Tras 25 años, mujeres colombianas vuelven al servicio militar

El ejército colombiano espera el ingreso de al menos 5 mil mujeres y 55 mil hombres este año.

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Foto: AP
Redacción
Internacional
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Bogotá, 7 de marzo. Ataviada con uniforme de camuflaje del ejército colombiano, Zulma Stefania Pérez defiende su derecho y capacidad para enfrentar el arduo entrenamiento que asumió al ingresar voluntariamente al servicio militar, que actualmente es obligatorio en el país solo para los hombres.

“La exigencia física es la misma, no es por el hecho de que seamos mujeres que seamos menos, sino que podemos mostrar más fortalezas y cualidades que los hombres”, aseguró Pérez, quien forma parte de un grupo de 1,296 mujeres quienes ingresaron al ejército para hacer el servicio militar en la primera convocatoria abierta en 25 años.

Cabe destacar que la última vez que el ejército aceptó el ingreso de mujeres a sus filas fue en 1998 y ahora retoma esa política para fortalecer el “rol de las mujeres en la institución”, explicaron en enero miembros de la institución en un comunicado.

El ejército colombiano es una institución típicamente dominada por hombres: de 200 mil integrantes sólo hay 1,212 oficiales y 973 suboficiales mujeres en distintos grados, según cifras oficiales.

El servicio militar es la puerta de entrada al ejército para varias jóvenes que no tienen los ingresos suficientes para pagar una carrera profesional militar que puede llegar a costar varios miles de dólares. Por prestar el servicio militar reciben una bonificación mensual equivalente a 73 dólares, así como comida y techo en la base militar en la que viven durante todo el año.

Las jornadas en el batallón, ubicado en las nubladas montañas del suroriente de Bogotá, inician a las seis de la mañana con una ducha de agua fría que no puede tardar más de un minuto en un baño compartido de sólo seis duchas para 76 jóvenes. Después, tras recibir el desayuno inician las clases de instrucción militar y antes de acabar la jornada deben lustrar sus botas y aprender himnos.

Bajo el comando de un sargento instructor que corrige cada movimiento para lograr su uniformidad, las novatas se esfuerzan por seguir el ritmo de la marcha y los ejercicios de resistencia. Algunas lucen la cara pintada de verde y negro luego de la clase de mimetismo y sostienen fusiles sin munición ACE 5.56 que pesan aproximadamente tres kilos, en preparación a las que serán sus armas oficiales.

El ejército colombiano espera lograr que ingresen a sus filas al menos 5.000 mujeres y 55.000 hombres este año.

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