2020, el año que el deporte nunca olvidará

Buenos y malos momentos

Redacción
Deportes
Diego Maradona Copa Mundial en el Estadio Azteca 29 de junio de 1986 AP Foto Carlo Fumagalli, Archivo.jpg
Foto: Carlo Fumagalli, Archivo AP

Nueva York, 23 de diciembre de 2020.- La pandemia de coronavirus provocó caos en el mundo del deporte, pero no todas fueron malas noticias en 2020. El año que nadie olvidará tuvo a Rafael Nadal, con mascarilla puesta, levantando su título número 13 de Roland Garros, su victoria 100 en la arcilla de París y empatar el récord histórico de 20 cetros de Grand Slam en manos de Roger Federer.

Lewis Hamilton se instaló como el piloto más laureado de la historia de la Fórmula Uno tras batir el récord de 91 victorias de Michael Schumacher y luego igualar la cuenta de siete títulos del Kaiser. Sequías de títulos llegaron a su fin cuando Liverpool se consagró campeón del futbol inglés por primera vez en tres décadas y los Chiefs de Kansas City ganaron su primer Super Bowl en 50 años.

Pero también la tristeza y conmoción causada por las muertes de Diego Maradona y Kobe Bryant, dos leyendas del deporte.

Kobe, 26 de enero.

“No tiene sentido”, dijo LeBron James. “Pero el universo pone cosas en tu vida... No se supone que tengan que tener sentido, pero pasan”.

Así fue cómo el astro de los Lakers de Los Ángeles resumió la conmoción tras conocer que Kobe Bryant había perdido la vida cuando el helicóptero que le trasladaba se estrelló contra las colinas de Calabasas, California, el 26 de enero. Partió a una temprana edad, a los 41 años y menos de cuatro años después de retirarse de la NBA. Bryant se dirigía con Gianna, su hija de 13 años, a un partido de baloncesto juvenil. Ambos murieron juntos a los otros seis pasajeros y el piloto.

Cuarto máximo anotador en la NBA, Bryant jugó toda su carrera de 20 años con los Lakers, consagrándose campeón en cinco ocasiones.

El deporte se paraliza, 11 de marzo

Faltaban escasos segundos para dar comienzo a un partido del Jazz de Utah contra el Thunder en la Chesapeake Energy Arena de Oklahoma City cuando se retrasó por media hora y luego fue suspendido. La confusión cundía. Poco después se confirmaba que Rudy Gobert, del Jazz, había dado positivo por el nuevo coronavirus. La NBA tomaba esa misma noche, del 11 de marzo, la decisión de suspender la temporada “hasta nuevo aviso”. Dos días antes, el centro francés se había burlado de los temores por la incipiente pandemia, tocando los micrófonos puestos sobre la mesa en una rueda de prensa.

El abrupto alto en el baloncesto en Norteamérica fue precursor de la paralización de toda la actividad deportiva en todo el mundo — con ligas de futbol en Nicaragua y Bielorrusia como excepciones. Los Juegos Olímpicos, la Eurocopa y la Copa América fueron aplazados hasta 2021. Citas como el Tour de Francia y el Masters de Augusta debieron esperar hasta los meses de otoño.

Liverpool campeón, 30 años después, 25 de junio

Cuando se volvió a jugar, el entorno fue distinto. Se hablaba de protocolos sanitarios y burbujas. Y fue más palpable en el futbol. Pancartas que cubrían las hileras de butacas para encubrir la ausencia de aficionados. El ruido artificial para generar ambiente ante el silencio.
Pero nada y nadie iba a impedirle a los hinchas de Liverpool festejar su primer título de la primera división de Inglaterra en 30 años certificado cuando Chelsea venció 2-1 al Manchester City en Londres el 25 de junio. Fue una coronación que se presagiaba desde diciembre y acabaron con una ventaja sideral de 18 puntos sobre el City, el previo campeón. Pero no fue la celebración que hubieran deseado, un despliegue de masas dentro de su feudo de Anfield. La pandemia alteró los planes, pero la congregación de varios centenares para encender bengalas.

