MARÍA LAURA MEDINA DE SALINAS “DISEÑO: CONJUNCIÓN DE IDEAS Y LIBERTAD”

MARÍA LAURA MEDINA DE SALINAS
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En su decimoséptimo aniversario DWM impulsa el diseño como herramienta de cambio, de identidad y de futuro, consolidándose como uno de los eventos más relevantes del calendario cultural y creativo de nuestro país.

“Quiero hablar de la libertad de crear”, dijo María Laura Medina de Salinas, presidenta de Design Week Mexico y del Consejo México Territorio Creativo, al inaugurar de manera oficial la fiesta más esperada por los amantes del diseño y el buen gusto: DWM 2025.

El evento organizado por México Territorio Creativo —en cuyo directorio destacan también Andrea Cesarman, Marco Coello, Jaime Hernández y Emilio Cabrero— con patrocinio de Banco Azteca por segundo año consecutivo, reunió a más de 500 expositores —arquitectos, diseñadores y artistas mexicanos y extranjeros— para mostrar las últimas tendencias en diseño e interiorismo.

Una vez más, en la decimoséptima edición de DWM, la Ciudad de México se volvió a poner a la moda y durante algunos días —del 7 al 12 de octubre— se convirtió en un laboratorio vivo de creatividad y expresión que posicionó a nuestro país —rico en “ingenio mexicano”— como un semillero de ideas donde el diseño, el rey de esta celebración, funcionó como un agente de transformación social.

Con el legado milenario del Museo Nacional de Antropología respaldándola, Medina de Salinas confirmó que no hay mejor manera de honrar la libertad sino imaginando nuestros espacios —y la propia vida— de otro modo.

El diseño, resaltó, en su esencia más pura “es un acto de libertad, de pensar distinto y de transformar lo cotidiano en algo significativo”.

Y fue precisamente esa libertad la que reunió a artesanos y diseñadores de México y el mundo para mostrar —bajo el lema Diseñado en México— una visión que María Laura Medina siempre ha defendido: “Nuestro país no es solo un lugar de manufactura, sino una nación de ideas, donde el diseño es herramienta de cambio, de identidad y de futuro”.

Añadió que por ello confía en el diseño como “una herramienta poderosa que nos ayudará a construir un país más consciente, más bello y más humano”.

Destacó, además, la “muy honorable y sobresaliente” participación de Argentina, un país más que se une a la lista de naciones que año tras año fortalecen la diplomacia cultural con base en “la colaboración, el respeto y la creación compartida”.

Unión y creatividad

Poco antes de recorrer la exposición con la que se dio el arranque oficial de la semana del diseño, Medina de Salinas confesó en exclusiva para Vértigo que Visión y Tradición —proyecto que inició en Chiapas hace diez años— es hoy uno de sus “consentidos”, pues “las ideas que surgen de la participación entre diseñadores y artesanos, es valiosísima”.

Curaduría DWM 2025

Este programa de residencias posibilita que varios creadores argentinos se hospeden en los hogares de los artesanos mexicanos durante una semana para trabajar en conjunto.

“Sus piezas por sí solas pueden ser potentes —afirmó Medina—, pero cuando se suman las dos voces el resultado es espectacular. Se enriquece. Y eso es parte de la grandeza de las colaboraciones aquí exhibidas: el trabajo en equipo de dos personas tan distintas, que de otro modo tal vez nunca se hubieran cruzado. Mucho menos para trabajar juntos”.

A diferencia de otros años, en esta ocasión hubo más de un estado invitado: esta edición se benefició del trabajo de manos artesanas provenientes de Oaxaca, Yucatán, Chiapas, Chihuahua y más, gracias a la perspectiva de Focus Mexico, una plataforma de experimentación y proyección internacional.

A causa de esta pluralidad de voces, Medina de Salinas se mostró “entusiasmada” por ver las obras, pues aseguró que los artesanos “son unos verdaderos artistas”.

Arte DWM 2025

“La CDMX se volvió a poner a la moda”.

Y así mismo hay que valorarlos, puntualizó: “No hay que seguir pensando en México como un lugar de mano de obra económica: es un lugar lleno de creatividad e ideas. Lo que me lleva a enaltecer a nuestros artesanos; hay que darles el valor que merecen y apoyarlos, pues allá afuera hay un mercado que podría nutrirse de su trabajo legendario”.

El pasado también es tendencia

Lo expresado por la presidenta del Consejo México Territorio Creativo cobró un sentido más significativo al observar las piezas de Visión y Tradición, una fusión equilibrada entre técnicas ancestrales y tendencias más contemporáneas que resultaron en objetos utilitarios y piezas de arte únicos.

