El verano se quedó sin sus Juegos Olímpicos de Tokio 2020; sin los festines futbolísticos de la Eurocopa y la Copa América; sin el tenis sobre el césped de Wimbledon, y sin numerosos eventos de primer nivel que se esperaban en esta época del año.
Así que en medio de toda esta serie de cancelaciones deportivas hubo un torneo que brilló con intensidad, una bocanada de aliento deportivo que atrapó la mirada de miles de aficionados, ávidos de presenciar eventos de máximo nivel: la Champions League fue la gran excepción de los grandes certámenes cancelados a consecuencia del Covid-19.
Una efectiva burbuja se formó en Portugal para recibir a los mejores clubes del momento en una inédita lucha por conquistar la copa de clubes más prestigiosa en el Viejo Continente. Fueron 148 días de espera para que esta competencia se reactivara.
La adaptación a la nueva realidad, sin poder viajar de un país a otro con libertad y buscando la seguridad sanitaria de equipos y aficionados, optó por hacer una superfinal 8, donde se agruparon los equipos calificados a los cuartos de final en Lisboa. Aislados, con fuertes filtros sanitarios y exámenes continuos de detección de Covid, todos los partidos se disputaron a puerta cerrada.
Como sucedió con otros certámenes en diferentes deportes, se sacrificó el formato de ida y vuelta y todas las series se disputaron a un solo partido. Se permitieron cinco cambios, se incrementaron las plantillas a 23 jugadores, situaciones al estilo de un minimundial de futbol.
El resultado fue contar con una de las Champions más vistas a escala mundial.
La máquina demoledora del Bayern Munich, la gran decepción del Barcelona, la sorpresa de un Leipzig dejando fuera a un Atlético de Madrid o la del Manchester City cayendo ante el Olympique de Lyon. Partidos emocionantes que contagiaron a la distancia, pese a la falta de aficionados en las gradas para corear cada hazaña.
Apuestas
El Barcelona resultó humillado como pocas veces: un 8-2 ante el Munich los dejó sin ganar un torneo en la temporada por primera vez desde hace doce años. Ni Copa, ni Liga, ni Champions… Se habla del fin de una generación y muy posiblemente así sea. Lionel Messi mostró nuevamente que sin equipo a su alrededor se convierte en un mortal más de la cancha.
El Real Madrid quedó fuera de la Champions League en la fase de octavos de final por segundo año consecutivo. Pareciera que le apostaron todo a la Liga pero sacrificaron el certamen que más les gusta ganar. También fueron una decepción la Juventus de Cristiano Ronaldo y el Manchester City de Guardiola.
El Bayern fue una máquina vencedora desde la fase de grupos, donde ganó todos sus partidos con un promedio de más de cuatro goles por cada uno, con el polaco Robert Lewandowski y el alemán Serge Gnabry como fieras en el área para hacer anotaciones por docenas. Nada les cortó su gran futbol.
La Champions llega a su fin como ejemplo satisfactorio de adaptación a la situación global de la pandemia para explotar la mejor etapa de su competencia, asegurando la salud de los futbolistas y dándole la satisfacción a los aficionados de no ver sacrificada una de las alegrías del verano, marcado por la cancelación masiva de todas las atracciones que 2020 esperaba presenciar.