EU APOYA EL IMPUESTO MÍNIMO GLOBAL Y EL FMI UNA TASA COVID

En tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias: la experiencia histórica recomienda echar mano también de medidas fiscales extraordinarias.

Claudia Luna Palencia
Internacional
Colorful illegal houses of the poor inhabitants Luandas

No hay liquidez. El mundo está sobreendeudado con cuentas públicas presionadas y un nivel de gasto cuya elasticidad depende de los impuestos, de otros ingresos o de más deuda: la única opción para no frenar la recuperación económica y facilitar la reconstrucción del tejido socioeconómico pasa por la vía fiscal.

Que paguen más quienes más tienen, afirma el Fondo Monetario Internacional (FMI) en voz de su directora gerente, Kristalina Georgieva. Una postura defendida durante la Reunión de Primavera entre el FMI y el Banco Mundial, dirigido por su presidente David Malpass.

El encuentro anual entre ambos organismos, bajo un formato semipresencial y virtual, sirvió para dejar una serie de recomendaciones a los gobiernos de los diversos países a fin de movilizar ingresos fiscales adicionales que coadyuven a la reactivación en firme del crecimiento económico.

La guerra biológica resultante del SARS-CoV-2 causa muchos estragos, no solo la pérdida de casi tres millones de vidas (a principios de abril) sino además la destrucción de millones de empleos y daños a muchos sectores y subsectores productivos. Algunos no volverán a recuperarse, porque dentro de la vorágine de la pandemia se gesta una etapa de transición con un acelerador a favor de la economía digital.

También las cuentas públicas están de cabeza en la mayor parte de los países, con gastos excepcionales por cubrir con la emergencia sanitaria presionando la infraestructura hospitalaria, el gasto ingente en la compra masiva de millones de dosis de vacunas y otras decisiones tomadas de manera inminente para atender la presión de un cuantioso volumen de enfermos.

En tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias. Y para ello la experiencia histórica recomienda echar mano también de medidas fiscales extraordinarias.

Georgieva lo tiene claro: “Se necesita un mayor gasto público. Y la única forma de hacerlo es incrementando los impuestos, hacerlo sobre un marco sólido, que permita recaudar los recursos necesarios para fortalecer las finanzas y revertir los déficits preocupantes”.

Tanto al Banco Mundial como al FMI les preocupan dos aspectos visibles en las economías como daño colateral sanitario: el enorme endeudamiento de países industrializados y subdesarrollados; el nivel del déficit público como burbuja asfixiante para las cuentas públicas comprometiendo el crecimiento económico futuro.

Dos lastres acentuados debido a la pandemia. Ambos organismos abordan los niveles de endeudamiento y sobreendeudamiento adquiridos por muchos países para hacer frente al virus y sus estragos humanitarios, económicos, laborales y sociales, de una forma en la que puedan darse condonaciones de deuda, quitas y reestructuraciones.

Para el déficit público la prioridad pasa por mejorar las arcas. Y para ello el FMI puso sobre la mesa la posibilidad de aplicar una serie de impuestos: unos incorporados de manera definitiva y otros de manera temporal.

El primero es el impuesto mínimo global y el segundo se baraja como un impuesto Covid que sería temporal y en forma de suplemento para las rentas más altas; y tampoco se descarta un tributo verde.

La guerra es el infierno y los impuestos el cortafuegos. De acuerdo con The Tax Foundation al finalizar la Segunda Guerra Mundial los países subieron impuestos para financiar la reconstrucción. En el caso de Estados Unidos el presidente Harry Truman incrementó los impuestos a las grandes fortunas en más de 20 puntos.

De esta manera nueve de cada diez dólares que contribuyeron al crecimiento económico los aportaron las grandes fortunas. Así se financió el Plan Marshall, que contó con 13 mil millones de dólares y sirvió para la reconstrucción de Europa.

La propuesta del FMI apoya el trabajo de la OCDE —que preside José Ángel Gurría—, que lleva largos meses en busca de consenso para lograr un impuesto mundial uniforme para las empresas tecnológicas y que fraguó en su momento debido a la postura del entonces presidente norteamericano.

