Maravíllate con el arte de la pasta de caña de maíz en Michoacán

Descubre la cultura michoacana a través de esta maravillosa técnica prehispánica

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Morelia, Mich., 27 de octubre de 2025.- El estado de Michoacán destaca con gran intensidad gracias a su rica oferta turística, gastronómica, histórica, arqueológica, musical, cultural y artesanal. Esta última merece mención aparte por su gran diversidad y belleza en sus creaciones, así como por el gran número de personas y familias que se dedican a esta gran labor.

Dentro de esta enorme abundancia, están las figuras religiosas elaboradas con pasta de caña de maíz, una técnica prehispánica también denominada “Tatzingueni”, que se utiliza desde hace siglos por los pueblos originarios de la región del Lago de Pátzcuaro. En el pasado, los antiguos purépechas confeccionaban y llevaban consigo las representaciones de sus dioses a las guerras, siendo el “tininiecha” el sacerdote encargado de hacerlo.

Después de la Conquista, esta habilidad deslumbró a los españoles durante la época de la evangelización, ya que al ser un material liviano optaron por utilizarlo para representar cristos, vírgenes y otras deidades de la iglesia católica.

La popularidad de la pasta de caña creció tanto que muchas de las piezas se distribuyeron en diferentes ciudades de la Nueva España y otras más fueron llevadas a España en el siglo XVI, sin embargo, hoy en día aún es posible encontrarlas en diversos sitios, en especial templos e iglesias de ese país.

Pero ¿por qué es tan especial esta técnica? Esto se debe al minucioso trabajo que los artesanos michoacanos, en especial los del Pueblo Mágico de Pátzcuaro y sus alrededores, por ser una actividad detallada y realizan durante meses, para dar vida a piezas espléndidas.

El proceso comienza con la recolección de rastrojo (residuos de las plantas que quedan en el campo después de la cosecha como las cañas o tallos), al que se le quita la corteza remojándolo. Después, las piezas limpias son divididas por tamaño e introducidas en baba de nopal que se molerá con plantas venenosas. Esta mezcla se usa como insecticida natural para evitar el ataque de hongos e insectos (polillas) en las esculturas, las cuales deben dejarse en reposo aproximadamente cuatro meses para que el proceso sea exitoso.

Cuando la mezcla está lista, los artesanos empiezan con el tallado de las piezas, dándoles forma con navajas afiladas y usando lijas para afinar hasta el más mínimo detalle. Además, el polvo que se genera se utiliza para hacer una mezcla que sirve para darle forma a partes del rostro de las figuras como los labios, parpados o el cabello. Cuando la escultura está terminada, se le aplica una tierra blanca mezclada con cola de conejo, la cual se obtiene procesando la piel de estos animales. Una vez que la pieza quede blanca está lista para ser pintada.

La pasión y dedicación que imprimen los artesanos michoacanos en cada obra que realizan es indiscutible. Algunas de las esculturas de Michoacán más reconocidas en México y el mundo son los cristos dormidos – llamados así porque tienen los ojos cerrados –; la Virgen de Zapopan, la Virgen de San Juan de los Lagos y por supuesto, la Virgen de la Salud de Pátzcuaro, emblema del Templo del Sagrario.

Actualmente es posible adquirir estas piezas en Pátzcuaro y también admirar el proceso de la pasta de caña de maíz en los talleres ubicados en el centro del municipio de Pátzcuaro y los pueblos ribereños de Quiroga y Tzintzuntzan.

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