MEDIO SIGLO DESPUÉS ESPAÑA EXPERIMENTA OTRA ERUPCIÓN

El volcán Cumbre Vieja expulsa ríos de lava

ESPAÑA-VOLCÁN
Emilio Morenatti/AP
Internacional
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El espectáculo es tan dantesco, que al mismo tiempo maravilla y cuesta creer en su capacidad destructiva: la más reciente erupción en la isla de La Palma, en la zona de Cabeza de Vaca, con el volcán Cumbre Vieja expulsando ríos de lava estremece por la ferocidad con la que engulle casas, postes de luz, vallas y todo cuanto encuentra en su trayectoria.

Hay más de seis mil evacuados y 400 turistas trasladados a otras islas aledañas, aunque por fortuna los avances tecnológicos y científicos permiten que —hasta el momento— no haya ninguna vida humana que lamentar aunque las pérdidas materiales y los daños son cuantiosos: el gobierno de Canarias tiene estimaciones preliminares superiores a los 400 millones de euros.

Ante la devastación la Unión Europea (UE), en voz de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anuncia que el club eurocomunitario no dejará sola a España con lo que ya se anticipa será la reconstrucción de la isla de La Palma que forma parte del archipiélago de las Islas Canarias.

También la OTAN abraza a España frente a la catástrofe en ciernes: “Queremos transmitir un mensaje de solidaridad con el pueblo español ante los daños que causa la erupción del volcán de la isla de La Palma y muy especialmente para los damnificados y sus seres queridos”.

Desde el 19 de septiembre un grupo de fisuras volcánicas en las faldas del Cumbre Vieja comenzaron a escupir lava previo aviso de un temblor de 4.2 grados, que fueron el preludio de la gran explosión.

La Palma llevaba más de dos semanas experimentando diversos movimientos telúricos de distinta intensidad en una región de marcada sismicidad, pero sobre todo con una larga historia de erupciones volcánicas.

El presidente de España, Pedro Sánchez, reiteró en la zona convulsionada por la vorágine volcánica que “gracias a los avances de la tecnología” se logró evitar una gran tragedia humana: el Instituto de Vulcanología detectó un enjambre desde el 11 de septiembre.

Como consecuencia la gente ya llevaba días avisada de que la alta sismicidad y toda la lectura técnico-científica y tecnológica alertaban de una pronta erupción; lo que no tenían con precisión era el día, la hora ni el lugar.

Algunos vecinos precavidos hicieron maletas metiendo lo más importante, desde acopio de documentos notariales hasta lo más personal relacionado con los recuerdos y las fotografías, además de ropa, víveres y medicamentos.

Sin embargo, no todos estaban preparados: de hecho, la mayoría se encontraba comiendo cuando la explosión cimbró a la isla a las 14:10 horas y la lava ardiente urgió a una pronta evacuación.

Al principio se abrieron seis bocas de fuego; pronto, tres más; y al parecer se estabilizó conservando solo cuatro bocas activas y una fisura en la falda del Cumbre Vieja. Apenas salió, la lava lo devoró todo a su paso, con consecuencias catastróficas para la flora y la fauna.

La intensidad calórica del magma supera los mil grados Centígrados y se estima que podría haber una acumulación de entre once y 20 millones de metros cúbicos de masa ígnea en el interior de la tierra.

Ante la emergencia, el presidente Sánchez canceló momentáneamente su viaje a Nueva York para la LXXVI Asamblea General de la ONU. Justo estaba por embarcar cuando aconteció la potente erupción que motivó su traslado —lo más pronto posible— hacia La Palma.

Desde ahí, in situ, el mandatario señaló a la ciudadanía que está garantizada su seguridad y remarcó que por varios días se realizó un ejercicio de anticipación para saber cómo actuar en el momento de la erupción.

“Todo se desarrolla según lo previsto y por tanto lo más importante es garantizar la seguridad a la ciudadanía que se puede ver afectada”, remarcó en rueda de prensa.

El dignatario español tampoco quiso dejar de lado el gran papel de la ciencia y la tecnología, así como los avances digitales que permitieron a las autoridades contar con diversos mecanismos de prevención. “Quiero hacer una mención a la aportación especial de la ciencia. Una vez más, como sucedió con el fenómeno Filomena de principios de año. Porque gracias a esta desde el punto de vista de la protección civil podemos anticipar la respuesta y eso es lo que hemos venido haciendo desde la última semana. Gracias a las aportaciones de la ciencia podemos saber cuándo se producirá un fenómeno de naturaleza tan extraordinario como el que ahora vemos”, argumentó.

