Una criatura misteriosa nada entre corales, bolsas de plástico flotan en su entorno y una figura humana vela por su bienestar. Este es el universo que presenta El Pulpo Fantasma, obra escénica dirigida por Patricia Marín, con coreografía multidisciplinaria y una cuidada experiencia visual y sonora que busca cautivar a niñas, niños y familias enteras.
La obra parte de una narrativa ecológica profundamente emotiva, que más que entretener busca crear conciencia desde la infancia sobre el cuidado de los océanos.
Inspirada en el reciente descubrimiento del pulpo fantasma, este espectáculo invita a reflexionar sobre lo poco que conocemos de los ecosistemas marinos y lo mucho que está en riesgo de perderse.
Con funciones programadas para los días 16 y 17 de agosto en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), esta puesta en escena es también una muestra de cómo el arte puede convertirse en un agente de cambio social y ecológico.
La colaboración con la iniciativa Mar… es de México, fundada por Fernando Cordero y Delphine Kachadourian, es fundamental. A través de su trabajo en la Fundación Santa Lucía AC esta organización documenta y visibiliza la riqueza y las amenazas en los mares nacionales. Así, la obra se sustenta en investigación científica, material audiovisual real y un proceso creativo de ida y vuelta entre artistas y científicos.
En entrevista con Vértigo la directora Patricia Marín recuerda cómo surgió la idea de crear El Pulpo Fantasma: “Platicamos de cuántas especies están en el mar y que no sabemos de su existencia; y que desgraciadamente no nos vamos a enterar de que existieron, porque mucha de la industria de la explotación de los ecosistemas marinos propicia la extinción de varias especies”.
Uno de los personajes centrales de la historia es el cuidador (interpretado por Tlathui Maza), un ser simbólico que representa la esperanza, la resistencia y el compromiso ambiental. En palabras de Marín, el personaje es un homenaje a los fundadores de Mar… es de México, “estos héroes sin capa que llevan años luchando por visibilizar la problemática ambiental y que nos inspiran con su compromiso profundo”.
La propuesta, además, se enriquece con acciones concretas: todas las bolsas utilizadas en la escenografía se recolectan con el objetivo de ser recicladas adecuadamente al finalizar la temporada. “Queremos que cada elemento tenga una vida útil y que el espectáculo no sea solo una representación, sino una acción real”, afirma la directora.
Sumergirse en la conciencia
Este no es el primer proyecto de Marín que busca concientizar, sobre todo a los más pequeños. Ella dirige Danza Visual, una compañía con más de 15 años de trayectoria en proyectos dirigidos al público familiar. Su filosofía es clara: hablar de temas profundos con creatividad, sin subestimar la inteligencia de las infancias.
“Nos atrevemos a hablar con niñas y niños sobre la muerte, la discapacidad y ahora sobre el deterioro ambiental. No buscamos aleccionar, sino abrir una ventana de reflexión”, señala.
Su enfoque es horizontal, respetuoso y lúdico, con una dramaturgia construida en colaboración con especialistas y con base en una sensibilidad estética que conecta desde la emoción.
Además del mensaje ecológico, gran parte del impacto de El Pulpo Fantasma proviene de su diseño visual innovador, a cargo de Ghiju Díaz de León, artista multimedia con amplia trayectoria. Su propuesta combina proyecciones, animaciones y técnicas de videomapping para recrear un mundo submarino que emociona e hipnotiza.
“Diseñamos escenarios en dos dimensiones con perspectiva y planos proyectados en cuatro lienzos, creando una ilusión de tridimensionalidad que enriquece la coreografía. Las proyecciones, sincronizadas con la danza mediante videomapping logran una experiencia audiovisual que conecta emocionalmente con el público, especialmente con las infancias”, detalla Ghiju.
La dimensión sonora del espectáculo corre a cargo de Rogelio Marín, quien compone una partitura que respira con la obra. Utiliza sonidos reales del océano, ritmos bailables y capas de texturas que envuelven cada escena sin restar protagonismo a la danza ni a las imágenes.
Sobre lo anterior, Rogelio Marín reflexiona: “Buscamos crear atmósferas que dialoguen con la coreografía, la iluminación y las proyecciones, apoyando la narrativa de cada escena. Fue un desafío lograr una ambientación sutil que resaltará los momentos clave de la historia, manteniendo el enfoque en la danza y el mensaje ecológico”.
La historia no se centra únicamente en el pulpo y el cuidador: el universo marino se amplía con la presencia de especies emblemáticas como el coral cerebro y el pez payaso, habitantes simbólicos del hogar del pulpo y víctimas del deterioro ecológico. De esta manera el elenco incluye a talentosos intérpretes, como Anivdelab Ponce de León (quien da vida al pulpo), Jonathan Alavés, Tlathui Maza y Heleni Castro.
Además de ser una experiencia artística, la obra es también una plataforma para vincular al público con acciones reales: al final de las funciones se compartirán recursos y contactos para aprender sobre reciclaje, ahorro de agua y protección de los océanos.
Para Patricia Marín lo más valioso de este proyecto es la oportunidad de enfocarse en el proceso creativo desde lo coreográfico. “Poder trabajar con los cuerpos, construir escenas poéticas que expresen algo tan complejo como el deterioro ambiental, es un regalo enorme”.
Aunque por ahora tiene una corta temporada en el Cenart, los planes para llevar El Pulpo Fantasma a otras ciudades y festivales ya están en marcha. Danza Visual y AM Producciones trabajan para que esta experiencia ecológica y artística siga viajando, inspirando a más infancias a reconectar con el mar.
El Pulpo Fantasma se presentará los días 16 y 17 de agosto en el Teatro de las Artes, con funciones dobles a las 12:00 y 14:00 horas. Los boletos tienen un costo de 150 pesos y están disponibles en la taquilla del teatro y en línea a través de www.cenart.gob.mx.