TERRORISMO Y DERECHOS HUMANOS EN LA AGENDA DE LA ONU

La xenofobia, el racismo y la intolerancia crecen

Claudia Luna Palencia
Internacional
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Se trata de una peligrosa lacra que acecha a la sociedad civil y figura como una de las potenciales amenazas contra las instituciones y el orden establecido: el terrorismo es el odio más aberrante porque siempre busca destruir las vidas más inocentes y pretende mancillar la moral causando un daño indescriptible.

Por ejemplo, en su reciente campaña el presidente reelecto de Francia, Emmanuel Macron, llegó a comentar que cada tres días su país desarticula un potencial atentado terrorista gracias a los servicios de inteligencia galos y al seguimiento puntual que dan a ocho mil 132 individuos registrados en una base de datos como islamistas radicalizados.

Ni el coronavirus frena este ímpetu nocivo: el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) advierte que en 2020 acontecieron a nivel mundial dos mil 350 ataques terroristas en 39 países y provocaron nueve mil 747 muertes.

En plena declaración de pandemia crecieron 52% los ataques y aumentaron 5% las víctimas, con Afganistán convertido en polo con tres mil 959 víctimas y sumando 40% de los fallecimientos por terrorismo contabilizados en el mundo.

También hubo ese año muertos por atentados en Nigeria (mil 463 personas); Burkina Faso (799); Mali (624); Níger (380); Camerún (355); Mozambique (353); Chad (299); Irak (292); Siria (272); Congo (252); Somalia (209); Paquistán (148); Egipto (72); Filipinas (63); India (51); Kenia (42); Tailandia (26); Tanzania (20); Costa de Marfil (12); Yemen (11); Libia (8); Argelia (8); Francia (7); Indonesia (6); Austria (3); Reino Unido (3); Túnez (3); Rusia (2); Canadá (1); Bangladesh (1); Alemania (1); Suiza (1) y Marruecos (1).

Dio a conocer el mismo OIET que en 2021 acontecieron dos mil 193 atentados con nueve mil 603 víctimas en 36 países; tan solo África occidental concentró 475 de los sucesos y 44% de las víctimas.

El mapa de los atentados del año pasado quedó así: Afganistán (599); Burkina Farso (319); Malí (281); Nigeria (173); Irak (134); Camerún (129); Níger (115); Siria (94); Congo (61); Somalia (59); Mozambique (47); Paquistán (40); Egipto (26); Tailandia (23); India (20); Filipinas (15); Kenia (11); Chad (6); Costa de Marfil (6); Yemen (5); Libia (4); Uganda (4); Benín (3); Túnez (2); Indonesia (2); Argelia (2); Tanzania (2); Sudán (2); Francia (2); Malvinas (1); Alemania (1); Nueva Zelanda (1); Noruega (1); Reino Unido (1); Arabia Saudita (1) y Togo (1).

Para António Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), debe garantizarse la lucha contra el terrorismo desde el mismo Estado de Derecho porque es “una obligación moral y jurídica” para la protección de los derechos humanos.

En Málaga, durante su participación por streaming en la inauguración de la Conferencia Internacional de Alto Nivel sobre Derechos Humanos, Sociedad Civil y Lucha contra el Terrorismo, el titular de la ONU refrendó que prevenir la radicalización beneficia a toda la sociedad civil.

“Hay que detener esta amenaza global. Tenemos organismos como Dáesh-Estado Islámico (EI) o Al-Qaeda que continúan expandiéndose en África; el terrorismo ha anidado en Afganistán y los grupos extremistas también aumentan y actúan con violencia sexual. La xenofobia, el racismo y la intolerancia están creciendo”, advirtió Guterres.

Señaló el secretario general que es menester realizar un enorme esfuerzo conjunto para luchar contra este flagelo a través de la educación y de la inclusión, eliminando barreras de género.

En el mismo foro habló in situ el secretario general adjunto de la Oficina de Lucha contra el Terrorismo de la ONU, Vladimir Voronkov, quien reiteró la necesidad de proteger los derechos humanos y a la sociedad civil, que es siempre la principal víctima.

