La nostalgia, el humor negro y la potencia visual se mezclan en A golpe de calcetín, una puesta en escena que revive uno de los relatos más entrañables de Francisco Hinojosa.
Presentada por la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la compañía Idiotas Teatro, la obra sube a escena en el Teatro del Bosque Julio Castillo hasta el 14 de septiembre, con funciones los sábados y domingos a las 12:30 horas.
Se trata de una adaptación para teatro de títeres, objetos y máscaras a cargo de Ileana Villarreal, bajo la dirección de Cristian David y Fernando Reyes Reyes, ambos miembros del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
En escena participan Alejandra Mada, Claudia Ivonne Cervantes, Daniel Berthier, Fabián Varona, Diego Santana, Cristian David, Fernando Reyes Reyes, Nohemí Espinosa, Juan Pablo Villa y el propio Hinojosa, en un guiño entrañable al origen literario de la obra.
El cuento original relata las andanzas de Paco Poyo, un niño de diez años que abandona la escuela debido a la crisis económica que azotaba a la clase trabajadora en la época posrevolucionaria. Obligado a recorrer las calles de la capital vendiendo periódicos “a golpe de calcetín”, Paco se ve envuelto en una misión inesperada: un misterioso personaje le compra todos sus diarios a cambio de un “favorcito”.
Aparentemente inocente, el encargo lo arrastra a una aventura insólita que lo llevará a convertirse en protagonista de los titulares que él mismo repartía.
Para David y Reyes, directores de la obra, la narrativa de Hinojosa guarda un vínculo profundo con la memoria colectiva de la Ciudad de México. “Una de las cosas que nos conectó fue la añoranza”, asegura Reyes en entrevista con Vértigo. “El cuento nos permitió imaginar un tiempo pasado a través de las personas que habitaron esas calles, oficios que hoy han desaparecido… ese recorrido es también un viaje histórico y emocional”.
Cristian David complementa: “Al momento de leer el cuento, este despierta un imaginario maravilloso y nosotros nos preguntábamos cómo llevarlo a la puesta en escena. Nos despertó el imaginario y el querer hacer una especie de cómic en escena, donde los personajes casi hubieran salido del cuento, de la impresión”.
Transformar un relato breve en un montaje escénico con múltiples capas fue un desafío creativo. Reyes reconoce que el mayor obstáculo fue mantener la intensidad narrativa sin caer en la simple ilustración del texto. “Nos preguntamos cómo contar la historia a través de acciones dramáticas. La clave fue estructurar la obra como un viaje mítico, inspirado en Joseph Campbell. El público acompaña a Paco Poyo en un recorrido simbólico en que la ciudad misma se convierte en un personaje coral, al estilo del coro griego”.
Juego y memoria
La estética del montaje busca dialogar con la mirada infantil: proporciones desmesuradas, máscaras gigantes y objetos que cobran vida para provocar asombro. “Queríamos representar cómo un niño percibe el mundo: enorme, desbordado y a veces aterrador. De ahí la idea de jugar con la poética del espacio de Gaston Bachelard, con dimensiones fantásticas que potencian la imaginación”, explica David.
Aunque Hinojosa no intervino directamente en el proceso de adaptación, sí se convirtió en un espectador privilegiado del estreno. “Nos dijo que era la mejor adaptación que habían hecho de sus obras”, cuenta David, con orgullo. “Incluso bromeó diciendo que ya es un ‘idiota’ más, en referencia a la compañía Idiotas Teatro”.
El vínculo se consolidó en presentaciones posteriores, como en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde Hinojosa compartió mesa con los creadores para hablar sobre la historia del relato y su traducción al lenguaje escénico. “Fue más que un aporte creativo: un encuentro humano muy rico y respetuoso”, resume David.
A golpe de calcetín no es un montaje cualquiera. Su originalidad escénica ha sido distinguida con los Premios Metropolitanos de Teatro en categorías como Mejor Diseño de Vestuario, Diseño Sonoro y Movimiento Escénico. Además, ha representado a México en el Festival Internacional de Títeres de Budapest, consolidando su proyección internacional.
El diseño visual y sonoro del espectáculo es resultado de un sólido equipo creativo: la música original de Juan Pablo Villa, el vestuario y las máscaras de Azucena Galicia, las ilustraciones de Alejandro Magallanes, la escenografía de Atenea Chávez y Auda Carraza, y la iluminación de Edgar Mora, entre otros colaboradores.
Más allá del despliegue técnico el montaje busca establecer un diálogo con las nuevas generaciones. Reyes destaca que la obra conecta con el mundo simbólico de la infancia: “Aunque los niños quizá no reconozcan objetos como periódicos o cámaras fotográficas, la obra despierta su curiosidad. Los objetos se vuelven misterios a descifrar”.
La participación activa del público infantil es fundamental. “Los niños se convierten en coro y conciencia de Paco Poyo. Le aconsejan, le gritan lo que debe hacer. Ese involucramiento los conecta con una ética de las decisiones: no es un asunto moral, sino un ejercicio de empatía”, explica David.
Si algo caracteriza a Idiotas Teatro es el espíritu lúdico que impregna sus producciones. Para Reyes lo más disfrutable de A golpe de calcetín es la dinámica colectiva: “No solo actuamos, también manipulamos objetos, instrumentos, máscaras. Es un viaje dentro y fuera del escenario, un juego compartido que nos recuerda la esencia del teatro”.
David coincide: “Cada función es un encuentro con mis mejores amigos. Y siempre hemos dicho que para crear la puesta en escena se necesita estar en constante juego, jugar con tus juguetes y compartirlos. Eso es lo que más disfruto de llegar al teatro: construir este universo y poder conectar con el público porque ya se vuelve un juego compartido”.
A golpe de calcetín es más que un montaje infantil. Es una sátira social, una invitación a la imaginación y un homenaje a la memoria de una ciudad que late en cada esquina. Entre calcetines, periódicos y máscaras, Paco Poyo se convierte en un espejo donde las infancias se reconocen y los adultos evocan con nostalgia lo que ya no está, pero que todavía ilumina la vida con su recuerdo.