Entre puertas que no se cierran, actores que olvidan sus diálogos y utilería que desaparece, ¡Qué desastre de función! se presenta en el Teatro Jorge Negrete bajo la dirección de Cristian Magaloni.
Esta obra es una versión de la legendaria comedia británica Noises Off!, la cual devela el mundo actoral tras bambalinas.
Con Noises Off! su autor, Michael Frayn, irrumpió en la escena teatral en plena guerra de las Malvinas. Llevó al extremo la tradición de la farsa inglesa al mostrar no solo la historia de una compañía teatral al borde del colapso sino también el detrás de cámaras donde todo lo que puede fallar, falla.
El resultado fue un éxito inmediato. La obra pasó al West End y después a Broadway, donde fue aclamada por la crítica: “La comedia más divertida jamás escrita”, publicó The New York Post. Cuatro décadas más tarde sigue representándose en más de 50 países y es considerada un clásico moderno del teatro.
Ahora bajo la mirada de Magaloni ¡Qué desastre de función! encuentra un nuevo escenario en México. “La realidad se nos cuela en la ficción todo el rato”, explica el director en entrevista con Vértigo. Y agrega: “Siento que no hay una comedia así tan coreográfica, de pastelazo”.
La puesta mexicana propone una experiencia visual dinámica: ambientada en la década de 1970 en una casa con siete puertas, el escenario gira 360 grados, permitiendo al público observar lo que ocurre tanto al frente como detrás de la obra.
Además, esta pieza no solo revive un texto clásico, sino que lo adapta para el público mexicano: los chistes, las referencias escénicas y la construcción del caos resuenan con la idea de una compañía que lucha para que todo salga bien cuando todo está mal.
Durante el primer acto se ve la función en su intento de estreno. Los actores olvidan sus líneas y sus acciones, los decorados resultan inestables y se muestran fallos de sincronización que presagian el desastre.
En el segundo es cuando la escenografía da un giro completo para revelar el mundo tras bambalinas en pleno colapso: salidas apresuradas, confusiones, romances ocultos y rivalidades se muestran ante el público.
Finalmente, en el tercer acto, todo se derrumba y la farsa llega al límite: la obra se desmorona, los enredos alcanzan lo absurdo y el público ríe ante una mezcla de desastre teatral y humor físico con una precisión tan afinada que resulta hipnótico.
Caos coreográfico
Aunque todo parece improvisado, el montaje exige una coordinación milimétrica. Cada gesto, entrada y salida, cada error simulado debe estar perfectamente coreografiado, lo que convierte el caos en arte.
Sobre esto, Pedro de Tavira, quien interpreta al director escénico, platica que “es un texto tan bien escrito, que parece sencillo, pero en realidad es sumamente complicado. Es como un engranaje de reloj: yo lo giro, y si no lo hago a la velocidad que tiene que girar no funciona. Es este tipo de obras que es el conjunto de todo: producción, dirección… si no está embonado todo, la obra no es lo que realmente debería ser”.
El reto de encarnar este universo de enredos recae en un elenco estelar: además de Pedro de Tavira se encuentran en escena Ximena Romo, Anahí Allué, Mario Alberto Monroy, Pamela Almanza, Roberto Duarte, Mariana Gajá, Marco Antonio García y Fer Córdova.
Para Magaloni la comedia de Frayn funciona como una radiografía del teatro mismo, donde cada error se convierte en motor dramático. “Es una obra de actores”, puntualiza el director. “Más allá de todo el artilugio que tiene, también es una obra de actores y eso me encanta. Cuando la veía me dejó el gusanito de que la vida tras bambalinas es muy frenética, pero al mismo tiempo muy interesante”.
Una de las figuras más queridas del teatro musical mexicano, Anahí Allué, afirma que el mayor encanto de ¡Qué desastre de función! radica en su compañía: “Mi parte favorita es el elenco y el director. Admiro profundamente a mis compañeros. Hemos formado una familia escénica, y eso se nota en el escenario. Con Mario (Alberto Monroy) ya nos conocemos hasta los olores —bromea—, y en la obra tenemos una especie de romance, lo que nos permite jugar con una intimidad actoral muy divertida”.
Por su lado, el propio Monroy destaca la estructura de la pieza: “Me gustan las capas que tiene. A veces sube poco a poco y otras veces salta al absurdo total. Es una experiencia escalonada, como una espiral de locura. Y me encanta que se muestre el backstage, esa otra energía que el público normalmente no ve”.
La obra, dice, retrata con precisión la vida teatral: “El teatro es un ente vivo. En cada ensayo pasan cosas irrepetibles, momentos que no se recuperan nunca más. ¡Qué desastre de función! logra capturar eso: la fragilidad y la magia de estar en escena”.
Anahí coincide: “Muchas veces lo que ocurre detrás del escenario es más interesante que la obra misma. Este montaje lo muestra con humor, pero también con cariño hacia nuestro oficio. Es una joya de texto, un reto para cualquier actor”.
Para el espectador la experiencia es doble: la diversión inmediata de la farsa y, al mismo tiempo, una reflexión sobre la construcción del arte, el error como parte del proceso creativo y la idea de que detrás de cada esfuerzo y tensión hay muchas risas.
Esta obra es ideal para quienes buscan una experiencia teatral cargada de humor, caos, talento y entrega. Aquí el desastre no decepciona, sino que invita a celebrar las imperfecciones que hacen del teatro un arte vivo.
Con temporada hasta el 28 de diciembre, ¡Qué desastre de función! se presenta en el Teatro Jorge Negrete con funciones los viernes a las 20:00 horas, sábados a las 17:00 y 20:30, y domingos a las 17:30 horas.