La presencia de Voronkov —de nacionalidad rusa— en el Palacio de Ferias y de Congresos de Málaga suscitó un amplio dispositivo de seguridad que llegó a ser tan exagerado, que la prensa dentro del recinto no podía moverse libremente sin estar acompañada en todo momento por un agente de seguridad.

El funcionario de Naciones Unidas destacó la labor esencial de países donantes como Qatar, Arabia Saudita y la Unión Europea (UE), cuyas contribuciones permiten la instrumentación de programas orientados a la protección de los derechos humanos a través de luchar contra el terrorismo.

“Los terroristas buscan minar la confianza en uno mismo, en el poder de las instituciones; crear confusión; por eso es muy necesario el intercambio de posiciones entre los países y estrategias para estar unidos”, destacó Voronkov.

En el mismo evento en Málaga participó José Manuel Albares, ministro de Exteriores de España, ante un auditorio rebosante de asistentes internacionales (90 delegaciones) de organismos ligados al terrorismo y a los derechos humanos.

“La diversidad de las temáticas abordadas es un fiel reflejo del carácter integral de la Estrategia Global contra el Terrorismo durante la séptima revisión, que fue cofacilitada por España y se adoptó por consenso por la Asamblea General en junio del año pasado”, informó al auditorio.

En ese espacio se analizaron entre los participantes aspectos tales como el apoyo a las víctimas, a los supervivientes del terrorismo; el papel de los programas contra el terrorismo de la ONU; y los esfuerzos de la sociedad civil para prevenirlo y combatirlo.

En palabras de Albares, España está con los países que han padecido el terrorismo y con sus víctimas “porque España también lo ha sufrido” y por eso se siente tan cerca.

“Nos interesa la protección de los derechos humanos de la gente: de los hombres, de las mujeres y de los niños a través de acciones contra el terrorismo. Por eso creemos en el respeto a las leyes. Los terroristas buscan aterrorizar a las sociedades, quieren infectarnos y atacar nuestras democracias e instituciones, así como nuestros valores”, refrendó convencido el diplomático.

Bajo ese nivel de compromiso en Madrid funcionará una Oficina de Naciones Unidas contra el Terrorismo y uno de sus propósitos será crear una red de víctimas.

Hay consternación por luchar contra la radicalización y para eso se habla de crear objetivos, como enseñar los valores de la tolerancia, la paz y la inclusión mediante el deporte.

Para el gobierno español esta oficina tiene mucho valor estratégico de cara a su máximo flanco de vulnerabilidad: el Sahel y otras partes de África que están convirtiéndose en nidos de terroristas con el Dáesh-EI, Al-Qaeda y otros grupos yihadistas y extremistas.

A decir de Albares el terrorismo sigue siendo un fenómeno que afecta a las sociedades muy directamente y es una amenaza real. A tal grado es sensible, que el tema estará presente en la cumbre de la OTAN en Madrid a finales de junio.

El canciller recordó que si bien el Dáesh y el terrorismo yihadista se han reducido en Oriente Medio, en Siria e Irak, reaparece con los talibanes la posibilidad de un autoritarismo islámico en Afganistán y primordialmente está presente en África: “No olvidemos que el Índice Global contra el Terrorismo sitúa al Sahel como el epicentro del terrorismo yihadista”.

De acuerdo con la UE en 2011 salieron de territorio europeo entre cuatro mil y cinco mil ciudadanos para unirse a las filas de combate de grupos terroristas como el EI-Dáesh en Siria e Irak.

A partir de 2016 empezó a darse el fenómeno de retorno: muchos de esos combatientes voluntarios han ido regresando a las ciudades europeas de las que salieron. La UE calcula que al menos 30% ya volvieron.

En septiembre próximo la ONU celebrará el Primer Congreso Global de Víctimas del Terrorismo y bajo ese tenor se organiza un movimiento para crear una gran red de asociaciones de víctimas.

“Como obligación moral y jurídica, y como imperativo estratégico, hemos de poner los derechos humanos en su justo lugar: en el centro de la lucha contra el terror”, aseveró Guterres.