¿Cómo han servido los avances científicos y tecnológicos? Al respecto, Marta Gazcon explica que las técnicas más avanzadas que utilizan los expertos para monitorear la actividad volcánica pasan por el uso de “los satélites y los drones para medir los gases emitidos”, así como por el aprendizaje automático y análisis autónomo de datos, entre otras herramientas.

La analista sostiene que gracias a estas mejoras tecnológicas pudieron salvarse hasta 50 mil vidas durante el pasado siglo. Las erupciones se han vuelto más predecibles, por ejemplo, con el caso de las emisiones de CO2.

“Diversas investigaciones, una recientemente publicada en la revista Nature acerca del complejo volcánico Los Humeros en México, afirman que una mayor expulsión de estos gases indica entre otras cosas mayor actividad y, por tanto, mayor riesgo de erupción. Otro elemento que claramente es necesario es un medidor que recoja datos de la actividad sísmica del terreno”, refiere.

También los satélites juegan un papel clave tomando imágenes de los gases calóricos liberados de las bocas de los volcanes; la captura de esa información da una idea de cuánta energía emana en forma de calor.

Es el caso de los satélites Terra y Aqua de la NASA, que usándose de forma combinada completan una cobertura más precisa: “Desde que en 2002 estos satélites se conectaron hay registro de cinco volcanes que han tenido erupciones significativas: el Ontake en Japón, Ruapehu en Nueva Zelanda, Calbuco en Chile, Redoubt en Alaska y Pico do Fogo en Cabo Verde”.

Luego está la técnica de la interferometría radar de apertura sintética (InSAR), que se basa en la geodesia y teledetección del patrón de las ondas y coadyuva a saber si hay deformaciones en el terreno.

“El sistema InSAR, sumado al clásico GPS, es una de las técnicas que más se usan hoy: un satélite realiza dos fotos consecutivas separadas por unos pocos días de la misma zona; luego, mediante interferometría, se superponen ambas para crear una tercera imagen que muestra las desviaciones del terreno al milímetro; después con una red de GPS se puede medir el desplazamiento del terreno en uno o varios puntos concretos”, asevera Gazcon.

Muy relevante igualmente es el papel de los drones, que sirven para recolectar información pese a toda la lava, el humo, el polvo, la ceniza y los gases expulsados como el dióxido de azufre y el anhídrido sulfuroso que salen del Cumbre Vieja.

Aportación de Copernicus

Ante la emergencia, Ángel Víctor Torres, presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, junto con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), solicitaron la utilización de Copernicus al Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias.

¿Qué es Copernicus? Se trata de un potente programa de información geoespacial que creó la Unión Europea (UE) en 2008 mediante la Agencia Europea del Medio Ambiente en conjunción con la Agencia Espacial Europea (ESA), orientado a la observación terrestre de alta calidad con avanzadas herramientas satelitales mediante imágenes y cartografías. Y además con información recopilada (accesible para toda la comunidad científica mundial) en seis rubros: territorio, atmósfera, marino, seguridad, cambio climático y emergencias.

Gracias a este servicio el gobierno de España tiene cartografiada la devastación ocurrida durante las primeras 72 horas de la erupción: hay 153 hectáreas arrasadas por la lava, que avanza lentamente como si fuese una inmensa masa densa que va quedando solidificada formando paredes de hasta 15 metros de alto. Hay más de 320 casas destruidas de todos los tamaños, mientras los vecinos desalojados lloran amargamente sus penas viendo cómo en escasos minutos el monstruo incandescente lo destruye todo.

Con Copernicus, explica Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación de España, los datos principales que se emplean en el control de La Palma los proporcionan los satélites Sentinel-1, Sentinel-2 (que cuenta con un instrumento óptico multiespectral), Sentinel-5P y otras misiones nacionales de los países miembros que contribuyen al programa.

Reconstrucción a largo plazo

Mientras desalojan vecinos y trasladan a los turistas hacia otras de las islas del archipiélago canario, hasta La Palma vuelan decenas de investigadores científicos, sismólogos y vulcanólogos para estudiar este fenómeno de la naturaleza.

La gran interrogante es cuánto durará la emisión de lava, una respuesta que depende de la cantidad de magma concentrado en el reservorio y para eso existen algunas estimaciones.

En opinión de Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Pevolca, el Cumbre Vieja si bien entró en una etapa de “miniestabilidad” no deja de ser explosivo y llama mucho la atención la lentitud del avance de las coladas que empiezan a solidificarse rápidamente y no terminan de desembocar en el mar.

