvieron que cerrar. Esto deja sin empleo a cientos de miles de trabajadores.

Incluso hoy, que ya empezaron a abrirse los negocios, el gobierno sigue imponiendo restricciones. Por razones ideológicas, por ejemplo, limita de manera arbitraria el funcionamiento de las empresas que producen energías renovables. También ha suspendido una serie de trámites hasta el próximo año, con la excusa de la pandemia. Se han cancelado así las evaluaciones de impacto social de la Secretaría de Energía, lo cual hace imposible llevar a cabo nuevos proyectos de inversión en energía en lo que resta del año. En el Sistema de Administración Tributaria las dificultades para obtener una firma electrónica se multiplicaron en estos últimos tiempos. El trámite debe ser presencial, incluso en la pandemia, pero no hay citas suficientes para quienes desean obtener la firma y empezar a pagar impuestos.

Eliminar restricciones

Dice la sabiduría popular que mucho ayuda el que no estorba. Tal vez sea correcto que el gobierno federal haya tomado la decisión de no utilizar escasos recursos públicos para apoyar a empresas, como lo están haciendo, con un enorme costo a los contribuyentes y nueva deuda, tantos gobiernos del mundo. Pero el gobierno de la República debe tomar medidas extraordinarias para eliminar los obstáculos que se ponen a la operación de las empresas. Es una solución fácil, barata y eficaz.

El gobierno tiene la responsabilidad de regular de manera eficiente los mercados, pero las empresas tienen la obligación de sobrevivir y de preservar los empleos y la prosperidad que generan.

Para que puedan lograrlo es indispensable que el gobierno deje de ser una barrera a la inversión y a la operación de las empresas. Eliminar restricciones tendrá más relevancia para la recuperación que el mayor programa de ayuda que pueda ofrecer el gobierno.