En la diana

Todos los días se violan los derechos humanos de cientos de personas en diversas partes del mundo. La ONU reconoce el enorme déficit que subyace al respecto y que empeora en regímenes totalitarios y, primordialmente, en situaciones de conflictos bélicos.

La ONU ha encontrado más de mil cadáveres en Bucha. El foco de atención puesto en la invasión rusa a Ucrania sigue sumando días y camina rápidamente a los tres meses. Ya son más de 40 los países que han solicitado al fiscal de la Corte Penal Internacional una investigación por crímenes de guerra y de lesa humanidad contra el presidente Vladimir Putin y las tropas rusas.

Matilda Bogner, encargada de la Misión de Vigilancia de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania, dijo al respecto que llevan documentando violaciones contra los derechos humanos de los ucranianos a partir del mismo día de la invasión, el 24 de febrero.

“Hace unos días mis colegas y yo visitamos 14 ciudades en las regiones de Kiev y Chernihiv que estuvieron ocupadas por las Fuerzas Armadas rusas hasta finales de marzo. La gente nos habló de familiares, vecinos y amigos asesinados, heridos, detenidos y desaparecidos. En Makariv las fuerzas armadas rusas dispararon contra una familia de cinco miembros cuando intentaban irse con sus vecinos en automóvil. Lamentablemente solo dos miembros de la familia sobrevivieron”, recordó.

Las atrocidades van quedando al descubierto a medida que los soldados ucranianos van recuperando territorios y los rusos van dejando el asedio de otras ciudades del centro, norte y oeste para concentrarse en dominar la región sur y la zona este de Ucrania, rica en minerales, con relevantes oleoductos, centrales nucleares y la trascendental salida al Azov y al Mar Negro. A todas luces es una invasión con motivaciones económicas y estratégicas.

Antes de la invasión ni la UE ni la OTAN tenían algún tipo de intención de aceptar a Ucrania en sus filas; ni países como Suiza, Suecia ni Finlandia de romper su tradicional neutralidad. Eso lo ha cambiado la tropelía rusa.

La UE analiza la adhesión in extremis de Ucrania en el club europeo y Finlandia ha solicitado la inclusión “más rápida posible” a las filas de la Alianza Atlántica. La frontera de Finlandia con Rusia tiene una longitud de mil 340 kilómetros.

Hay un temor anidado entre la ciudadanía europea porque el conflicto bélico en el traspatio termine metiendo a la OTAN en una nueva gran conflagración a escala con Rusia. El primer ministro británico, Boris Johnson, ha dicho abiertamente que si Putin le toca un pelo a Finlandia o a Suecia, entonces Reino Unido entrará a defenderlos militarmente, mientras Moscú advierte que el ingreso de Finlandia traerá consecuencias militares y los corifeos de Putin hablan del arsenal nuclear.

Bajo este escenario la guerra en Ucrania permanece enrocada. La ONU comparte información de forma oficial: siete mil 61 bajas civiles hasta el 9 de mayo, aunque reconoce que las cifras reales pueden ser tres veces más elevadas.

El gobierno de Kiev asevera que hasta esa fecha 26 mil 650 soldados rusos han caído en combate y un importante arsenal ruso ha sido destruido: un total de 199 aviones, 161 helicópteros, 398 drones, mil 195 tanques, dos mil 873 fragatas, 534 sistemas de artillería y 87 sistemas antiaéreos; así como 191 carros de combate, 76 tanques de combustible, 13 barcos militares, dos mil 19 vehículos, 41 equipos especiales y cuatro sistemas móviles.

El mayor drama, puntualiza Bogner, es que cada muerte de un civil es una tragedia: “Dependiendo de las circunstancias, la muerte de un solo civil o de alguien fuera de combate puede constituir un crimen de guerra, ya que son personas protegidas por el derecho internacional humanitario. Tales asesinatos también pueden violar el derecho a la vida en virtud del derecho internacional de los derechos humanos”.

RECUADRO

La ONU confía en la paz

En Málaga, Nikhil Seth, secretario general adjunto de la ONU, inaugura la Casa de Naciones Unidas en la ciudad andaluza y lo hace con la ilusión en el cuerpo a favor de que la paz y la concordia terminen siendo un lenguaje universal.

