Una legislatura más difícil

Una legislatura más difícil
Foto: NTX
Sergio Sarmiento
Columnas
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No será una Legislatura fácil para el presidente Enrique Peña Nieto. La LXII tuvo un lado fácil porque los principales partidos de oposición, PRD y PAN, estuvieron dispuestos a trabajar con el mandatario en el Pacto por México para lograr once reformas estructurales. No todas eran perfectas, pero cuando menos mostraron una voluntad de acuerdo inusitada en el mundo político mexicano.

La LXIII Legislatura será más complicada simplemente porque el PAN y el PRD pagaron un alto precio electoral como consecuencia de su colaboración con Peña Nieto.

Mucho se dice que los ciudadanos exigen que los políticos dejen de lado sus posiciones partidistas y lleguen a acuerdos para bien del país, pero el castigo al PAN y al PRD en las urnas tras su colaboración en el Pacto por México nos revela otra cosa.

El PAN ha comenzado esta nueva Legislatura con 108 diputados contra 114 de la LXII. Quizá no sean muchos menos, pero el mensaje de los electores parece claro: no es rentable para un partido de oposición dejar de ser oposición.

De 104 diputados de la LXII legislación, el partido del sol azteca pasó a tener solo 56 en la LXIII. Morena, de Andrés Manuel López Obrador, quien aprovechó el Pacto por México para separarse del PRD y formar su propio partido, se llevó 35 diputados en su primera elección.

Esta pérdida de presencia en la Cámara de Diputados ha llevado a cambios internos dentro del PAN y del PRD. El nuevo presidente panista, Ricardo Anaya, no ha perdido oportunidad para recalcar que el suyo será un periodo de oposición. Carlos Navarrete dejó la presidencia del PRD y es muy probable que la nueva dirección del partido sea más radical.

Tampoco parece que el presidente esté dispuesto a buscar acuerdos con la oposición. El cambio de gabinete de fines de agosto parecía más diseñado para fortalecer el control de su grupo más cercano que de abrir cargos a personas de fuera que lleguen a sumar. Las reformas ya se lograron. Ahora lo importante es preparar el campo para las próximas elecciones, las de 2018, en que panistas y perredistas seguirán siendo los grandes enemigos a derrotar.

Crecimiento

Es cierto que el presidente no cuenta con una mayoría absoluta priista que le permita gobernar con tranquilidad, pero si a los diputados del PRI se suman los del Partido Verde y los de Nueva Alianza (paradójicamente el partido formado por la maestra Elba Esther que permanece en la cárcel) Peña Nieto podrá conseguir las mayorías que necesita para aprobar presupuestos y cualquier iniciativa que no requiera de una modificación constitucional.

Más que nuevas reformas, Peña Nieto necesita acelerar el ritmo de crecimiento de la economía nacional. Para estas alturas del sexenio la economía ya debería estar creciendo cerca de 5% anual para alcanzar un ritmo de 6% al final del sexenio. En lugar de eso la economía se expande a un ritmo de apenas 2% anual.

En los próximos tres años el presidente Peña Nieto ya no contará con el respaldo que recibió del PRD y el PAN. Políticamente estos dos partidos tienen que mostrar una actitud de mayor oposición para conseguir votos para 2018. Pero tampoco el presidente podrá seguir evadiendo la responsabilidad de una economía que no crece. Peña Nieto ya logró las reformas que quería. Hoy tiene que demostrar que estas sí pueden promover un mayor crecimiento, aunque el precio del petróleo se haya desplomado.

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