Aclaremos: a este reseñista el anuncio de Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948) como ganador del Premio Cervantes 2025 lo tomó por sorpresa. Si nos dejamos llevar por el nacionalismo, por supuesto que da gusto que un mexicano se lleve el mayor reconocimiento literario del idioma, al menos así es como se nos vende: nuestro país es el que ha cosechado más ganadores, con un total de siete.
Una vez pasada la euforia es momento de hacer una recapitulación alrededor de su obra. ¿Cuáles son sus grandes libros? ¿Por cuál o cuáles será recordado y pasará a la historia? Tengamos claro que el reconocimiento se entrega por trayectoria y aportaciones al idioma, y no por un solo título.
Actualmente Gonzalo Celorio preside la Academia Mexicana de la Lengua y en este sentido hay que destacar su manejo del lenguaje.
Es un autor elegante, puntilloso de la palabra escrita y con cierta tendencia al barroco, tan propio de la tradición mexicana; no por nada publicó Ensayo de contraconquista, una reflexión sobre el peso del neobarroquismo en la cultura hispanoamericana.
El peso de la obra
Como novelista, Amor propio, así como Y retiemble en sus centros la tierra, despertaron interés entre los lectores y la crítica.
El primero es un libro lleno de melancolía que protagoniza Ramón Aguilar, Moncho, de quien vemos su transición de la adolescencia a la vida adulta. En el camino hay decepciones amorosas y políticas descritas con ciertas dosis de humor.
La segunda novela va en la misma línea, pero con un poco más de sordidez. Aquí nos encontramos con Juan Manuel Barrientos, un maestro que en medio de una cruda descomunal se dirige al Centro Histórico para guiar un recorrido para sus alumnos por algunos edificios coloniales emblemáticos. Al final, los discípulos lo dejan plantado. No obstante, el protagonista emprende un recorrido que lo lleva a algunas cantinas clásicas y casi todas hoy desaparecidas. La novela tiene algo de crónica y mucho de historia. Además de una buena cantidad de clichés relacionados con la figura del escritor alcohólico.
Ambos títulos se publicaron a finales del siglo pasado. En sus últimas obras Celorio ha sumado elementos biográficos a su narrativa. Los apóstatas, novela por la que ganó el Premio Xavier Villaurrutia, nace de un episodio cercano. En ella se habla de la fe y de los abusos de la Iglesia.
De manera más abierta, Los mentideros de la memoria, es una suerte de autobiografía intelectual y afectiva por la que desfilan anécdotas con amigos y autores admirados por el escritor.
En unas semanas comenzará a circular Ese montón de espejos rotos, otro ejercicio testimonial donde al parecer hace un repaso por su vida como académico, profesor y funcionario cultural; en esta última área ejerció como director del Fondo de Cultura Económica y coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, entre otros cargos relevantes.
Una vez hecho este repaso, el reseñista se sigue preguntando si Gonzalo Celorio tiene algún o algunos libros dignos del Cervantes o si quienes entregan el prestigioso galardón siguen anquilosados en una visión convencional de la literatura.
Salvo que usted tenga la respuesta, el reseñista prefiere guardar silencio y volver a Bob Dylan: The answer, my friend, is blowin’ in the wind.

