CUATRO DÉCADAS DE TEATRO Y DANZA AMBULANTE EN COYOACÁN

“Un escaparate para que mucha gente vea nuestra propuesta artística”.

Guillermo Medel
Cultura
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En la Ciudad de México, entre callejones y vestigios de una arquitectura colonial, destaca un sitio cuya alta concentración de infraestructura cultural y turística son pieza importante en las tradiciones de los capitalinos: Coyoacán.

Dentro de la demarcación se encuentran las sedes de importantes instituciones educativas de nuestro país, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), así como diversos museos y una extensa oferta gastronómica.

Asimismo, ha sido hogar de figuras importantes de la escena del arte, el entretenimiento y la política no solo de México, sino del mundo, como Hernán Cortés, Diego Rivera, Frida Kahlo, León Trotski, Dolores del Río y Emilio el Indio Fernández, entre otros.

Lucha y tradición

Hoy el centro de Coyoacán mantiene una de las tradiciones más antiguas de la humanidad: el arte callejero.

Y es que desde hace 40 años cada fin de semana la plaza ubicada en el corazón de esta alcaldía es también escenario para mimos, payasos, danzantes y artesanos que llenan de folclor y algarabía este espacio, dejando un buen recuerdo entre las personas que la visitan.

Esto no ha sido tarea fácil: año con año, artistas y artesanos ambulantes luchan por permanecer en esta plaza ante los cambios y retos que se presentan.

¿Cómo ha sobrevivido esta tradición a lo largo de cuatro décadas? Artistas de Teatro y Danza Ambulante AC cuentan a Vértigo algunos de los desafíos que han enfrentado, así como experiencias que han dado forma al espectáculo callejero como lo conocemos hoy.

Hugo Mora, Tiliches, fundador y miembro de la organización, refiere que han sido 40 años de resistencia, ya que en cada cambio de administración “tenemos que negociar para llegar a acuerdos que nos permitan seguir realizando nuestras actividades en el parque”.

Señala que “también han sido años de desarrollar la creatividad, de estructurar proyectos, porque nuestro trabajo no solo se presenta aquí en Coyoacán, sino que se extiende a otras partes de la República Mexicana y más allá”.

Por su lado, el comediante Gabriel Zamora, Gabo Gabo, dice: “Han sido años desconcertantes porque, por ejemplo, con la pandemia cruzamos dos años donde nosotros nos creíamos reyes de las calles y teníamos la rebeldía de decir ‘Ni modo que nos saquen de ellas’; y de pronto un día llegó el Covid-19 y nos dijeron que no podíamos estar más en la calle”.

La pandemia, puntualiza, “fue un golpe bajo para el teatro ambulante: todo se cerró y no hubo nada. Después regresamos, pero la gente estaba muy temerosa, tenía miedo hasta de reírse o sentarse junto a otra persona. Estos últimos tres años en especial han sido muy difíciles en ese aspecto”.

Añade que “la gente tiene la necesidad de reírse, de encontrarse con algo más allá de las redes sociales, el internet o la televisión; y una alternativa, entre otras tantas, somos los que hacemos teatro de calle”.

—¿Por qué es importante mantener esta tradición?

—La figura del payaso —responde Alma Estévez, Talachas— existe desde épocas remotas. Además, la risa es algo que acompaña al ser humano en la vida. Y México no es la excepción; nuestros ancestros también gozaron de esta tradición: el teatro del pueblo y para el pueblo, algo que ha continuado hasta nuestros días”.

Por ello, recalca, “es importante que estas manifestaciones continúen, porque es una forma en que los artistas independientes ofrecen una alternativa cultural a la gente”.

A este festejo se unió Frida Blancas, integrante de la Comisión del Mercado Artesanal de Coyoacán, quien apunta que “este tipo de espectáculos representa una expresión de la cultura de nuestro país, un espacio abierto y gratuito que es para la gente parte de su quehacer cultural: disfrutar un helado, caminar con la familia, comer un elote, pararse a ver a los mimos o, como se dice comúnmente, venir a chacharear”.

Teatro para todos

Con un abanico de opciones entre coloridos arlequines en zancos, mimos, malabaristas y espectáculos de clown, este 40 aniversario reunió a decenas de familias frente al quiosco en la Plaza Jardín Hidalgo, donde participaron tanto artistas locales como artistas invitados del Estado de México y otras partes de la República.

—¿Qué es lo mejor que les ha sucedido en este trabajo?

—Muchísimas cosas —dice Estévez—. Coyoacán es una especie de escaparate para que mucha gente vea nuestra propuesta artística. Esto nos ha traído la oportunidad de viajar a otros países: gracias a empresarios que nos han visto trabajar aquí fuimos a un festival en Marsella, Francia, y hasta allá llevamos una parte de Coyoacán porque, a pesar de que allá también tienen su arte callejero, querían llevar una muestra de lo que hacemos en México.

Para el payaso Tiliches una de las mejores experiencias es el hecho mismo de haber encontrado en el teatro callejero una forma no solo de vida, sino de expresarse.

En tanto, a falta de apoyo para este tipo de arte, considera que “este grupo es independiente de los independientes y marginado entre los marginados”.

—¿Se puede vivir del arte ambulante?

—Nosotros —explica Zamora— desde hace más de una década hemos destinado todas las cooperaciones a un solo bote y al final se reparte en partes iguales. Esto ha regulado un poco nuestro ego y hemos trabajado más en equipo. Por lo mismo, cada uno tiene que pasar la cooperación con el mismo entusiasmo, ya que va directamente a tu propia ganancia. Entonces, sí: se puede vivir en armonía trabajando en conjunto.