Un ejemplo es Ajvalil: la dicha del nahual, una pieza textil que asemeja un vestido de novia tradicional del Camino de los Altos, Chiapas, conformada por ocho paneles a los que no les faltan detalles: la parte de abajo está repleta de pequeños nahuales de distintos colores, bordados a mano por cuatro artesanas, mientras que la parte superior es un brocado con plumas de pato, una técnica cada vez menos utilizada y hecha por las madres de las artesanas.

“Lo más valioso que aprendí es que cuando les decía ‘vamos por acá’, ellas con su sabiduría del crear, del hacer, no le tenían miedo a nada”, contó la diseñadora Florencia.

A pocos pasos de esa obra brilla Raíz de luz, una lámpara compuesta por varias piezas de barro apiladas entre sí. Para su decoración se usaron dos técnicas diferentes, el esgrafiado con agujas diminutas y el pintado con cabello humano —“de preferencia de niños para que sea más manejable”.

“Estuvimos meses trabajando en bocetos. Batallamos un poquito en el diseño porque no sabíamos cómo complementar las dos técnicas —cada quién tiene su propio estilo—, pero al final logramos que se viera bonito”, aseguró Tati Eleno, artesano chihuahuense.

Contemporáneos

La convivencia también es parte del proceso creativo. Prueba de ello es la pieza Ofrenda ofrendario, una mesita casi a ras de tierra y con dos minibancos tallados en dos piedras distintas, crema maya y ticul, que cumplen la función de altar.

Medina y Cabrero

La pieza se inspiró en la casa del artesano Abraham, donde Delfina y Gastón fueron parte de esa intimidad, “no solo la del taller”, sino la de su hogar. “Desde que llegamos notamos ese espacio —tan único de México— dedicado a honrar y a dar gracias. Así que quisimos contemporaneizarlo”, explicaron.

Otra pieza que nació al desafiar los alcances del trabajo individual es Balam, un librero que parece sacado del mismo Mictlán. Adornado con manchitas de jaguar y figuritas de colibríes, armadillos y personas —al exterior—, y diablitos y calaveras —al interior—, representa la eterna convivencia de dos mundos: el de los vivos y el de los muertos.

“Yo siempre hago muebles”, mencionó Dolores, mientras que Gabriel, originario de Yucatán, “siempre hace obras muy figurativas. Ambos nos arriesgamos e hicimos lo que el otro nunca había hecho”.

De mayores dimensiones, destacó la lámpara Luna negra en Sosola, hecha con palma y fibra de maguey. La pieza —que figura una luna derramando pulque sobre un montón de luciérnagas— comenzó siendo un petate enorme, que luego pasó a tener tres dimensiones, gracias a la técnica del nudo mixteco.

Al final, la tiñeron con humo de leño de ocote. “Bien cargado de trementina, ese humo bien negro, como me enseñó Lucy muy generosamente, tiñe la palma cuando esta llora”, mencionó Martina, diseñadora textil.

DWM 2025

De un color amarillo vibrante, sobresale un pequeño bar cuidadosamente pintado en el que participaron más de 15 artesanos.

El exterior de la pieza tiene finos grabados de animales, como venados, pájaros y felinos; mientras que al interior había otros motivos, ahora pintados.

Para su elaboración mezclaron dos técnicas: el rayado vaciado, que se realiza con una espina de huizache y una pluma de guajolote, y el óleo, cuya pintura fue una mezcla de tres piedras: cuarzo, tocoxtle y caliza.

Si no se quiere perder esta experiencia colaborativa, la exposición estará disponible hasta el 2 de noviembre en la Medialuna del Museo Nacional de Antropología y la entrada es gratuita.

Funcionalidad

Pero si lo suyo es más el diseño a gran escala, Design House es la opción que está buscando. En una casona de 1929, ubicada en Sierra Nevada 355, Lomas de Chapultepec, se lleva a cabo la propuesta más inmersiva de DWM, en la que respetados despachos de arquitectura y diseño intervienen distintos espacios del inmueble. El resultado: cada habitación, un universo.

“El diseño nos ayudará a construir un país más consciente, más bello y más humano”.

Dejándose llevar por el lema de este año —Diseñado en México—, los interioristas retoman elementos y materiales tradicionales, como la talavera, típica de los estados de Puebla y Tlaxcala, piedras legendarias como el ónix, y hasta los cenotes yucatecos, como inspiración para transformar los espacios sin dejar de lado la funcionalidad. Una utopía que mezcla el pasado y el presente.

Apenas se cruza el umbral que separa la calle de la casa, el canto de los pájaros se mezcla con el sonido de agua cayendo. Se trata de una pequeña cascada que pende sobre dos plataformas circulares, una dentro de la otra.

“Quisimos hacer algo muy natural y muy mexicano, y gracias a la mezcla de estos tres elementos —el agua, la vegetación y la piedra— ¡logramos tener un cenote flotante en Design House!”

