De acuerdo con la escuela de negocios de Harvard, tomamos entre 30.000 y 35.000 decisiones al día en promedio y el 95% de estas decisiones son subconscientes. En la actualidad, la saturación de estímulos y el constante bombardeo de contenido visual han generado que los consumidores desarrollaron cierta inmunidad frente a la publicidad convencional, lo que ha creado una barrera entre las marcas y sus audiencias.
Ante este desafío, han surgido herramientas como el neuromarketing, diseñadas para comprender y conectar de manera más efectiva con el público objetivo. Su principio es claro: influir en las decisiones de consumo a través de procesos mentales, emocionales, sensoriales y neuronales.
En los años 90 Coca-Cola y Ford fueron los pioneros en realizar investigaciones de mercado utilizando estas neurociencias aplicadas, dando así inicio a lo que hoy conocemos como neuromarketing, el cual propone que el consumidor está más guiado por impulsos que van de la mano con sus emociones, la percepción sensorial y elementos subconscientes.
Al conocer la forma en que los estímulos afectan a las personas, es más sencillo saber qué tipo de contenidos generan, con qué lenguaje comunicar y hasta qué colores utilizar.
De acuerdo con Karla Robles, gerente de planificación en Cheil México, “el neuromarketing es una ciencia que estudia los efectos de la publicidad y otras acciones de comunicación sobre el cerebro humano. Utilizarla como parte de tu estrategia digital, puede acercar a las marcas a sus objetivos públicos, al permitirles entender de mejor manera qué es lo que les atrae”.
En este sentido, el neuromaketing es una herramienta sumamente útil y que presenta un crecimiento significativo, pues de acuerdo con un informe de Mordor Intelligence , el tamaño del mercado de neuromarketing se estima en 1.57 mil millones de dólares en 2024 y se espera que alcance los 2.41 mil millones de dólares en 2029.
Gracias a los constantes avances de la tecnología, hoy en día existen herramientas derivadas de las neurociencias utilizadas por el neuromarketing, que en conjunto ayudan a entender de mejor manera las preferencias de los consumidores.
Dentro de estas herramientas podemos encontrar el sistema de codificación facial que relaciona los gestos faciales con seis emociones básicas: felicidad, tristeza, ira, miedo, asco y sorpresa.
Eye tracker o seguimiento ocular, utiliza el movimiento de nuestros ojos para determinar qué es lo que nos interesa o llama la atención a simple vista, mide los cambios en los movimientos oculares, su velocidad, la frecuencia de parpadeo, la retención de atención y los patrones de búsqueda.
Por otro lado, el electroencefalograma es un análisis que mide la actividad eléctrica del cerebro en tiempo real, lo que nos ayuda a determinar qué tipo de estímulos elevan la excitación del sujeto de prueba, asegurando así un mayor éxito al determinar los gustos y desagrados del consumidor. Y como estas existen varias más.
El neuromarketing se posiciona como una herramienta clave en el entorno empresarial actual, al fusionar los avances de la neurociencia con los retos del marketing moderno. En un contexto saturado de estímulos, entender cómo responde el cerebro —de forma subconsciente— a ciertos mensajes resulta fundamental para diseñar estrategias efectivas.
Estas herramientas permiten a las marcas medir con precisión las emociones y reacciones de sus audiencias, abriendo paso a campañas más auténticas, relevantes y emocionalmente conectadas. Más que una evolución del marketing tradicional, el neuromarketing representa un puente entre la ciencia y las emociones humanas.