Morcuende, quien antes se desempeñaba como jefe del servicio de Medio Ambiente y Emergencias del Cabildo de La Palma, pone en valor los datos que aportan las predicciones matemáticas e indican que la lava seguirá avanzando pero sin la certeza de terminar en el mar.

Respecto de las previsiones de la duración de las emanaciones incandescentes el Instituto Volcanológico de Canarias ya tiene una respuesta: las ubica entre un mínimo de 24 y un máximo de 84 días.

Los ciudadanos de La Palma podrían llegar a final de año con la pesadilla todavía desarrollándose. El gobierno autonómico prepara una petición de ayudas económicas con la declaración de activar el rescate de zona catastrófica. Lo más imprescindible es reubicar a más de 350 familias que se quedaron sin vivienda; de hecho, se busca espacio en las viviendas sociales del gobierno y en las propiedades habitacionales de los bancos.

Mediante un férreo esfuerzo tanto los bomberos como las fuerzas de la Unidad Militar de Emergencias trabajan con ahínco haciendo zanjas para desviar el mazacote de lava a fin de salvar todas las propiedades que sea posible.

La isla acostumbrada a tener actividad sísmica y volcánica vive en pleno siglo XXI la peor catástrofe de que se tenga memoria; ya en 1971 otro volcán, el Teneguía, entró en actividad el 20 de octubre de ese año: llevaba dormido desde 1677.

En aquella ocasión murió un turista por la emanación de los gases tóxicos y no hubo pérdidas materiales que lamentar; el volcán se apagó 29 días después.

Casi 50 años transcurrieron y ahora el Cumbre Vieja ruge en medio de una superficie densamente poblada con 84 mil 793 habitantes distribuidos en 708.3 kilómetros cuadrados. Hay gente que empieza a clamar responsabilidad por permitirles edificar en terrenos aledaños, mientras llaman a sus compañías aseguradoras para reclamar el cumplimiento de las pólizas. La gente vive una pesadilla: de la noche a la mañana se ha quedado solo con sus recuerdos…

Etna hace erupción

Se trata de uno de los volcanes más activos del mundo. Los habitantes de Sicilia ya están acostumbrados a los caprichos del Etna y sus repentinas cenizas, las constantes fumarolas y a las nada sorpresivas escapadas de lava.

Dos días después de que brotase la erupción del Cumbre Vieja en España, en Italia el Etna tomó también protagonismo con una nueva emisión de cenizas y la escapada de lava. Llevaba 20 días sin dar lata.

El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología italiano (INGV) explica que se trata de “una reanudación de la actividad estromboliana” en el cráter sudeste, que es el más activo en este volcán.

“Las capas de lava y material piroclástico expulsadas en las frecuentes erupciones se acumularon en el cono del cráter sudeste, el más joven y activo. Y transforman su morfología desde el 16 de febrero, cuando se produjo el primer episodio de 2021. Desde 1980 el cráter noreste estaba considerado el más alto del volcán siciliano, con tres mil 324 metros, que llegaron a alcanzar una cota máxima de tres mil 350 metros en 1981, antes de que sus bordes se erosionaran”, según aporta el INGV.

Volcanes destructivos

Una erupción volcánica se considera un desastre para la biosfera. La del Vesubio, en Pompeya, el 24 de agosto del año 79, dejó más de cinco mil muertos: sepultó a mucha gente.

Hoy el sitio es patrimonio de la UNESCO y un lugar al que acuden muchos turistas porque perviven reminiscencias de aquel desastre, aunque el Vesubio volvió a hacer erupción en 1944.

Este fenómeno de la naturaleza es muy devastador. Entre los peores desastres se encuentran: 1) El volcán Tambora, en Indonesia, mató a 82 mil personas el 10 de abril de 1815; 2) Laki, en Islandia, dejó un saldo de 39 mil 350 fallecidos en 1783; 3) Krakatoa, en Indonesia, cobró la vida de 36 mil 417 personas e hizo erupción el 27 de agosto de 1883; 4) Nevado de Ruiz, en Colombia, dejó 31 mil muertos; la fecha de inicio fue el 13 de noviembre de 1985; y, 5) Monte Pelée, en Martinica, el aciago día del 8 de mayo de 1902, comenzó la actividad del volcán que se cobró 30 mil 121 vidas.

En el caso de México los episodios se han registrado en el Chichonal, Chiapas, que entró en erupción el 28 de marzo de 1982 y murieron dos mil personas aproximadamente; en Michoacán, el Paricutín se puso activo en febrero de 1952, cuando un centenar de habitantes perdieron la vida; el Pico de Orizaba en 1687 provocó la muerte de mil 500 personas.

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