La ONU ha tenido un papel bastante cuestionable ante la guerra que padece Ucrania tras una invasión irascible en la que ningún mecanismo, ni tratado, ni ley, ni siquiera una cascada de durísimas sanciones contra Rusia, haya logrado ablandar las pretensiones del Kremlin.

De forma exclusiva Vértigo le pregunta a Seth, de origen indio, qué pasa con el mediador de paz Martin Griffiths, nombrado por la ONU desde el 28 de marzo para mediar en la búsqueda de una solución pacífica entre Ucrania y Rusia. En sus respuestas Seth omite la palabra guerra y menciona la invasión como un evento.

A partir del 29 de marzo en que se reunieron las delegaciones ucraniana y rusa en Estambul como parte de una invitación del primer ministro turco, Recep Tayipp Erdogan, con la finalidad de buscar una vía pacífica, no han vuelto a encontrarse y la escalada deja ciudades arrasadas en Ucrania.

—¿Qué está haciendo el mediador de paz de la ONU?

—Naciones Unidas y el secretario general están muy interesados, con un enorme compromiso, en buscar cómo detener estos terribles eventos en Ucrania y desde luego lograr para ello un alto al fuego y la reanudación de negociaciones. El alto al fuego es importante por razones humanitarias. En esto se trabaja, estamos muy comprometidos. Todos queremos que este evento concluya pronto.

—En estos momentos las negociaciones entre la delegación ucraniana y rusa están detenidas, no hay diálogo y continúan los combates. ¿Qué sigue?

—Estoy seguro de que volverá a darse la oportunidad para que puedan facilitarse estas pláticas otra vez. Las dos partes tienen que estar en disposición para hacerlo, para recuperar el diálogo y asumir compromisos duraderos que reinstauren la paz.

—¿Podemos tener algo de esperanza en que el futuro de este conflicto pasará por una solución en una mesa redonda?

—Yo entiendo que puede haber frustración y desilusión de que no pueda alcanzarse una negociación y se cae en una sensación de un pozo sin solución… pero siempre hay una solución y Naciones Unidas trabaja en ella. Hay que ser optimistas. Estoy seguro de que vendrán mejores tiempos.
Se trata de una peligrosa lacra que acecha a la sociedad civil y figura como una de las potenciales amenazas contra las instituciones y el orden establecido: el terrorismo es el odio más aberrante porque siempre busca destruir las vidas más inocentes y pretende mancillar la moral causando un daño indescriptible.

Por ejemplo, en su reciente campaña el presidente reelecto de Francia, Emmanuel Macron, llegó a comentar que cada tres días su país desarticula un potencial atentado terrorista gracias a los servicios de inteligencia galos y al seguimiento puntual que dan a ocho mil 132 individuos registrados en una base de datos como islamistas radicalizados.

Ni el coronavirus frena este ímpetu nocivo: el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) advierte que en 2020 acontecieron a nivel mundial dos mil 350 ataques terroristas en 39 países y provocaron nueve mil 747 muertes.

En plena declaración de pandemia crecieron 52% los ataques y aumentaron 5% las víctimas, con Afganistán convertido en polo con tres mil 959 víctimas y sumando 40% de los fallecimientos por terrorismo contabilizados en el mundo.

También hubo ese año muertos por atentados en Nigeria (mil 463 personas); Burkina Faso (799); Mali (624); Níger (380); Camerún (355); Mozambique (353); Chad (299); Irak (292); Siria (272); Congo (252); Somalia (209); Paquistán (148); Egipto (72); Filipinas (63); India (51); Kenia (42); Tailandia (26); Tanzania (20); Costa de Marfil (12); Yemen (11); Libia (8); Argelia (8); Francia (7); Indonesia (6); Austria (3); Reino Unido (3); Túnez (3); Rusia (2); Canadá (1); Bangladesh (1); Alemania (1); Suiza (1) y Marruecos (1).

Dio a conocer el mismo OIET que en 2021 acontecieron dos mil 193 atentados con nueve mil 603 víctimas en 36 países; tan solo África occidental concentró 475 de los sucesos y 44% de las víctimas.

