Ciudad de México, México, 10 de octubre. Hace unos meses, Laura Emilia Pacheco le hizo llegar a Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional, un ejemplar de un “libro entrañable”: la antología El infinito naufragio, integrada por textos de poesía, narrativa y varia invención de “uno de nuestros más grandes polígrafos”.
Ahora, la escritora y periodista dio a conocer la aparición de Caleidoscopio José Emilio Pacheco. Aproximaciones a la obra de un poeta (El Colegio Nacional-UNAM, 2025), un volumen de 10 ensayos que se convierten en “un mapa de los diversos territorios tocados por la pluma de José Emilio”, destacó Vicente Quirarte en un texto leído por Teresa Vicencio, secretaria Administradora de la institución.
“Cuando me enteré de que José Emilio Pacheco no estaba más de manera tangible con nosotros dije que me parecía imposible pensar en un mundo sin José Emilio. Los herederos suelen magnificar la obra de los que marchan, pero en el caso que nos ocupa, Laura Emilia ha construido un volumen que hace honor al trabajo de su padre.
“En esta ocasión, Laura Emilia traza un mapa de los diversos territorios tocados por la pluma de José Emilio Pacheco: en la feria de humanidades de nuestra república literaria, escapa a toda clasificación. La versatilidad de su trabajo lo hace indefinible”, escribió el colegiado, quien recordó que el autor de Morirás lejos casi nunca presentó sus libros, “se negó rotunda y valientemente a responder encuestas sobre temas de los que se espera que el escritor sepa todo”.
Desde la perspectiva de Vicente Quirarte, la modestia fue la principal enemiga de José Emilio, pero también el arma que se vuelve contra quienes, en busca de elementos para criticarlo, lo quisieron más mundano, “más débil, más expuesto a las mezquindades del, a veces, innoble oficio. Con el ejemplo de su vida y de su obra, nos enseña a ser mejores, a respetarnos y a respetar la existencia, a vivir con la mayor integridad la breve aventura que nos corresponde”.
“En 1956, un muchacho de 17 años publica en la revista Estaciones, un ‘Tríptico del gato’. El escrito parece ser obra de un autor experimentado. La acuciosa disección del animal doméstico y siniestro está realizado con la maestría con la cual Durero reprodujo cada uno de los detalles en la armadura natural del rinoceronte o con el buril seguro y obsesivo con el cual un maestro mexicano de José Emilio, Juan José Arreola, trazaría cada una de sus criaturas en su Bestiario: más que el hallazgo metafórico, la idea que modela el concepto; más que el retrato lírico, el ensayo que es musculatura esencial y sabiduría”.
A lo anterior, hay que reconocer que, gracias a José Emilio, en la actualidad se sigue leyendo a Marcel Schwob y a Óscar Wilde, los clásicos de siempre, “que nos son devueltos con la claridad crítica de Pacheco”.
“Hablar sobre José Emilio Pacheco, de manera inevitable, nos lleva a recordar a Alfonso Reyes: talento, poligrafía, preocupación universal son cualidades que evidentemente los hermana. Ambos enfrentaron la odisea de la página del diario al libro; José Emilio se negó a publicar su Inventario con el argumento de que la palabra fulgurante en el momento de la articulación se pierde en esa forma de cárcel que ese libro consagratorio y a veces amedrentador”.
En su texto, Vicente Quirarte aseguró que, si bien no se puede hablar de la existencia de un lenguaje unívoco, y menos en la poesía, José Emilio logró, a fuerza de perfeccionar su estilo, una claridad semántica que no excluye la emoción, “una emoción desapasionada donde el Yo se vuelve un Nosotros, una conciencia crítica que, tras convencerse y convencernos de la brutalidad del mundo, nos obliga a apreciar mejor sus fugaces bellezas”.
“Las correspondencias entre sus temas y las repeticiones deliberadas con frecuentes. En el cuerpo de la Poesía reunida, bajo el título, tarde o temprano, se complementan y amplifican. Borran sus costuras para dejarnos frente a la integridad y la congruencia de su discurso. Baste citar tres de sus temas mayores: el mar, la niñez y la ciudad, que reaparecen con distinto ropaje en cada libro que acompaña la obra narrativa de José Emilio, tan breve como intensa, tan necesaria como su poesía.
“Nadie tan devastado como el poeta, nadie tan consciente de la inutilidad del lenguaje, pero también de la necesidad de continuar en un combate que, aunque a veces se antoja estéril, es siempre heroico y necesario. José Emilio lo supo desde un principio y siempre creyó que la poesía es un diálogo con el otro”, resaltó Quirarte.