El pelotazo de Djokovic, 6 de septiembre.

Fue la temporada de tenis más breve que se recuerda, con cinco meses de inactividad y la cancelación de Wimbledon por primera vez desde 1945.

El Abierto de Estados Unidos en Nueva York fue uno de los primeros torneos en disputarse tras la reanudación del tenis, y todo parecía servido para que Novak Djokovic, por entonces invicto, se llevase su 18º título de Grand Slam. Después de todo, Nadal declinó aventurarse al viaje trasatlántico en medio de la pandemia y Federer no podía tras operarse dos veces la rodilla derecha.

Djokovic llegaba precedido por su condición de agitador de un nuevo sindicato de jugadores y haber dado positivo por Covid-19 tras organizar una gira de exhibiciones en Serbia y sus vecinos balcánicos. Pero todo se fue por la borda cuando sufrió un quiebre de saque en el tramo final del primer set de su partido de cuarta ronda ante Pablo Carreño Busta. Contrariado por un momento adverso, azotó la pelota hacia atrás. El serbio pudo avistar la trayectoria de la pelota y su mirada delató el terror. Acababa de pegarle en la garganta a una jueza de línea, que se desplomó y dio un grito de dolor en un estadio sin público.

Por más que procuró argumentar que no tenía la intención de golpearla, la suerte estaba echada por el reglamento. Fue descalificado por primera vez en su carrera. El 18º grande tampoco pudo ser en el Abierto de Francia que se jugaría unas semanas después, apaleado por Nadal en la final.

Los Ángeles a la vanguardia

La ciudad de Los Ángeles celebró por partida doble. Sus Lakers conquistaron su primera corona en una década y quedar empatados con los Celtics de Boston como las franquicias más laureadas con 17 cetros. Pero el festejo más ansiado estaba en el beisbol. Los Dodgers no se consagraban desde 1988. Venían tocando la puerta insistentemente, ganando su división en siete años seguidos. Alcanzaron la Serie Mundial de 2017, que acabaron perdiendo en casa ante unos Astros de Houston que posteriormente quedaron expuestos como tramposos por el robo de señales. Misma historia en la edición de 2018, cayendo en casa contras los Medias Rojas. Pero tras gastarse dos mil millones en salarios de jugadores en los últimos ochos años, los Dodgers sometieron a los Rays de Tampa Bay en un Clásico de Otoño que se jugó en Arlington, Texas.

Fue un final inusual. A raíz de la pandemia, pasaron semanas en una burbuja. Y el coronavirus acabó impactando la celebración tras la victoria en el sexto partido que les dio el título al trascender que su tercera base Justin Turner había reemplazado en el juego en el octavo inning tras recibir un resultado positivo por coronavirus. En una escena surreal, Turner hizo caso omiso de las órdenes de las autoridades y volvió al terreno para posar con sus compañeros con el trofeo.

Maradona, 25 de noviembre.

El último año de la extraordinaria vida futbolística de Diego Maradona le encontró de vuelta en Argentina como técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata. Cada visita del club terminaba en actos de veneración. Por ejemplo, en Rosario para enfrentar a Newell’s Old Boys, los locales le pusieron un sillón para dirigir. Carlos Tevez le besó en los labios en La Bombonera antes de un partido en el que Boca Juniors se coronaría campeón de la liga.

En retrospectiva, todos esos gestos fueron un último homenaje al genio y caudillo de la selección que ganó la Copa del Mundo de 1986, donde el Diez fue el autor de dos memorables goles ante Inglaterra en los cuartos de final. Primero el de la Mano de Dios y luego desairando a medio equipo rival para el que la FIFA destacó como el mejor en la historia de los mundiales.

La pandemia le mantuvo bajo recaudo. Con una frágil salud por sus múltiples adicciones, Maradona cumplió los 60 años el 30 de octubre. Un mes después, moría de un paro cardiaco derivado de un edema pulmonar sufrido semanas antes.

Con información de AP