El mapa de los atentados del año pasado quedó así: Afganistán (599); Burkina Farso (319); Malí (281); Nigeria (173); Irak (134); Camerún (129); Níger (115); Siria (94); Congo (61); Somalia (59); Mozambique (47); Paquistán (40); Egipto (26); Tailandia (23); India (20); Filipinas (15); Kenia (11); Chad (6); Costa de Marfil (6); Yemen (5); Libia (4); Uganda (4); Benín (3); Túnez (2); Indonesia (2); Argelia (2); Tanzania (2); Sudán (2); Francia (2); Malvinas (1); Alemania (1); Nueva Zelanda (1); Noruega (1); Reino Unido (1); Arabia Saudita (1) y Togo (1).

Para António Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), debe garantizarse la lucha contra el terrorismo desde el mismo Estado de Derecho porque es “una obligación moral y jurídica” para la protección de los derechos humanos.

En Málaga, durante su participación por streaming en la inauguración de la Conferencia Internacional de Alto Nivel sobre Derechos Humanos, Sociedad Civil y Lucha contra el Terrorismo, el titular de la ONU refrendó que prevenir la radicalización beneficia a toda la sociedad civil.

“Hay que detener esta amenaza global. Tenemos organismos como Dáesh-Estado Islámico (EI) o Al-Qaeda que continúan expandiéndose en África; el terrorismo ha anidado en Afganistán y los grupos extremistas también aumentan y actúan con violencia sexual. La xenofobia, el racismo y la intolerancia están creciendo”, advirtió Guterres.

Señaló el secretario general que es menester realizar un enorme esfuerzo conjunto para luchar contra este flagelo a través de la educación y de la inclusión, eliminando barreras de género.

En el mismo foro habló in situ el secretario general adjunto de la Oficina de Lucha contra el Terrorismo de la ONU, Vladimir Voronkov, quien reiteró la necesidad de proteger los derechos humanos y a la sociedad civil, que es siempre la principal víctima.

La presencia de Voronkov —de nacionalidad rusa— en el Palacio de Ferias y de Congresos de Málaga suscitó un amplio dispositivo de seguridad que llegó a ser tan exagerado, que la prensa dentro del recinto no podía moverse libremente sin estar acompañada en todo momento por un agente de seguridad.

El funcionario de Naciones Unidas destacó la labor esencial de países donantes como Qatar, Arabia Saudita y la Unión Europea (UE), cuyas contribuciones permiten la instrumentación de programas orientados a la protección de los derechos humanos a través de luchar contra el terrorismo.

“Los terroristas buscan minar la confianza en uno mismo, en el poder de las instituciones; crear confusión; por eso es muy necesario el intercambio de posiciones entre los países y estrategias para estar unidos”, destacó Voronkov.

En el mismo evento en Málaga participó José Manuel Albares, ministro de Exteriores de España, ante un auditorio rebosante de asistentes internacionales (90 delegaciones) de organismos ligados al terrorismo y a los derechos humanos.

“La diversidad de las temáticas abordadas es un fiel reflejo del carácter integral de la Estrategia Global contra el Terrorismo durante la séptima revisión, que fue cofacilitada por España y se adoptó por consenso por la Asamblea General en junio del año pasado”, informó al auditorio.

En ese espacio se analizaron entre los participantes aspectos tales como el apoyo a las víctimas, a los supervivientes del terrorismo; el papel de los programas contra el terrorismo de la ONU; y los esfuerzos de la sociedad civil para prevenirlo y combatirlo.

En palabras de Albares, España está con los países que han padecido el terrorismo y con sus víctimas “porque España también lo ha sufrido” y por eso se siente tan cerca.

“Nos interesa la protección de los derechos humanos de la gente: de los hombres, de las mujeres y de los niños a través de acciones contra el terrorismo. Por eso creemos en el respeto a las leyes. Los terroristas buscan aterrorizar a las sociedades, quieren infectarnos y atacar nuestras democracias e instituciones, así como nuestros valores”, refrendó convencido el diplomático.

Bajo ese nivel de compromiso en Madrid funcionará una Oficina de Naciones Unidas contra el Terrorismo y uno de sus propósitos será crear una red de víctimas.

