Ciudad de México, México, 28 de octubre. La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro, presentan Un vals sin fin por el planeta, de Emilio Carballido (1925-2008). Esta puesta en escena, dirigida por Maritza Medina, forma parte de la conmemoración nacional que celebra la vida y legado de uno de los dramaturgos más importantes del país, a cien años de su nacimiento.
Carballido formó parte de la llamada Generación del Cincuenta, de la que sobresalen nombres como Luisa Josefina Hernández, Luis G. Basurto, Sergio Magaña, Jorge Ibargüengoitia y Elena Garro: un grupo de jóvenes dramaturgos que coincidieron en el recién fundado INBA. Este grupo de amigos creó un corpus teatral de notable calidad, en el que abordaron los problemas sociales y éticos de México.
La obra de Emilio Carballido destaca por su marcado carácter ético. Sus piezas dramáticas –entre breves y largas– superan con creces el centenar. El crítico, actor y dramaturgo Armando Partida Tayzan se refiere a él como “columna de la dramaturgia nacional en toda la mitad del siglo XX”.
El pasado 2 de octubre se estrenó La danza que sueña la tortuga, dirigida por Nohemí Espinosa en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández. Un vals sin fin por el planeta (1970) y La danza que sueña la tortuga (1954) comparten a los mismos personajes: una familia un tanto peculiar originaria de Córdoba, protagonista de ambas obras.
Un vals sin fin por el planeta narra la historia de una familia gobernada por Víctor, un patriarca tirano, a cuyo hogar llegan dos misteriosos hermanos: Consuelo y Gabriel. Sometidas y sostenidas por él están sus hermanas menores, Rocío y Aminta, así como su segunda esposa, Guillermina, quienes, carentes de fuerza para enfrentarse a Víctor o para vivir sin él, van acumulando frustraciones que salen a la luz con la llegada de la joven desconocida. En el centro está Carlos, un adolescente dividido entre repetir la vida de su padre o construir la suya. Su vínculo con el chivo Ramsés y la llegada de los forasteros lo confrontan con una pregunta esencial: ¿quién quiere ser?
“La obra se mueve como un vals: circular, suave y a la vez impulsado por fuerzas invisibles que transforman. Lo que parece un retrato realista de una familia veracruzana en los cuarenta se deshoja para revelar capas de ternura, frustración y deseo. Carballido no habla de un amor romántico idealizado, sino de un amor vital, físico, inasible: un impulso que libera y desestructura. Ese amor es detonante de una metamorfosis que ni el patriarcado ni la costumbre pueden contener”, comparte la directora Maritza Medina.
“En última instancia, esta obra nos pregunta: ¿cuántas llaves hemos podido tirar?, ¿cuánta libertad hemos anhelado?, ¿cuántas veces el amor nos ha desbordado? Como la vida misma, el vals nunca se detiene.”
Con las actuaciones de Ana Rojas, Alejandro Rojas, Sarahí Cornejo, Valeria Ibarra, Paola Vargas, Andrea Lara, Tavané Martínez, Erick Fontes, Diego Estrello y Aurora Gonzvel, Un vals sin fin por el planeta ofrecerá temporada hasta16 de noviembre: viernes, 17 horas; sábados, 19 horas; y domingos, 18 horas, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque (Suspende funciones el 1 y 2 de noviembre).
El montaje cuenta con diseño de escenografía de Majo Miselem; diseño de iluminación de Rocío Nicté “Chai”; diseño de vestuario de Karla Daniela; diseño sonoro y musicalización de Diego Freeman; producción ejecutiva de Rocío Nicté “Chai”; asistencia de dirección de Diego Estrello; y asistencia de producción de Valeria Ibarra.
La obra tiene una duración aproximada de 90 minutos y está recomendada para mayores de 14 años. El costo de entrada es de 150 pesos.
Los boletos pueden adquirirse en las taquillas del Centro Cultural del Bosque o a través de este enlace.