La postura pragmática del expresidente Donald Trump llevó a su país a abanderar la negativa a implementar un gravamen que sobre todo va dirigido a las grandes multinacionales digitales; no pasó desapercibida la respuesta desde la Casa Blanca cuando Francia amagó con imponer 3% con la llamada tasa GAFA (por Google, Amazon, Facebook y Apple).

Aquellas amenazas de Trump revirtieron la decisión del mandatario galo Emmanuel Macron, quien la dejó en suspenso: “Francia acaba de imponer un impuesto digital a nuestras grandes compañías tecnológicas estadunidenses. Si alguien los grava debería ser su país de origen, Estados Unidos. Anunciaremos una acción recíproca sustancial ante la estupidez de Macron en breve. ¡Siempre he dicho que el vino norteamericano es mejor que el francés!”

Ya no está Trump en la Casa Blanca y hay que reconstruir a las economías mientras mejoran las perspectivas del PIB global, como el anunciado por el Banco Mundial en su encuentro de Primavera con el FMI: “El pronóstico del crecimiento para 2021 pasa de 4 a 6 por ciento”.

La consistencia de este repunte es lo que hay que apuntalar vía más gasto público. Y para ello hacen falta más ingresos fiscales. La novedad es que el impuesto mínimo global cuenta con la venia del nuevo presidente estadunidense, Joe Biden, y de su secretaria del Tesoro, Janet Yellen.

¿De qué se trata? De evitar que las multinacionales, algunas verdaderos titanes, sobre todo en el sector de la tecnología digital y del comercio digital, evadan pagar impuestos en aquellos países en los que reciben ingresos por su facturación pero que eluden señalando su ausencia de domicilio fiscal porque su matriz se localiza en otro sitio, en otra nación y a veces en otro continente; y en la consolidación de ingresos se toma en cuenta a la matriz.

Tanto el FMI como el Banco Mundial, la Unión Europea (UE) y ahora EU con Yellen como abanderada están de acuerdo en que ahora más que nunca todas las naciones requieren cuantiosos ingresos fiscales y estos podrían provenir como oxígeno vía impuestos sobre las ganancias de Google, Amazon, Facebook, Apple, Alphabet, Tencent, Alibaba y más empresas.

De hecho, algunos como Amazon duplicaron sus ganancias en el año en que la pandemia se declaró: cerró 2020 con un beneficio de 21 mil 331 millones de dólares. Mientras muchas personas permanecían confinadas la multinacional estadunidense repartía compras por todos lados, a tal punto que su nivel de facturación subió 38% hasta los 386 mil 64 millones de dólares.

Otro competidor cercano del comercio electrónico, como Alibaba, aumentó su facturación 34% hasta los 82 mil 68 millones de dólares y su ganancia subió 6.6% con un beneficio neto de 24 mil 128 millones de dólares.

De acuerdo con lo manifestado por Yellen en su participación en dicho encuentro anual, ha llegado la hora de hacer algo e implementar ese nuevo gravamen homogéneo en todos los países para que no haya forma de elusión fiscal.

La contribución finalmente va tomando forma: el impuesto mínimo global solo requiere del consenso para ser implementado. Próximamente se discutirá en la reunión del G-20.

Si prospera, el presidente Emmanuel Macron anticipa que para las arcas francesas supondría recibir anualmente 550 millones de dólares; a su vez la Hacienda española cree que obtendría mil 375 millones de dólares.

De aprobarse este año sería un gran hito que además terminaría con la fiscalidad offshore que, según el FMI, cuesta a los gobiernos de todo el mundo de 500 mil a 600 mil millones de dólares.

Queda mucho por afinar todavía. Por ejemplo, si habrá empresas que quedarían exentas del impuesto mínimo global a partir de cierto nivel de facturación y de ganancias y sobre qué porcentaje rondaría la tasa.

Al final parece que la pandemia, el sobreendeudamiento y la necesidad imperiosa de las arcas públicas por hacerse de recursos harán posible armonizar la tributación internacional en este tema tan específico.

