En la literatura mexicana contemporánea son pocos los autores que rompen con las formas convencionales y tradicionales de los libros. Uno de ellos es Roberto Abad, quien en su más reciente obra, Umbral, retoma una búsqueda que inició en El hombre crucigrama (2023) para convertir la forma física de la obra en parte esencial de la experiencia lectora. Esta vez su inspiración provino de un tablero de ouija.
Pero no se trata de un simple guiño estético ni de un recurso para añadir misterio: la ouija, en Umbral — editada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)—, es un dispositivo estructural y simbólico que atraviesa toda la obra. Desde la portada ilustrada por la artista mexicana Frida Kadavre hasta la disposición misma de los textos y la inclusión de preguntas que funcionan como puertas de entrada a cada relato, el libro propone un pacto de ficción que simula una sesión de ouija.
Sobre lo anterior, en entrevista con Vértigo, Abad señala: “Vi que en la ouija había una composición como objeto que era muy estimulante al momento de pensarla como creadora de lenguaje, más allá de darle una connotación satánica. Me pareció que la palabra en ese contexto se convierte en un umbral, una mitad entre dos realidades”.
La elección de la ouija como eje conceptual responde también a un vínculo personal: Abad creció en los noventa, expuesto a una cultura popular en la que este juego formaba parte del imaginario cotidiano. “En mi infancia estuvo presente, así que era una suerte de involucrar esa parte de mi vida y volverla parte de mi imaginario narrativo”, recuerda.
Por otro lado, el título Umbral no fue una decisión inmediata. El autor reconoce que se “peleó” con varios nombres antes de llegar a esta palabra, que para él encierra la esencia del libro: un cruce entre realidades. A través de los 13 textos que componen la obra —once cuentos, más un prólogo y un epílogo—, ese cruce puede tomar múltiples direcciones: a veces son los elementos de la vida cotidiana los que irrumpen en un mundo paranormal, otras veces es “lo otro” lo que se filtra en nuestra realidad tangible.
“No siempre pensamos el umbral desde el otro lado”, reflexiona Abad. “A veces imaginamos al fantasma tocando nuestra puerta, pero rara vez nos colocamos nosotros del otro lado. Los cuentos provocan ese atrevimiento, tanto en los personajes como en el lector”.
Uno de los rasgos más llamativos de Umbral es que a cada cuento le precede una pregunta. Estas no son meros epígrafes o adornos, sino más bien auténticos detonadores narrativos: funcionan como la tabla de la ouija que formula la pregunta antes de que el tablero responda.
“Debía existir la pregunta para que existiera el cuento. La pregunta es un umbral: al cruzarla, te encuentras lo que hay del otro lado”, dice Abad. “Pero las respuestas son ambiguas, porque me interesa ese instante de duda. Es un juego y una trampa: la respuesta puede ser el cuento… o el inicio de otra pregunta”.
En este sentido, el autor se inspira en libros de augurios y consulta como el I Ching o el Tao Te Ching, que poseen un tono misterioso y abierto a la interpretación. Esa ambigüedad se refuerza con finales abiertos y vacíos narrativos que, según Abad, son indispensables en un cuento fantástico: “Es ya parte de mi escritura. Al mismo tiempo de crear una historia, y sobre todo una historia fantástica, siempre pienso en los vacíos que voy a dejar no solo para que el lector los llene si quiere, sino también porque me interesa que existan los vacíos. Creo que un cuento no está terminado si no tiene ese vacío”.
Mundos paralelos
Para Abad el terror es un medio eficaz para descolocar al personaje y explorar sus contradicciones: “El miedo es universal. Está en los primeros humanos que oyeron un trueno y no supieron explicarlo. El terror más allá de tener una relación directa a nuestros miedos tiene una relación muy cercana a lo que somos como humanidad”.
De esta manera, el autor teje un universo narrativo en Umbral que, si bien compuesto por historias independientes, mantiene una coherencia interna gracias a tres ejes temáticos que se entrelazan y dialogan entre sí. El primero es aquella situación habitual en cuentos clásicos del género en que extremidades del cuerpo —manos, pies, nariz— cobran vida propia. Abad retoma esto con un giro inesperado: él opta por darle vida a una parte interna: un tumor que adquiere autonomía. Esta elección lo dota de un matiz perturbador más íntimo, pues al provenir de dentro del cuerpo la amenaza es más cercana, inevitable y visceral.
El segundo eje es la infancia, un territorio donde fragilidad y potencia conviven en tensión. Varios de los cuentos de este libro incluyen niños como personajes clave, a veces desde una óptica inquietante, otras como agentes capaces de resolver conflictos que los adultos no pueden. Abad reconoce que esta figura le resulta particularmente atractiva porque en la infancia hay una mirada distinta del mundo, lo que la convierte en un espacio fértil para lo insólito. “En Stephen King los niños son entidades terroríficas”, comenta el autor, subrayando que los extremos de la vida —la niñez y la vejez— suelen ser vistos desde la adultez como lugares lejanos o extraños, y que precisamente por eso en el relato fantástico pueden desestabilizar la noción de normalidad.
Finalmente, el tercer eje es el sueño como territorio liminal, donde lo real y lo irreal se confunden. Abad incluye un cuento que nació de un sueño que tuvo, una experiencia que le resultó reveladora. El hecho de que una historia pueda llegar a la página directamente desde el plano onírico refuerza su interés por los umbrales: en este caso, la frontera difusa entre vigilia y sueño. Este espacio funciona como un canal por el que transitan elementos de una realidad hacia otra.
Con Umbral Roberto Abad no entrega únicamente un conjunto de relatos fantásticos y perturbadores: propone una experiencia lectora que es en sí misma un cruce entre dos realidades. Como la ouija que lo inspira, el libro se convierte en un umbral físico y simbólico que invita a formular preguntas y a aceptar que del otro lado las respuestas pueden ser tan inquietantes como seductoras. La obra se presentará en la Feria Internacional del Libro de Zacatecas el próximo 24 de agosto a las 17:00 horas.