La innovación no para ahí. Al entrar, el vestíbulo y las escaleras principales dan la impresión de estar en una casona victoriana del siglo XIX… a la vez muy mexicana. Las paredes verdes y el techo negro, que le dan un toque de sobriedad, se acompañan de detalles en talavera, barandales de herrería y molduras en madera. “Mucha gente le tiene miedo a la oscuridad y a lo negro, pero en este espacio es lo que lo vuelve imponente”.

El comedor de la casa se inspiró en la obra de la surrealista Leonora Carrington, y de ahí su nombre: Un homenaje a Leonora. Al centro de la mesa circular con mantel corrugado descansa —en lugar de florero— un huevo muy similar al que la misteriosa mujer de pelo rubio sostiene entre sus manos en la pintura La giganta. La referencia la llevan más lejos con unos platos que asemejan ser cascarones.

La cocina, cuyas paredes color arándano abrillantado y textura rugosa dan la sensación de entrar a una cueva: es un homenaje a nuestros antepasados. La pieza central, una barra hecha con un bloque de ónix de una tonelada y media, convive en armonía con muebles de acero inoxidable de última generación en tonos dorados como el oro, que se ocultan tras unos paneles color champán. “Queríamos que, al abrir los paneles, sintieras que estás descubriendo un tesoro”.

Lo que antes fuera la biblioteca —ahora Sala logia— se transformó en un conversatorio con una luz muy acogedora que proviene de 28 lamparitas colgadas en círculo, algo así como “un escenario, pero más residencial”.

Amueblado con libreros de madera blanca, diversos jarrones en piedra y cuatro sillones acolchados con varios cojines que le dan a la habitación algunos pops de color, el espacio está pensado para reunirse y charlar.

Otro de los espacios pensados para pasar el tiempo es la habitación rebautizada como Me daña y me sana, dedicada a gozar dos placeres por demás culposos: el alcohol y la comida.

La cristalería y las botellas sobre la mesa en tonos naranjas combinan con la luz que atraviesa el vitral —pieza protagonista— al caer la tarde. Todavía más: para alargar esa sensación de calidez y cobijo, las paredes se decoraron con líneas horizontales del mismo color.

Lo tradicional no desplazó a la experimentación. Un jardín contiguo a la entrada de la casa se transformó en un colorido espacio exterior con mesas, sillones y un techo-telar tejido a mano con hilo de palma, por artesanos del estado de Guerrero. La pieza estrella, una preciosa celosía de talavera, hace juego con una banca y algunos mosaicos del mismo material.

“Queríamos humanizar la tecnología, en lugar de automatizar a los artesanos, así que imprimimos en 3D la pieza, y después se mandó al taller Padierna, en Puebla, para que lo hicieran con esta técnica que data del siglo XVI”.

Pero si de experimentación hablamos, como venido de otro tiempo, en el segundo piso de la casa encontrará un gimnasio forrado en denim. Desde guantes y un costal de box, pelotas para yoga, hasta mancuernas y pesas, este paraíso de la mezclilla que haría feliz a cualquier papá de los noventa se acompaña de otros materiales, como vidrio templado, y colores fríos, como el plateado del espejo y las lámparas.

Así que si no se quiere perder de esto y más tiene hasta el 2 de noviembre para asistir, y la entrada tiene un costo de 250 pesos.

¿Más?

DWM se caracteriza, desde su creación, por ofrecer una variedad de propuestas. Todas imperdibles.

Así que si lo que está buscando es exclusividad, poseer piezas insólitas que pocos tendrían en sus colecciones, Inédito —que este año celebra su decimoprimera edición— es una muestra de piezas de diseño utilitario y arte objeto nunca exhibidas ni vistas en ningún otro lado, lo cual les confiere un valor especial.

En ella encontrará objetos cotidianos que poco tienen de ordinarios, como bancas modulares y un comedor de jardín, pero hecho con plástico reciclado, aunque a primera vista aparente ser mármol; esculturas hechas con papel kraft y engrudo; platos creados con hojas de maíz; taburetes de peltre, y otras cosas igual de asombrosas.

Además de las tres categorías ya conocidas —Edición limitada, Profesional y Universitario—, la muestra de este año cuenta con un extra de diversidad cultural, pues hay piezas de diseñadores del país y de los estados participantes. La exposición estará disponible hasta el 11 de enero en el Espacio CDMX.

Finalmente, otras de las propuestas que no puede dejar pasar son Pabellón DC x AUDI, un camino de pabellones experimentales diseñados por reconocidos arquitectos nacionales e internacionales que cuestionan nuestra actualidad; Tours de Diseño, un pequeño circuito de showrooms, talleres y tiendas de diseño a los que podrá acudir; Diseño Contenido, una muestra del trabajo de diseñadores contemporáneos mexicanos ubicados sobre la calle Julio Verne en el Parque Lincoln, y más.

¡Qué espera para disfrutar de la propuesta que DWM tiene este año!

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