REFORMA DE PENSIONES

El gobierno debe evitar que la inversión y el trabajo se desvíen hacia la informalidad.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Desde hace mucho tiempo sabíamos que el sistema de pensiones tenía que reformarse. La enorme mayoría de los trabajadores no podía conseguir una jubilación digna porque las aportaciones a las Afores simplemente no eran suficientes.

Un grupo de militantes de Morena buscaba eliminar completamente el sistema de cuentas individuales, las Afores, y estatizarlo. Esto lo hizo previamente Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, pero la acción no fue más que un robo, ya que el gobierno se quedó con el dinero de los trabajadores para financiar su operación.

Al final, la solución que presenta el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es mucho más sensata. Reconoce la necesidad de incrementar las aportaciones, por lo que las sube en total de 6 a 15% de los salarios; pide a las administradoras de las Afores que bajen sus comisiones de 1 a 0.7% de los fondos en promedio y reencauza las aportaciones gubernamentales para apoyar exclusivamente a quienes ganan menos de cuatro salarios mínimos.

Los trabajadores seguirán pagando el mismo porcentaje que hoy, 1.125% del salario, al igual que el gobierno, que cubrirá 0.225%. Las empresas, sin embargo, sufrirán una fuerte alza de 5.15 a 13.875%. El incremento se aplicará a lo largo de ocho años, lo que suavizará el golpe, pero no podemos cerrar los ojos al hecho de que la medida encarecerá de manera muy importante el costo de contratar a alguien en la economía formal.

Carga

En economía no hay soluciones mágicas. El problema de las pensiones es real, pero no puede resolverse sin generar daños colaterales. En este caso en particular todo el peso recaerá sobre las empresas. Una de las consecuencias será probablemente la reducción de la contratación de trabajadores formales. Los costos sociales de un empleo formal ya son demasiado altos en nuestro país y la reforma los hará todavía más elevados. Las empresas se verán obligadas a contratar menos personal o declararán sueldos inferiores a los que realmente pagan.

Si queremos buenas pensiones hay que financiarlas de manera sana. En otros países esto se logra con aportaciones importantes de patrones, trabajadores y gobierno. En México estamos dejando toda la carga a los patrones. A algunos les parece natural y justo, pero si las empresas deben trabajar con cargas fiscales y sociales demasiado elevadas no prosperarán, invertirán menos y crearán un número menor de empleos. Los puestos de trabajo que generen, por otra parte, tendrán salarios muy bajos, porque los impuestos y cargas sociales se comerán buena parte de los ingresos.

Para que México sea un país moderno y próspero es indispensable que tenga un sistema eficiente de pensiones. Las cuentas individuales, las Afores, son el sistema más sano en la actualidad. Pero las pensiones son también un lastre para la economía formal. Por eso es importante que el gobierno tome las medidas necesarias para evitar que la inversión y el trabajo se sigan desviando hacia la informalidad. Si permite que los negocios informales operen sin trabas, como ocurre cada vez más, y carga a las empresas formales con gravámenes crecientes, terminará por quebrantar la economía del país.

Si nadie paga impuestos, ni aportaciones a la seguridad social, el resultado será una economía en la que nadie quiera trabajar en la formalidad y en la que no haya recursos para pagar pensiones.