EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR: LOS MÚSICOS Y LA PANDEMIA

La vida sin conciertos.

Hector González
Entretenimiento
CIUDAD DE MÉXICO, 30DICIEMBRE2018.- Listo se encuentra el escenario que se utilizará en los festejos por la entrada del año nuevo 2019, el escenario fue colocado a la altura de la Palma sobre avenida Reforma. 
FOTO: MOISÉS PABLO /CUARTOSCURO.COM
Moisés Pablo/Moisés Pablo

A escala mundial la industria del entretenimiento en vivo está valuada en 26 billones de dólares. Tan solo en Estados Unidos la venta de boletos de las 100 principales giras durante 2019 generó 5.6 billones. Ante la pandemia los músicos de bares, fiestas y conciertos en foros medianos y grandes serán los últimos en regresar al trabajo dentro de la llamada nueva normalidad.

Debido a la pandemia de Covid-19 las presentaciones están detenidas y las agrupaciones de todos los géneros se encuentran en pausa. Al principio algunas realizaron presentaciones fragmentadas para beneficencia de organizaciones de salud y conforme se reanudan las actividades hay artistas que optan por actuar vía streaming o incluso, en ciudades como Madrid, salas como Moby Dick decidieron reanudar sus actividades en versiones híbridas: admiten 30% del aforo y además transmiten en línea en formato de pago. El resultado no es el óptimo pero es más de lo que habría si se mantienen cerradas.

En la Unión Americana algunas salas, según el estado, programan conciertos siempre que respeten dos metros de distancia entre cada asiento y el asistente tenga un comportamiento más o menos tranquilo; es decir, de brincos y grandes bailes, nada.

Los artistas más taquilleros sobrellevan la ausencia de trabajo con la tranquilidad que les permiten sus ingresos. Grandes festivales y artistas de la talla de Madonna, Pearl Jam o Elton John mejor decidieron aplazar funciones para 2021.

En medio del panorama hay músicos de acompañamiento, técnicos, personal de staff y toda una escena independiente que está en apuros.

Alea es una joven colombiana de voz privilegiada. Vive en Brooklyn y la pandemia detonó cuando estaba por presentar su disco Alborotá en México. “Creo que es un fenómeno que nos tomó a todos por sorpresa”, dice la compositora vía Zoom desde Nueva York. “Me encuentro bien a pesar de que se me cancelaron las giras y los shows”.

A base de ahorros y de dar clases consigue sobrellevar el paro del sector. No obstante sigue lanzando sencillos por medio de las plataformas digitales e incrementa la comunicación con sus seguidores vía redes sociales. “Creo que los artistas estamos obligados a reinventarnos. En Nueva York, por suerte, el gobierno brinda apoyos a quienes somos independientes y lo hemos aprovechado”.

Reconoce, sin embargo, que hay colegas que no cobran nada porque no hay conciertos. A cambio grandes estrellas y empresas como Spotify lanzan iniciativas de apoyo a quienes viven de la industria. “De verdad es una situación sin precedente. No me atrevo a adelantar lo que sucederá la semana entrante. Pero sin duda las artes, y en particular la música, han hecho más llevadero el confinamiento”, comenta Alea.

Tiempo de reinvención

En México hace unos días se lanzó la campaña ¡Va por el crew! Grupos de rock como Café Tacvba, Zoé, Molotov, Hello Seahorse!, Chetes, Porter, Carla Morrison, Julieta Venegas o Nortec: Bostich+Fussible promueven la entrega de estímulos y acceso a materiales exclusivos para recaudar fondos que se entregarán a 300 trabajadores afectados por la cancelación de eventos masivos.

Roy Cañedo, exbaterista del grupo de rock Thermo y quien durante el confinamiento aprovechó para lanzar su disco instrumental Vril, celebra este tipo de ideas, pero advierte que plantean soluciones a corto plazo. “Como industria es tiempo de sincerarnos. Los artistas tendremos que replantear nuestras tarifas y hacerlas acorde a la realidad del país. Me gustaría que se desarrollara una industria independiente más robusta y sustentable. Nos falta profesionalización en el sector y no veo muchas acciones que aborden el problema de manera real”.

