REVIVE EL TEMPLO DE AXAYÁCATL

Al interior de las Casas Viejas de Axayácatl ocurrieron algunos de los episodios decisivos en la conquista de México-Tenochtitlán.

Hector González
Cultura
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OliverSantana©

A unos pasos del Zócalo y de la Catedral Metropolitana arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron debajo de los pisos del Nacional Monte de Piedad vestigios del Palacio de Axayácatl, lugar donde Hernán Cortés capturó a Moctezuma en 1519.

Al interior de las Casas Viejas de Axayácatl ocurrieron algunos de los episodios decisivos de la conquista de México-Tenochtitlan, como la muerte del emperador Moctezuma Xocoyotzin, posiblemente el 29 de junio de 1520.

Gracias al descubrimiento y al hallazgo de los restos de una casa construida por órdenes de Cortés en el mismo predio los especialistas obtienen nueva información sobre aquel periodo.

Para los arqueólogos no es ningún misterio que bajo los pisos del Monte de Piedad, uno de los edificios emblemáticos del primer cuadro de Ciudad de México, se encuentren los cimientos del Palacio de Axayácatl.

Durante los últimos 20 años, en el marco de la remodelación de la estructura, expertos hallaron retazos de la antigua residencia del padre de Moctezuma II, cuyos descubrimientos más recientes se registraron durante las intervenciones arqueológicas que encabezaron Raúl Barrera Rodríguez y José María García Guerrero, responsable y colaborador del Programa de Arqueología Urbana (PAU), respectivamente.

Las labores de salvamento hasta ahora han dado como resultado el descubrimiento de pisos de lajas de basalto, los cuales debieron integrar parte de un espacio abierto del Palacio de Axayácatl, gobernante que dirigió los destinos de Tenochtitlán entre 1469 y 1481.

Asimismo, del periodo virreinal temprano (1521-1620 dC.) se registraron los restos de una casa ordenada por Cortés, espacio que también sería la sede del primer Cabildo de la Nueva España (hacia 1525) y del Marquesado del Valle de Oaxaca, concedido al conquistador cuatro años después.

El responsable del PAU, Raúl Barrera, y su colaborador José María García, explican que excavaron doce pozos de sondeo en torno del patio principal del Nacional Monte de Piedad, donde se efectuaban obras para reforzar las columnas que delimitan y soportan el primer nivel del edificio.

A través de los pozos se localizaron restos de un muro de piedra y argamasa (de 1.50 metros de alto por 1.25 m de ancho), el cual sirvió de cimiento y desplante para una serie de columnas del inmueble edificado hacia 1755, lo que permite deducir que el patio central fue originalmente más amplio. También en la sección oeste se encontraron desplantes: basas y un fuste de otras columnas de la época virreinal temprana.

Paredes con historia

Los investigadores reconocen que las principales sorpresas aparecieron en un cuarto adyacente donde ubicaron los restos de una habitación hecha con sillares de basalto y tezontle (de cinco por cuatro metros), cuyo desplante partía de un piso de lajas de basalto. Producto de los análisis, concluyen, puede afirmarse que se trata de la que fue morada de Hernán Cortés tras la conquista de Tenochtitlán en 1521.

Incluso más abajo, añade Barrera, se detectaron los restos de otro piso de lajas de basalto, pero de época prehispánica. Dadas sus características, sostiene, formó parte de un espacio abierto del antiguo Palacio de Axayácatl, probablemente un patio.

Para José María García los vestigios de la naciente época virreinal corresponden a materiales reutilizados de las Casas de Axayácatl que, al igual que otras estructuras del Recinto Sagrado de Tenochtitlán, fueron destruidas por los españoles y sus aliados indígenas casi hasta sus cimientos.

Ejemplo de ello es que empotrados en la fachada de una de las esquinas del cuarto colonial se detectaron dos sillares prehispánicos trabajados en altorrelieve que representan a Quetzalcóatl y un tocado de plumas que, especulan, debió pertenecer a un panel del Palacio de Axayácatl. También se registró otra escultura mexica con el glifo que simboliza el tianquiztli o mercado.

Raúl Barrera dice que los recientes descubrimientos en el Nacional Monte de Piedad muestran la destrucción a la que fueron sometidos los edificios principales de Tenochtitlán, tanto con fines simbólicos como prácticos.

Pese a la humildad de estos testigos, esos pisos prehispánicos fueron los mismos por los que deambularon los españoles y sus aliados a su llegada al corazón del imperio mexica, el 8 de noviembre de 1519.

Moctezuma II les permitió alojarse en las casas viejas que habían pertenecido a su padre y, al poco tiempo, las convirtieron en su cuartel. Una vez instalados adecuaron una habitación para dar misa y ahí mismo mantuvieron cautivos a varios gobernantes, empezando por quien fuera su anfitrión: Moctezuma Xocoyotzin. También a Cuitláhuac, señor de Iztapalapa; Cacamatzin, tlatoani de Texcoco, e Itzcuauhtzin, señor de Tlatelolco, entre otros.

Luego de que el 22 de mayo de 1520, por orden de Pedro de Alvarado, se suscitó la matanza de la fiesta de Tóxcatl en el Templo Mayor, los españoles se replegaron y regresaron al Palacio de Axayácatl. Ese hecho desató el enojo de los mexicas y, hacia finales de junio de ese año, sitiaron a los invasores en ese inmueble. Hernán Cortés quiso contener la furia a través de Moctezuma, quien desde la azotea intentó aplacarlos, pero los esfuerzos fueron en vano puesto que su hermano Cuitláhuac era el nuevo gobernante.

La noche del 30 de junio de 1520 los españoles huyeron a Tlaxcala por la calzada de Tlacopan (hoy Tacuba), dejando atrás las Casas Viejas de Axayácatl.

Tras la caída de Tenochtitlán los mexicas sobrevivientes fueron obligados a destruir con sus propias manos sus templos y palacios y, con los mismos materiales, a levantar la nueva ciudad. Las Casas Viejas de Axayácatl darían lugar a las Casas de Hernán de Cortés.

A la muerte del conquistador, en 1547, sus descendientes mantuvieron la propiedad. Martín Cortés Zúñiga, su hijo, heredó el marquesado, pero en 1566, al verse involucrado en una conspiración que pretendía apoderarse del gobierno de la Nueva España, fue expulsado del virreinato. Las casas y el extenso terreno quedaron en manos de un apoderado legal y, ya en malas condiciones, se vendieron al Sacro Monte de Piedad en 1836.