Tras el universo de José Emilio
Si hay quien conoce la intimidad no sólo de la vida, sino también de la obra de José Emilio Pacheco —también miembro de El Colegio Nacional, desde 1986—, ella es Laura Emilia, no sólo por ser su hija, sino porque ha dedicado muchas lecturas a tratar de integrarse a los intereses del narrador, periodista, poeta, como se ejemplifica en Caleidoscopio José Emilio Pacheco. Aproximaciones a la obra de un poeta, cuya presentación contó con una lectura de poesía a cargo de Rocío Cerón.
Luego de poco más de 30 minutos de poemas de José Emilio, que reflejan a un poeta “absolutamente medular para poetas de muchas generaciones”, en palabras de Rocío Cerón, el lanzamiento del volumen de ensayos se desarrolló a partir de una conversación entre Laura Emilia Pacheco y Benito Taibo, quien definió a José Emilio como “un amante apasionado de las palabras, respetuosísimo con las palabras”, al grado que señalarlo sólo como un poeta “es decir poco, pero decir polígrafo es mucho más complicado, porque suena raro y los niños no sé si se atreverían a ‘mira, ahí va un polígrafo’”, sin embargo, eso es lo que fue.
“Lo conocí desde que soy un niño y tengo que decir que un día le dije que yo quería ser poeta y me dio el mejor consejo que me han dado en mi vida, que fue: ‘compra un lápiz muy grande con mucha punta, pero con mucha más goma’. Traducido: escribe mucho, pero borra mucho más. Me faltaron gomas, tendría que haber comprado un par de cajas de gomas”.
A la pregunta de ¿cuándo se dio cuenta de que estaba ante un poeta?, Laura Emilia Pacheco recordó la ocasión en que, luego de la publicación de Las batallas en el desierto, mientras ella cursaba la secundaria, por primera vez llegaron regalías más o menos abundantes y, “por primera vez, fuimos a comer a un restaurante, entonces, ahí me di cuenta que algo estaba raro, pero después, cuando la gente empezó a reconocerlo en la calle, dije: ‘aquí pasa algo muy malo’, porque me empecé a dar cuenta que él era una persona muy rara también. Y la vida cambió absolutamente, se volvió mucho más encerrado, no le gustaba este asunto del reconocimiento en la calle, lo llenaba de vergüenza, de pánico”.
De acuerdo con Benito Taibo, hablar de José Emilio es referirse a un sabio generoso; él no atesoraba el conocimiento, sino todo lo contrario, lo daba a raudales: gracias al Inventario, en Proceso, “leí cosas que, de otra manera, hubieran tardado mucho más tiempo en llegar a mi vida como Paul Valery y me enamoré de Chesterton gracias a JEP”, quien firmaba de esa manera como un acto de humildad, señaló el director de Radio UNAM.
Laura Emilia, por otro lado, aseveró que lo más importante para el poeta era el texto, “él siempre lo dijo: lo que importa es el texto y no quién lo escribe. No sé si estoy tan de acuerdo con eso, pero el caso es que para él su mayor placer era compartir”; hay que recordar, además que en esa época no existía Amazon ni Mercado libre y había que traer los libros donde estuvieran, “de manera que sus viajes eran verdaderamente terribles, porque llegaba con maletas y maletas de libros que acabaron por destrozarle el cuerpo”.
“Todos estos hallazgos eran realmente tesoros, que era difícil de adquirir en México en esa en esa época. Después llegó Google, llegó la computadora, pero gran parte de esa obra se hizo pues sin computadora, sin Google, sin Amazon, lo cual creo que le da otro giro también”.
El trabajo cinematográfico fue uno de los más complejos para José Emilio, incluso fue una “época particularmente difícil en la casa”, destacó la escritora, porque al tratarse de un sistema de escritura completamente diferente, todos los días iba a su casa Arturo Ripstein, “que fuma o fumó puro toda su vida y no había otra manera de hacerlo ahí”, porque se tenía que hacer colectivo.
“Él, que siempre fue una persona tan aislada para escribir, en este caso tenía que compartir la escritura, el espacio de la escritura con Arturo, entonces creo que sufrió un poco”, evocó Laura Emilia.
El libro, presentado en el Aula Mayor de El Colegio Nacional, se integra con 10 ensayos de Laura Emilia Pacheco, en donde se encuentran algunos de los intereses primordiales en la obra de José Emilio Pacheco: los animales en su escritura, la traducción, el guionismo cinematográfico, el paso del tiempo, el sismo de 1985, los inventarios, Borges, López Velarde y Óscar Wilde.
Caleidoscopio José Emilio Pacheco. Aproximaciones a la obra de un poeta, es una coedición de El Colegio Nacional y la Cátedra Extraordinaria de Fomento a la Lectura José Emilio Pacheco, de la coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, enriquecida con un prólogo de Rosa Beltrán.
La lectura de poesía y la conversación en torno el libro de ensayos se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.