ESCULTURA REPLANTEA EL LUGAR DE LA MUJER PREHISPÁNICA EN LA HUASTECA

Hector González
Cultura
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Los habitantes de la comunidad de Hidalgo Amajac, en Veracruz, iniciaron el año de una manera fuera de lo normal: al interior de un terreno citrícola descubrieron el 1 de enero una pieza prehispánica de altas dimensiones.

Ante el hallazgo convocaron a expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para que revisaran la estructura. Días después, tras una inspección, los investigadores ratificaron que no solo se trataba de una figura prehispánica sino que correspondía a la primera de su tipo localizada en la cuenca del río Tuxpan, al sur de la Huasteca.

El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, destaca en entrevista que se trata de “una magnífica representación femenina que permite corroborar lo plasmado en las fuentes etnohistóricas acerca del papel relevante de las mujeres en esta región cultural, al tiempo que abre nuevas líneas de investigación en torno del esplendor de la Huasteca desde la época prehispánica”.

Asimismo reconoció el importante trabajo que realizan las representaciones estatales del instituto para el reconocimiento, recuperación, investigación y rescate del patrimonio histórico de nuestro país.

Joven mujer de élite

De acuerdo con la investigadora del Centro INAH Veracruz, la arqueóloga María Eugenia Maldonado Vite, encargada de la inspección en campo, la pieza representa a una joven mujer de élite, “posiblemente gobernante por su postura y atavíos, más que a una deidad como se han interpretado casi todas las esculturas huastecas femeninas, a las cuales se vincula con la diosa Tlazoltéotl”.

La figura, detalla, está elaborada en roca caliza y mide dos metros de alto; 60 centímetros en su parte más ancha; y alrededor de 25 centímetros de grosor. Su buen estado de conservación permite observar sus rasgos, así como su espiga, elemento que permitía contemplarla erguida.

Añade que la escultura luce un rostro pequeño, ojos abiertos y huecos, “los cuales debieron estar rellenos con incrustaciones de obsidiana u otra piedra”, con un tocado alto, un collar al centro del cual se distingue un adorno en forma de gota, conocido como oyohualli, un torso ataviado con una camisa de mangas largas y una larga falda que llega hasta los tobillos y revela el par de pies desnudos.

Dada su ubicación geográfica entre los sitios arqueológicos de Tochpan (Tuxpan) y Castillo de Teayo la escultura se liga con la tradición escultórica y la cultura huasteca, aunque presenta ciertos rasgos del centro de México cuando en la región se hizo notoria la influencia de la Triple Alianza, lo que la colocaría temporalmente hacia el Posclásico Tardío (1450-1521 dC), precisa la especialista.

En entrevista destaca que el descubrimiento deja ver que estaba dentro de un sitio arqueológico hasta ahora desconocido pero extenso. En este no se han reconocido estructuras monumentales cercanas sino más bien estructuras bajas, probablemente habitacionales, por lo que una probabilidad es que la talla, que se encontraba boca abajo, causó que pareciese una piedra a los ojos de los pobladores y fuera movida de su lugar original y llevada hasta allí, incluso, desde tiempos prehispánicos.

“El estilo de la joven de Hidalgo Amajac es similar a representaciones de diosas huastecas de la tierra y la fertilidad, pero con una influencia externa, posiblemente nahua, como se aprecia en el hueco de los ojos para incrustaciones, rasgo que no pertenece a la escultura típica de la región sino más bien a la mexica”.

Además “el paño que presentan las mujeres huastecas frente a la falda es siempre liso y en esta existe un adorno de nudos y listones”.

La investigadora adelanta que aún faltan más análisis sobre la figura, así como en el sitio arqueológico donde se encontró.

Tales estudios, cuyos pormenores deberán definirse en diálogo entre el INAH, el ayuntamiento de Álamo y la comunidad, permitirán indagar mediante recorridos iniciales en superficie, en la extensión del sitio, su temporalidad y filiación cultural, entre otras características.

Por el momento la escultura de la joven de Hidalgo Amajac permanece bajo resguardo de los propietarios del terreno citrícola en el cual se descubrió. Se dialogará entre el INAH y las partes interesadas para definir su emplazamiento futuro.

Este hallazgo, concluye la arqueóloga María Eugenia Maldonado, no solo arroja más luces sobre la existencia de una consolidada tradición escultórica en la región sino que es ejemplo “de una fusión tardía de las diosas Teem con las representaciones de mujeres de alto estatus social o político en la Huasteca, las cuales se han malinterpretado como Tlazoltéotl”, pero se distinguen de esta deidad al no portar nariguera, boca con chapopote, ni tener husos con borlas de algodón, a la par que reitera la importancia de las mujeres en la estructura política huasteca.