“Yo pienso que el ser humano es autónomo, aunque los políticos y los religiosos digan lo contrario. Afortunadamente, cada vez se entiende más que un buen final es una prerrogativa de la persona y una herencia adecuada para quienes se quedan”, me dijo en una ocasión el doctor, académico y escritor Arnoldo Kraus (1951-2025).
Estudió Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realizó cursos de posgrado en Medicina Interna e Inmunología y Reumatología por el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán. Fue profesor en la Facultad de Medicina y miembro fundador del Colegio de Bioética y del Seminario de Cultura Mexicana.
En paralelo a todas sus credenciales, a Kraus se le recordará por su coherencia y por abordar la medicina desde una perspectiva científica, pero sobre todo filosófica y muy ligada a la comprensión de la condición humana.
A través de títulos como La eutanasia, Morir antes de morir, La morada infinita, Bioética, Decir adiós, decirse adiós y Suicidio, abordó temas que en México todavía muchos temen tocar por razones políticas, morales y religiosas. Al margen de lo polémicas que podrían ser sus opiniones, hay que reconocerle a Kraus la coherencia. Fue fiel a sus ideas hasta el final de sus días.
Medicina y humanismo
En la medicina y la ciencia mexicana todavía son pocos quienes reflexionan a detalle sobre la relación humana entre el doctor y su paciente. En esta línea habría que mencionar a Francisco González Crussi, Bruno Estañol y más recientemente a Jesús Ramírez-Bermúdez. Por supuesto, dentro del grupo habría que agregar a Arnoldo Kraus, quien además tendió puentes de colaboración con artistas plásticos del calado de Vicente Rojo, Sergio Hernández o Gabriel Macotela.
Todos han puesto la vara muy alta en lo que respecta a una forma integral y humana de entender a la salud y la enfermedad. En una época donde la medicina es sustituida por el poder de la tecnología y el laboratorio, donde las consultas se dan en línea y donde todos nos metemos a Google para autodiagnosticarnos ante el menor padecimiento, conviene recordar y leer a Arnoldo Kraus, un convencido de que la buena medicina es la que se ejerce con una relación profunda entre el médico y el paciente.
Sus libros nos asoman a nuestros miedos y vulnerabilidades, sí, pero lo hacen desde una perspectiva luminosa, cálida y próxima, muy próxima.