El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto sometió al Congreso un presupuesto que en lugar de subir, como lo ha venido haciendo constantemente desde 2010, baja en términos reales: hay una disminución en el gasto de 221 mil millones de pesos, que representan 5.8% del gasto programable.
Esto no es fácil. Los gobiernos se benefician de repartir dinero, promover inversiones y crear burocracias. Poco importa si el gasto público realmente cumple con sus funciones. Lo que ayuda al político es que haya gente que le deba directamente el empleo.
No creo, sin embargo, que el gobierno tenga muchas opciones en este momento. Ante la caída de los precios del petróleo las respuestas podían ser un aumento de impuestos, un incremento en la deuda pública o un recorte de gasto. El aumento de impuestos ya se ensayó en 2014 y las consecuencias fueron muy negativas para la economía nacional. La deuda se está elevando y lo seguirá haciendo mientras el sector público siga incurriendo en un déficit. Por lo menos en 2016 el aumento será menor que en años anteriores. Aun así la Secretaría de Hacienda ha pedido autorización al Congreso para contratar deuda neta por 535 mil millones de pesos y seis mil millones de dólares el año próximo. La reducción de gasto en 221 mil millones de pesos significa que cuando menos este monto no tendrá que convertirse en nueva deuda.
El gobierno está esperando que, a pesar del recorte en el gasto, la economía aumente su crecimiento. En 2015 se espera una expansión máxima de 2.5%, pero para 2016 proyecta entre 2.6 y 3.6%. ¿Es poco? Sí, por supuesto. México tiene la capacidad de crecer 5% al año o más. Pero cuando menos implicaría un aumento sobre el crecimiento obtenido en los tres primeros años de gobierno de Peña Nieto.
Futuro
No es fácil para México crecer en este momento. El precio del petróleo se ha desplomado junto al de todas las demás materias primas. Las exportaciones mexicanas muestran debilidad, con la excepción de la industria automotriz, que sigue en franco crecimiento ante la demanda estadounidense.
En un momento en que el desempeño del mercado externo se muestra decepcionante, la recuperación está llegando de un flanco olvidado: el mercado interno. El consumo de los mexicanos, que se replegó de manera muy importante con el aumento de impuestos de 2014, empieza ya a recuperarse. Las cifras de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), que son el indicador más oportuno del consumo, han venido ya mostrando aumentos significativos. En agosto pasado las ventas nominales a tiendas iguales lograron su mayor alza desde 2010, al registrar un crecimiento de 7.8% frente al mismo mes del año anterior. Esto significa una expansión real de 5% anual. Y mientras las ventas suben, la inflación baja. El índice de precios al consumidor medido por el INEGI aumentó solamente 2.59% en los doce meses terminados en agosto. Esta es la menor cifra jamás registrada en México.
A pesar de esto, el momento es complicado… y no solo para México. Canadá, Brasil, Argentina y Venezuela están en recesión por la caída en los precios de las materias primas. Europa está estancada. Estados Unidos tiene una recuperación, pero frágil.
México está creciendo poco, pero puede lograr más en el futuro si no incurre en los errores del pasado, como subir impuestos o aumentar la deuda en exceso.