Hay consternación por luchar contra la radicalización y para eso se habla de crear objetivos, como enseñar los valores de la tolerancia, la paz y la inclusión mediante el deporte.

Para el gobierno español esta oficina tiene mucho valor estratégico de cara a su máximo flanco de vulnerabilidad: el Sahel y otras partes de África que están convirtiéndose en nidos de terroristas con el Dáesh-EI, Al-Qaeda y otros grupos yihadistas y extremistas.

A decir de Albares el terrorismo sigue siendo un fenómeno que afecta a las sociedades muy directamente y es una amenaza real. A tal grado es sensible, que el tema estará presente en la cumbre de la OTAN en Madrid a finales de junio.

El canciller recordó que si bien el Dáesh y el terrorismo yihadista se han reducido en Oriente Medio, en Siria e Irak, reaparece con los talibanes la posibilidad de un autoritarismo islámico en Afganistán y primordialmente está presente en África: “No olvidemos que el Índice Global contra el Terrorismo sitúa al Sahel como el epicentro del terrorismo yihadista”.

De acuerdo con la UE en 2011 salieron de territorio europeo entre cuatro mil y cinco mil ciudadanos para unirse a las filas de combate de grupos terroristas como el EI-Dáesh en Siria e Irak.

A partir de 2016 empezó a darse el fenómeno de retorno: muchos de esos combatientes voluntarios han ido regresando a las ciudades europeas de las que salieron. La UE calcula que al menos 30% ya volvieron.

En septiembre próximo la ONU celebrará el Primer Congreso Global de Víctimas del Terrorismo y bajo ese tenor se organiza un movimiento para crear una gran red de asociaciones de víctimas.

“Como obligación moral y jurídica, y como imperativo estratégico, hemos de poner los derechos humanos en su justo lugar: en el centro de la lucha contra el terror”, aseveró Guterres.

En la diana

Todos los días se violan los derechos humanos de cientos de personas en diversas partes del mundo. La ONU reconoce el enorme déficit que subyace al respecto y que empeora en regímenes totalitarios y, primordialmente, en situaciones de conflictos bélicos.

La ONU ha encontrado más de mil cadáveres en Bucha. El foco de atención puesto en la invasión rusa a Ucrania sigue sumando días y camina rápidamente a los tres meses. Ya son más de 40 los países que han solicitado al fiscal de la Corte Penal Internacional una investigación por crímenes de guerra y de lesa humanidad contra el presidente Vladimir Putin y las tropas rusas.

Matilda Bogner, encargada de la Misión de Vigilancia de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania, dijo al respecto que llevan documentando violaciones contra los derechos humanos de los ucranianos a partir del mismo día de la invasión, el 24 de febrero.

“Hace unos días mis colegas y yo visitamos 14 ciudades en las regiones de Kiev y Chernihiv que estuvieron ocupadas por las Fuerzas Armadas rusas hasta finales de marzo. La gente nos habló de familiares, vecinos y amigos asesinados, heridos, detenidos y desaparecidos. En Makariv las fuerzas armadas rusas dispararon contra una familia de cinco miembros cuando intentaban irse con sus vecinos en automóvil. Lamentablemente solo dos miembros de la familia sobrevivieron”, recordó.

Las atrocidades van quedando al descubierto a medida que los soldados ucranianos van recuperando territorios y los rusos van dejando el asedio de otras ciudades del centro, norte y oeste para concentrarse en dominar la región sur y la zona este de Ucrania, rica en minerales, con relevantes oleoductos, centrales nucleares y la trascendental salida al Azov y al Mar Negro. A todas luces es una invasión con motivaciones económicas y estratégicas.

Antes de la invasión ni la UE ni la OTAN tenían algún tipo de intención de aceptar a Ucrania en sus filas; ni países como Suiza, Suecia ni Finlandia de romper su tradicional neutralidad. Eso lo ha cambiado la tropelía rusa.

La UE analiza la adhesión in extremis de Ucrania en el club europeo y Finlandia ha solicitado la inclusión “más rápida posible” a las filas de la Alianza Atlántica. La frontera de Finlandia con Rusia tiene una longitud de mil 340 kilómetros.