Para el baterista la solidaridad no es suficiente y tampoco se debe depender de los escasos estímulos que entrega el Estado. “Los músicos necesitamos desarrollarnos por nosotros mismos; de lo contrario terminaremos peleándonos por ayudas ínfimas”.

Cañedo reconoce que en México se está más acostumbrado a pedir que a negociar. “Los proyectos necesitan desarrollarse con visión de industrias culturales”.

En la búsqueda de formas de mantenerse en activo Moderatto o Hello Seahorse! son proyectos que experimentan con las formas de ofrecer conciertos. Otro grupo veterano que anunció un concierto en línea es Rostros Ocultos, que tocará sus clásicos el próximo 15 de agosto mediante la plataforma Boletia y con un costo de 100 pesos.

Arturo Ybarra, guitarrista y fundador de los autores de El final, apunta: “La mayor parte del ingreso de un músico viene de tocar ya sea en un bar o en un estadio. Necesitamos buscar fuentes de ingreso para además apoyar a nuestro staff y equipo técnico, que está prácticamente desempleado”.

El músico tapatío reconoce que no es lo mismo presentarse ante una cámara que ante un grupo de gente, pero no hay otra salida por ahora. “Buscamos un buen estudio y cámaras con buena resolución para que salga perfecto en todos los sentidos. El ancho de banda con que trabajaremos permite hasta 30 mil personas conectadas al mismo tiempo”, detalla.

Acostumbrados a interactuar con la gente, promete que se brindarán con la misma energía que cuando tocan ante sus seguidores. Ybarra lamenta que la industria musical quede hasta el final de la lista. “Los músicos tenemos un margen de maniobra muy restringido. Algunos colegas que tocan en bares han vendido sus instrumentos o se han metido a Uber para sobrevivir. Bandas del calibre de Rostros Ocultos, Los Amantes de Lola o Ritmo Peligroso tenemos conciertos frecuentes, pero no de la magnitud de Caifanes o Café Tacvba, quienes sí pueden aguantar esta situación”.

Cuestiona por qué si en Estados Unidos y Europa ya se realizan conciertos con medidas precautorias en México no es así. “Hay opciones y nosotros apenas experimentamos una”.

Paciencia

El guitarrista asume que una vez que entremos en fase verde y las salas reabran sus puertas todo el sector deberá reformular las reglas. “Las bandas que convocan multitudes tendrán que bajar sus honorarios para que el negocio sea redituable para todos. Se necesita de complicidad. La economía de la gente está muy golpeada. Supongo que los músicos ya no podremos cobrar lo que estábamos acostumbrados”.

Con más de 34 años de vida el grupo argentino Los Auténticos Decadentes son una banda que llena estadios en toda Latinoamérica. Moska, uno de sus fundadores y quien aprovecha el confinamiento para sacar su disco en solitario Movimiento Latinoamericano de Ska, recuerda que esta es la primera vez que el grupo para por más de dos meses. “Por ahora no sabemos cuándo podremos volver a tocar, quizá sea hasta el próximo año. Algunos de nuestros integrantes tienen 60 años y, por tanto, están en situación de riesgo”.

No niega que la crisis los coloca en una situación económica complicada, pero tampoco se victimiza. “Perdemos como pierde todo el mundo, pero tenemos algunos ahorros. El problema lo tienen las bandas emergentes y de bares, los técnicos. Ellos padecen un bajón económico tremendo”.

El artista argentino sugiere, a quienes puedan, ser cautos con la tecnología. “Cada banda debe evaluar si en verdad es buen momento de lanzar un nuevo tema o hacer un streaming. Si no tienes las condiciones no lo hagas, porque puede ser contraproducente”.

Para Moska hoy la gente no tiene demasiada cabeza como para pensar en la música. “La gente, y más en nuestra región, gasta en lo indispensable. Me parece bueno lo que hacen en redes sociales o charlas en Facebook Live, pero depender tanto del streaming es un arma de doble filo. Los Auténticos Decadentes tenemos un material casi terminado pero no saldrá al público hasta que no podamos salir a tocar. Vivimos de los conciertos, no de las regalías. Tener un éxito ahora y no poder apoyarlo es un desperdicio. No me niego a los conciertos en línea pero no veo condiciones para en verdad ofrecer algo de calidad”.