“CARLOS FUENTES Y OCTAVIO PAZ, ESENCIALES PARA MÉXICO”

MALVA FLORES

Hector González
Cultura
MÉXICO, D.F., 17ABRIL2014.- Gabriel García Marquez, premio Nobel de literatura, murió el día de hoy a los 87 años de edad por complicaciones en su salud. En la imagen el escritor colombiano departe con el tambien finado Carlos Fuentes, dos de las glorias de la literatura hispanoamericana, los escritores conversaban en la residencia de Francia en donde el autor de Aura fue condecorado por gobierno francés. En la imagen se observa a Silvia Lemus esposa de Fuentes. 
FOTO: ARCHIVO/ MOISÉS PABLO / CUARTOSCURO.COM
Moisés Pablo/Moisés Pablo

Si la segunda mitad del siglo XX mexicano tuvo dos grandes faros culturales, esos fueron Carlos Fuentes (1928-2012) y Octavio Paz (1914-1998): por medio de su obra y pensamiento se convirtieron en voces cuya resonancia encontraba eco más allá de las fronteras de nuestro país. No obstante la relación entre el autor de La región más transparente y el único Premio Nobel de Literatura (1990) mexicano no siempre fue tersa y mucho menos fácil.

Malva Flores (1961), poeta y ensayista, autora de Viaje de vuelta, El ocaso de los poetas intelectuales, dedicó buena parte de sus últimos años de trabajo a la investigación de Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad (Ariel), título por el que recientemente obtuvo el Premio Mazatlán de Literatura.

Para la escritora es todavía una sorpresa que ambas figuras aún despierten tanto interés en los lectores y el medio cultural. “Estoy asombrada”, reconoce Flores, pero asume que hoy faltan personajes de ese nivel “a los que acudir en momentos donde no vemos muy claro el futuro”.

Flores dice que Octavio Paz y Carlos Fuentes son esenciales para entender la segunda mitad del siglo XX y la literatura hispanoamericana. “Hoy estamos un poco desubicados y por eso regresamos al que fue un periodo lleno de inteligencia y pasión. Mi interés era revisar no solo su amistad sino además su relación con toda la república de las letras para ver cómo era ese México que es indispensable destacar”.

A su manera cada uno buscó ser heredero ideológico de Alfonso Reyes y a partir de ahí construir su propio camino. Incluso cuenta en el libro que el autor de Visión de Anáhuac se molestó cuando Fuentes retomó al regiomontano para La región más transparente, novela a la que consideró menor. “Sin duda Reyes fue el tutor de ambos. Paz era mayor y tuvo más relación con él, a pesar de que Fuentes decía que lo conocía desde que era una pistolita. Más que una rivalidad hablaría en este sentido de una necesidad por ubicarse dentro de una misma familia literaria. No lo digo en el libro pero me parece importante ubicar ese tipo de grupos”.

Añade que en particular en el caso de Paz sí hubo una preocupación por crear a un grupo que heredara su forma de entender la cultura. “En Vuelta y Letras Libres sí podemos hablar de un legado claro. Si bien a Fuentes se le quiso relacionar con Nexos, lo cierto es que pese a su cercanía durante los noventa nunca perteneció a su Consejo Editorial”.

Malva Flores ubica a Gabriel Zaid, Enrique Krauze o Christopher Domínguez Michael como algunos de quienes intentaron tomar la estafeta del autor de El laberinto de la soledad. En tanto que si bien el escritor de Aura apoyó a novelistas como Jorge Volpi o Álvaro Enrigue no tuvo la pretensión de generar una escuela. “Es triste que no tengamos intelectuales de ese nivel. Es curioso cómo la globalización nos hizo más aldeanos. Cuando Paz o Fuentes proponían algo por medio de una carta, porque no había redes sociales, tenía una resonancia particular. Ahora todos nos creemos con el derecho al micrófono y las voces se pierden entre tanto griterío. Ya no estamos dispuestos a escuchar al otro. No hay diálogo sino gritos. Es difícil escuchar la voz de los intelectuales, pero son muy necesarios”.

Diferencias y afinidades

En 1988 la revista Vuelta publicó su número 139. Ahí se incluía el ensayo La comedia humana, de Carlos Fuentes, firmado por Enrique Krauze y donde se realizó una crítica punzante del novelista. Para muchos aquel texto fue el motivo del último y más grave de los desencuentros entre el novelista y el poeta. ¿Por qué Paz había usado su revista para ventilar tal texto? El Nobel siempre dijo, recuerda Malva Flores, que “lo importante es criticar a las ideas y no a las personas; desde ese punto de vista fue congruente. En los setenta incluso le mandó a Fuentes un artículo donde lo criticaban para que respondiera, pero el narrador se negó a hacerlo”.

El autor de La muerte de Artemio Cruz pensaba lo contrario. Durante los años que tuvo a su cargo la Revista Mexicana de Literatura se negó a publicar un texto crítico a la obra de Paz. Escándalos aparte, Flores sostiene que el ensayo de Krauze fue apenas un eslabón más dentro de una larga cadena de desencuentros. “Desde distintos puntos de vista ambos fueron hombres de izquierda. Al final de sus vidas entendieron la democracia de manera distinta. Coincidían en que México necesitaba mirar hacia el exterior y no esconderse tras la cortina del nopal pero cuando ocurrió la Revolución cubana empezaron a separarse. Fuentes creyó firmemente en Castro y Paz no; desde el principio tuvo suspicacias y siempre se manifestó en contra. Años más tarde Paz solicitó elecciones libres en Nicaragua y Fuentes estuvo del lado de los sandinistas, quienes incluso lo condecoraron. Ahí ya hay una división fuerte y una visión distinta de la democracia”.

Si algo terminó distanciándolos, añade, fueron desavenencias ideológicas. No obstante, y pese a que cada uno encontró en la crítica uno de sus principales asideros, también tuvieron coqueteos con el poder y contribuyeron a la consolidación del concepto “intelectual orgánico” en México. “Fuentes fue amigo de Echeverría. Junto con Fernando Benítez afirmó: ‘Echeverría o el fascismo’. En el caso de Octavio Paz es verdad que pensó que Salinas de Gortari podía modernizar al país, pero al final reconoció de manera pública su error al brindarle su apoyo”.

Pieza aparte del rompecabezas intelectual del siglo XX es Carlos Monsiváis, quien también tuvo diferencias con ambos aunque al final se reconcilió con los dos. “Monsiváis sentía un fuerte respeto por Paz, incluso publica un libro donde deja saldadas sus deudas de admiración con el poeta. Al final también limó sus diferencias con Fuentes. Creo que si al final Paz y Fuentes no hicieron las paces se debió más al segundo, quien estaba muy dolido y estaba en su derecho”.

Malva Flores concluye que además de dar cuenta de una parte de la historia cultural de México, uno de los objetivos de su libro es resaltar la importancia de rescatar y escuchar a nuestros intelectuales. “Hoy los tenemos en el olvido. Coincido con Gabriel Zaid cuando los define como aquellos que desde las ideas no defienden a un partido o academia. Actualmente abunda la propaganda sobre las ideas y por eso es importante regresar a esos viejos maestros que aun con sus polémicas nos dejaron una herencia que conviene valorar”.