POESÍA Y SOBREVIVENCIA

Verónica Ortiz Lawrenz
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Verónica Ortiz Lawrenz. No hay plegarias para los descabezados. Fondo de Cultura Económica. 53 pp.

Quien esto escribe hace un acto de mea culpa: por el título pensé que me encontraría un libro sobre la violencia en el país, uno más dentro de tantos materiales que ponen en evidencia el terror que habitamos día a día. Error y moraleja: nunca juzgue un libro por su título o por su portada. De lo que trata No hay plegarias para los descabezados, de Verónica Ortiz Lawrenz (Ciudad de México, 1950), es de un accidente doméstico y casi letal.

Hace cuatro años la periodista cayó de un escalón y su cabeza se incrustó en una pared. Contra todo pronóstico, sobrevivió para contarlo.

“En un segundo estalla mi primera vértebra./ Un muro de concreto es el arma sin filos./ Danzo con los acordes de la muerte./ Los desnucados no vivimos para contarlo”, así abre Estalla, el poema de apertura. A partir de ahí, todo es un recorrido lírico y honesto de quien sabe que se repuso del accidente por chiripa.

No hay engaño ni truco: estamos ante el testimonio de una persona que busca reconfigurarse y reinventarse por medio del lenguaje y la palabra.

Garra

Admite este reseñista que a Ortiz la conocía por su presencia en medios electrónicos y como narradora, pero no como poeta. Sorprende la urgencia y la claridad de sus versos. En la posición desde la que escribe no hay espacio ni tiempo para la experimentación, solo una intención por comunicar una experiencia que nadie quiere atravesar.

“Cuando duermo naufraga mi cabeza./ No encuentro lugar para mi cuerpo/ en el agua oscura donde las espinas florecen de noche./ Hay fango en el borde de los sueños,/ en el silencio estancado de rosas y escamas./ Un dios rencoroso habita en la sombra. /No hay plegarias para los descabezados”, nos cuenta en Agua oscura, uno de los poemas más sombríos.

La escritora se mira en el espejo y nos habla de soledad, pero sin conmiseración. Habla del dolor, pero también del rencor y el deseo. La condición humana tiene muchas aristas y sus líneas las nombran de manera orgánica y sin artificio.

Más allá de lo duro del testimonio, el poemario es también el vivo ejemplo de una mujer que se aferra a la vida y que tiene el coraje, la garra para salir adelante y reconocer que nunca es tarde para reinventarse ni para volver a empezar.

Otros títulos de Verónica Ortiz Lawrenz son Una decisión equivocada y La niña en el jardín.

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