El martes 16 el Papa Francisco acudió a Morelia, donde fue recibido por el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, y el arzobispo de la capital, Alberto Suárez Inda, quien es considerado su amigo.

Durante su homilía en el estadio Venustiano Carranza, sin tapujos, el jerarca católico les dijo a sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas: “Dime cómo rezas y te diré cómo vives; dime cómo vives y te diré cómo rezas”, para enseguida invitarlos a reflexionar sobre la importancia de la vida consagrada.

Después, en el estadio Morelos, el Sumo Pontífice se ganó el corazón de los 40 mil jóvenes ahí reunidos: los escuchó, atento; tomó nota de lo que le expresaron; reflexionó sobre sus carencias; comprendió sus necesidades de amor y “apapachos”...
Jorge Bergoglio respondió: “Ser joven en México es la mayor riqueza; por tanto, no pueden ser sacrificados. Ustedes son la riqueza de la Iglesia. Y les voy a decir una frase de mi tía: no les estoy sobando el lomo”.

En un entorno donde el crimen organizado se dedica a reclutar a los jóvenes y los engaña con ideas de dinero fácil, armas y camionetas, el Pontífice llamó a la juventud mexicana a no dejarse excluir, desvalorizar o tratar como mercancía, así como a no caer en la tentación de ser sicarios.