Hay un temor anidado entre la ciudadanía europea porque el conflicto bélico en el traspatio termine metiendo a la OTAN en una nueva gran conflagración a escala con Rusia. El primer ministro británico, Boris Johnson, ha dicho abiertamente que si Putin le toca un pelo a Finlandia o a Suecia, entonces Reino Unido entrará a defenderlos militarmente, mientras Moscú advierte que el ingreso de Finlandia traerá consecuencias militares y los corifeos de Putin hablan del arsenal nuclear.

Bajo este escenario la guerra en Ucrania permanece enrocada. La ONU comparte información de forma oficial: siete mil 61 bajas civiles hasta el 9 de mayo, aunque reconoce que las cifras reales pueden ser tres veces más elevadas.

El gobierno de Kiev asevera que hasta esa fecha 26 mil 650 soldados rusos han caído en combate y un importante arsenal ruso ha sido destruido: un total de 199 aviones, 161 helicópteros, 398 drones, mil 195 tanques, dos mil 873 fragatas, 534 sistemas de artillería y 87 sistemas antiaéreos; así como 191 carros de combate, 76 tanques de combustible, 13 barcos militares, dos mil 19 vehículos, 41 equipos especiales y cuatro sistemas móviles.

El mayor drama, puntualiza Bogner, es que cada muerte de un civil es una tragedia: “Dependiendo de las circunstancias, la muerte de un solo civil o de alguien fuera de combate puede constituir un crimen de guerra, ya que son personas protegidas por el derecho internacional humanitario. Tales asesinatos también pueden violar el derecho a la vida en virtud del derecho internacional de los derechos humanos”.

La ONU confía en la paz

En Málaga, Nikhil Seth, secretario general adjunto de la ONU, inaugura la Casa de Naciones Unidas en la ciudad andaluza y lo hace con la ilusión en el cuerpo a favor de que la paz y la concordia terminen siendo un lenguaje universal.

La ONU ha tenido un papel bastante cuestionable ante la guerra que padece Ucrania tras una invasión irascible en la que ningún mecanismo, ni tratado, ni ley, ni siquiera una cascada de durísimas sanciones contra Rusia, haya logrado ablandar las pretensiones del Kremlin.

De forma exclusiva Vértigo le pregunta a Seth, de origen indio, qué pasa con el mediador de paz Martin Griffiths, nombrado por la ONU desde el 28 de marzo para mediar en la búsqueda de una solución pacífica entre Ucrania y Rusia. En sus respuestas Seth omite la palabra guerra y menciona la invasión como un evento.

A partir del 29 de marzo en que se reunieron las delegaciones ucraniana y rusa en Estambul como parte de una invitación del primer ministro turco, Recep Tayipp Erdogan, con la finalidad de buscar una vía pacífica, no han vuelto a encontrarse y la escalada deja ciudades arrasadas en Ucrania.

—¿Qué está haciendo el mediador de paz de la ONU?

—Naciones Unidas y el secretario general están muy interesados, con un enorme compromiso, en buscar cómo detener estos terribles eventos en Ucrania y desde luego lograr para ello un alto al fuego y la reanudación de negociaciones. El alto al fuego es importante por razones humanitarias. En esto se trabaja, estamos muy comprometidos. Todos queremos que este evento concluya pronto.

—En estos momentos las negociaciones entre la delegación ucraniana y rusa están detenidas, no hay diálogo y continúan los combates. ¿Qué sigue?

—Estoy seguro de que volverá a darse la oportunidad para que puedan facilitarse estas pláticas otra vez. Las dos partes tienen que estar en disposición para hacerlo, para recuperar el diálogo y asumir compromisos duraderos que reinstauren la paz.

—¿Podemos tener algo de esperanza en que el futuro de este conflicto pasará por una solución en una mesa redonda?

—Yo entiendo que puede haber frustración y desilusión de que no pueda alcanzarse una negociación y se cae en una sensación de un pozo sin solución… pero siempre hay una solución y Naciones Unidas trabaja en ella. Hay que ser optimistas. Estoy seguro de que vendrán mejores tiempos.