Tasa Covid

Históricamente se ha recurrido a ciertos impuestos o gravámenes especiales temporales para darle dinero a las finanzas públicas. Sucedió durante la unificación de las dos Alemanias; en Australia en 2011 y en Japón en 2013.

Con la pandemia en ciernes y la vacunación a cuentagotas hay que sacar a la economía a flote a como dé lugar. El FMI lo tiene igualmente claro: que aporten más los ricos mediante un impuesto temporal.

Hay que generar empleo, recobrar la confianza, evitar una explosión de la pobreza, favorecer el cambio hacia una economía verde y cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sustentable en el marco de la Agenda 2030.

En la posición del organismo las naciones industrializadas podrían aplicar de manera temporal un tributo a empresas y personas morales con los mayores ingresos para destinar ese recurso extra hacia la creación de empleos y la atención de necesidades sociales.

Sobre todo iría a aquellas empresas que han salido muy beneficiadas por la pandemia a pesar del socavón económico experimentado en casi todos los países, a excepción de China.

Aquí entrarían empresas farmacéuticas y cualquier otra que haya prosperado durante la crisis, explica Paulo Mauro, subdirector del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI.

“En las economías emergentes y de bajos ingresos la prioridad será mejorar la administración fiscal y recaudar más impuestos al consumo, mientras que en las economías avanzadas observamos una erosión de los ingresos del impuesto de sociedades y también vemos una erosión en la recaudación de la renta de las personas en la parte más alta de la escala de riqueza”, asevera.

Para el técnico hay que echar mano de introducir un suplemento, ya sea en el impuesto de sociedades, en el impuesto sobre el patrimonio o el de sucesiones, o bien inclusive en el de la renta para aquellas que son las más elevadas.

“Una contribución para la recuperación podría tomar la forma de un suplemento en el impuesto de la renta o en el impuesto de sociedades ya que algunas empresas lo han hecho muy bien en cuanto a su valoración de mercado y ahí habría una oportunidad”, según Mauro.

Hay naciones que ni siquiera tienen dinero para hacer frente al inesperado gasto de comprar millones de vacunas antiCovid, mientras el Banco Mundial informa que cada semana reciben de media diez solicitudes de financiamiento en torno de las vacunas por parte de gobiernos que no tienen recursos suficientes; hay al menos cuatro billones de dólares disponibles para 50 países.

¿Quién y cómo terminará pagando todo ese endeudamiento inmediato? En momentos en que las cuentas públicas están torcidas con un incremento en el déficit, caída en la recaudación, gasto público presionado a la alza y una macroeconomía también afectada por la disrupción en las cadenas de producción ante los confinamientos y cuarentenas, los técnicos del FMI y del Banco Mundial argumentan que deben asumirlo “las rentas más altas”, aunque sea de forma temporal, pero aducen que es una cuestión de solidaridad.

“Para ayudar a hacer frente a las necesidades de financiación relacionadas con la pandemia las autoridades podrían considerar una contribución temporal para la recuperación posCovid aplicada sobre las rentas altas y la riqueza”, comenta Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI.

El consejo inmediato de los organismos internacionales pasa por implementar una rápida reforma fiscal que dé cierto alivio a las finanzas públicas. La idea es recaudar, recaudar y recaudar…

Preocupante déficit público

Proyección del déficit público del FMI

(% del PIB)

Rubro 2019 2020 2021

Economía mundial -3.6% -10.8% -9.2%

Economías avanzadas -2.9% -11.7% -10.4%

G-20 -3.6% -12.7% -11.5%

Zona euro -0.6% -7.6% -6.7%

Economías emergentes -4.7% -9.8% -7.7%

Economías en desarrollo -3.9% -5.5% -4.9%

EU -5.7% -15.8% -15.0%

Canadá 0.5% -10.7% -7.8%

México -2.3% -4.6% -3.4%

China -6.3% -11.4% -9.6%

Fuente: Elaboración propia con datos del FMI y el BM