¿Qué hace a tu corazón cantar? Esa es la pregunta con la que inicia y se sostiene Trino, en búsqueda de su poder interior, la puesta en escena escrita por Paulina Soto Oliver y dirigida por Alberto Lomnitz, que regresa a los escenarios de la Ciudad de México para celebrar su quinta temporada en el Teatro Helénico.
Lejos de ser un espectáculo más dentro de la cartelera infantil, Trino se consolida como un referente en el teatro familiar contemporáneo en México gracias a su potencia visual, la profundidad de su historia y su capacidad de generar diálogos intergeneracionales.
Se trata de un montaje “entrañable y sofisticado”, según lo califican tanto críticos como el público en general, que lo ha acompañado a lo largo de sus temporadas previas.
Con una mezcla de títeres, música original, proyecciones multimedia y un guion cargado de simbolismo la obra plantea el viaje interior de José Trinidad Moyótl, un niño de ocho años marcado por la viruela y el miedo al rechazo. Su travesía lo llevará a confrontar las heridas del abandono y descubrir que su mayor fuerza está en el amor y la empatía.
La autora, actriz y titiritera Paulina Soto explica en entrevista con Vértigo que esta obra tiene un origen profundamente personal. Originalmente el personaje lo concibió su abuela materna en un cuento titulado Dos angelitos feos. Años después, Soto decidió retomarlo y dotarlo de un universo propio, como una forma de conectar con el linaje femenino de su familia, integrado por varias generaciones de escritoras y críticas de arte.
“Trino nace a partir de la necesidad de hablar de mi propio dolor y de mis propias heridas. Es también un homenaje a mi abuela, quien me contaba cuentos para dormir. Yo tomé el personaje que ella creó y lo traje al escenario para darle un mundo, una cosmovisión y, sobre todo, para dialogar con las infancias desde un lugar honesto”, comparte la dramaturga.
En escena el protagonista se enfrenta al dolor de sentirse diferente, al miedo de ser rechazado y al enojo hacia quienes no lo comprenden. Sin embargo, su viaje no es en soledad: lo acompaña Tahuati, un lobo de gran formato que funge como guía espiritual y le recuerda que la fortaleza del individuo está ligada a la fuerza de la comunidad.
Para Soto es esencial que el teatro familiar hable de estos temas con valentía y ternura: “La herida del abandono y del rechazo en la infancia marca a las personas en todas las etapas de su vida. Detrás de la ira, de la violencia y del enojo que vemos en los adultos, casi siempre está el dolor de una herida no atendida en la niñez. No por ser niño estás exento de una pérdida, de violencia… Por el contrario, los niños son los más vulnerables a todas estas heridas y estos periodos difíciles. Ayudarles con ciertas herramientas se ha convertido en parte de la misión de Trino”.
Además, la autora comenta que el público ha sorprendido al equipo creativo en cada temporada: desde bebés de nueve meses que permanecen atentos durante toda la función, hasta adultos que, conmovidos, reconocen en la historia sus propias cicatrices.
Derroche artístico
El éxito de esta puesta en escena no se explica únicamente por la fuerza de su dramaturgia. El montaje reúne a un equipo de primer nivel bajo la dirección de Alberto Lomnitz; la dramaturga y actriz Paulina Soto Oliver comparte el papel de Trino con Clarissa Malheiros y Sol Sánchez; mientras que Ángel Luna y Carlos López Tavera alternan en los entrañables personajes de El Tomates y El Narrador.
La propuesta visual cobra vida con los títeres de Humberto Galicia, la escenografía e iluminación de Carolina Jiménez, el vestuario de Sabina Aldana y las proyecciones de Héctor Cruz, complementadas con ilustraciones de Lidia Cruz.
La atmósfera sonora, pieza fundamental en el viaje poético de la obra, es creación de Ricardo Lomnitz, quien además aporta música original interpretada en vivo. Este entramado creativo ofrece un espectáculo que combina sensibilidad y virtuosismo técnico en cada detalle.
Una de las fortalezas más destacadas de Trino es su propuesta visual. La obra recurre a técnicas poco habituales en el teatro familiar mexicano: títeres de mesa manipulados por dos actores, títeres de sombra que invitan al público a imaginar más allá de las pantallas digitales, máscaras que cambian de forma según el plano existencial de los personajes, proyecciones de video y música en vivo.
El resultado es un lenguaje escénico que se siente fresco y profundo a la vez. Para las infancias supone un descubrimiento de formas tradicionales de contar historias; para los adultos es una experiencia estética cargada de simbolismo.
“Pocas veces se ven en México proyectos para jóvenes audiencias con un nivel de producción tan cuidado. Gracias al estímulo fiscal logramos reunir a este equipo y proponer un espectáculo con altos valores culturales y artísticos. Es un derroche creativo al servicio de un relato sensible y necesario”, comenta la dramaturga.
En tiempos donde la polarización y la violencia marcan la conversación pública, el mensaje de la obra resuena con fuerza: “Yo soy tú y tú eres yo”, repite Tahuati, el lobo guía, para recordarnos que la empatía es la base de cualquier tejido social saludable.
Más allá del escenario, Trino es una invitación a la reflexión colectiva. A los niños les ofrece la posibilidad de reconocerse en su vulnerabilidad y encontrar fuerza en la empatía. A los adultos les recuerda la importancia de atender las cicatrices del pasado y acompañar con honestidad a las nuevas generaciones.
“Si los espectadores se van preguntándose qué hace cantar a su corazón, el objetivo está cumplido”, dice Soto.
En su quinta temporada Trino reafirma que el teatro familiar en México puede ser un espacio de alto nivel artístico, con propuestas que conmueven, educan y divierten. Un viaje poético que demuestra que las cicatrices no nos definen: lo que realmente nos transforma es la capacidad de cantar con el corazón.
Habrá funciones sábados y domingos, a las 13:00 horas, hasta el 19 de octubre.