LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA

“Volver a ver a Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée es un placer”.

Les plus belles années d’une vie 2-Cortesía Cine Caníbal.jpeg
Francisca Yolin
Cultura
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La historia Un hombre y una mujer viven una fulgurante historia de amor, pero después siguen caminos separados. Hoy ese antiguo piloto de carreras se pierde por los caminos de su memoria. Para ayudarlo, su hijo irá a buscar a aquella mujer que su padre no fue capaz de conservar, pero a la que rememora continuamente.

La reseña El director francés Claude Lelouch tuvo el mundo a sus pies en 1966. Ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, así como los Oscar a la mejor película extranjera y al mejor guion original por una película romántica titulada Un hombre y una mujer, que se quedaría grabada, con la música de Francis Lai, en la mente de varias generaciones.

Hubo una muy poco exitosa segunda parte en 1986 y en la tercera entrega, 53 años después, se vuelve a reunir Lelouch con los actores casi octogenarios para realizar una historia sentimental de recuerdos y una vida no vivida juntos.

En esta ocasión Lelouch filmó la película en tan solo 13 días, en un intento por captar lo más rápidamente la espontaneidad de la relación entre los dos actores.

Los años más bellos de una vida (Les plus belles années d’une vie, 2019) es una película sobre la nostalgia, lo que se vive y se deja de vivir. Es una historia construida desde el diálogo porque gracias a la palabra podemos acceder a lo que sienten los personajes y hacen el puente con el viaje al pasado, con imágenes de la cinta de 1966.

La relación constante y el diálogo que se realiza visualmente entre las dos entregas resulta emotiva y particular, mientras que la combinación entre líneas temporales se convierte en una metáfora sobre la vejez y el paso del tiempo en el amor, confrontados frente a la juventud.

Volver a ver en pantalla a Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée como los reconocibles Jean-Louis y Anne es un placer cinematográfico en sí mismo, sin duda de las mejores cosas de la película. Los dos siguen derrochando una química con ese romanticismo francés tan peculiar.

Recuerdos

Y a nivel general tal vez el mayor acierto de la película sea la idea de que los recuerdos se configuran de más de una manera. Jean-Louis no puede narrar su experiencia, como cualquier persona que ha perdido su memoria. Algo que Anne conserva y por ello su nieta le pide que relate una vez más cómo conoció a su abuelo. Pero si bien en Jean-Louis la experiencia se separa de una narración, aún posee un almacenamiento de imágenes amorosas, las que vemos del filme original.

Podría decirse que por momentos Lelouch abusa un tanto de esas tomas. Este exceso de nostalgia momentánea debilita la propuesta del presente. Pero es interesante que no siempre es claro de quién es el punto de vista del recuerdo. A veces es claramente Jean-Louis, a veces puede ser Anne, otras parece ser el mismo Lelouch, como una suerte de representante del cine que se recuerda a sí mismo en esa década gloriosa.

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