TURISMO EN EUROPA: CONGELADO POR EL CORONAVIRUS

Esta vez los europeos tendrán destinos de corta distancia como primera opción.

Claudia Luna Palencia
Internacional
Playas de Sotavento, Fuerteventura, Canary Islands, Spain, Atlantic, Europe
Hans-Peter Merten/robertharding via AFP

Es un verano atípico en el que las playas lucen semivacías mientras las tiendas se quedan sin stock de albercas inflables: la que debería ser una jornada de estío al aire libre y en la arena se ha convertido en una búsqueda irrefrenable por alquilar pequeñas casas en las provincias olvidadas de la Europa más profunda.

Los pueblos que huelen a pasado viven una inusual disputa entre miles de citadinos ávidos de refugiarse en el paisaje comarcal; las casas rurales cuelgan letreros de “no disponible” porque sus reservas han crecido exponencialmente, hasta 500 por ciento.

Anualmente los europeos dedican todo el mes de agosto para su ocio y con preferencia primordial para viajar al extranjero, pero esta vez tendrán destinos de corta distancia como primera opción.

En algunos países, como Alemania, Francia y Reino Unido, se piden “corredores seguros” para sus ciudadanos siempre y cuando elijan viajar dentro del espacio Schengen compartido en común con 26 naciones europeas que entre sí levantan todos los controles fronterizos.

Desde el pasado 30 de junio la Unión Europea (UE) abrió sus fronteras para terceros países no comunitarios: una lista de 14 naciones entre las que no figuran ni Estados Unidos ni México o Brasil, pero sí China.

“El criterio requiere que los casos confirmados de Covid-19 en los países de la lista sean similares o inferiores a los de la UE por cada 100 mil ciudadanos durante los 14 días anteriores a partir del 15 de junio”, explican.

La velocidad de la expansión del coronavirus en el mundo todos los días deja nuevos contagios y más víctimas fatales; hasta el momento más de doce millones de infectados y cerca de 600 mil fallecidos.

El Mediterráneo, que otrora luciría en pleno julio con las reservaciones a tope, se encuentra a medio gas con 30% de ocupación. España, Francia, Italia, Portugal, Chipre, Grecia y Malta padecen un daño económico mayúsculo.

El impacto es todavía más severo en España, Italia y Grecia, los tres destinos ideales para británicos, alemanes y franceses, que compiten con otros sitios de sol y playa como Tailandia, las islas Maldivas, Cuba o las playas del Caribe mexicano. En la medida que los aviones dejan pista y retoman su actividad hacia sitios con escasa o nula presencia del coronavirus, se ven vuelos chárter con turistas alemanes aterrizando en las islas baleares para beneplácito de España, que intenta salvar la temporada veraniega.

Hasta las Islas Canarias llegaron Zurab Pololikashvili, secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), y María Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo, para promocionarlo como un lugar libre de Covid-19.

Aunque se levantan los confinamientos desde hace varias semanas solo permanece abierto 40% de la infraestructura hotelera de toda España, incluida sus islas. El miedo, la incertidumbre y la desconfianza mantienen a la mayoría de las personas reorganizándose de otra forma y volviendo a replantear sus opciones para el ocio y las inminentes vacaciones de agosto.

Grecia fue uno de los primeros países en levantar su cuarentena y abrir sus fronteras, pero es desolador el panorama de las islas helénicas de casitas blancas y azules con apenas unos cuantos visitantes.

Ni los drones, el cubrebocas, las playas con restricciones de dos metros de seguridad entre bañista y bañista, ni todas las tiendas con gel hidroalcohólico, ni la limpieza impecable en los baños públicos dan confianza a la gran mayoría.

Italia ha sido incluso más agresiva en su campaña para captar viajeros, con regiones como Sicilia que ofrecen vuelos de avión gratis y descuentos superiores a 50% en las noches de hotel.

Los sitios para buscar vuelos ofrecen multitud de códigos de descuento. Hay un pique por ver qué aerolínea completa el pasaje, porque además se han salido con la suya aseverando que las llevaría a la quiebra volar ocupando solo la mitad de los asientos para guardar la distancia entre persona y persona para no contagiarse del coronavirus; lo único obligatorio es llevar mascarilla y cambiársela cada cuatro horas.

Hasta Venecia, tradicionalmente hosca con los visitantes, está desesperada por la afluencia acostumbrada de turistas que, muchas veces señalados como una molestia, son los que dejan las divisas necesarias para que funcionen todos los sectores y subsectores detonados gracias al turismo, entre estos la hostelería.

Previo a la pandemia veníamos con una turismofobia anidada en varias ciudades, recuerda Felipe González, como un síntoma de que “algo” había que modificar estructuralmente hablando en la forma de hacer turismo en Europa.

El expresidente de España (1982-1996) estima que el efecto devastador de la pandemia contribuye a “cuestionárnoslo todo”, porque encima lo único que sabemos es que seguirá predominando “la incertidumbre”.

Y siendo el turismo una fuente económica fundamental para los europeos, mientras existan restricciones a la movilidad o se le meta miedo a la gente el sector se verá afectado. Nada más en España el turismo contribuye con 12% del PIB.

Durante su participación en el foro Salvemos el turismo, organizado por Hotusa, González alabó los mecanismos de rescate implementados por países como Alemania, Francia y Holanda para librar de la quiebra a sus aerolíneas.

“Desde el rescate realizado a Air France-KLM hasta el de Lufthansa; en este último Merkel ha sido muy inteligente: le han inyectado nueve mil millones de euros y se han quedado dentro del Consejo de Administración con el aviso de que se saldrán en cuanto la aerolínea recupere su liquidez”, explicó González.

El turismo es una de las grandes actividades económicas no solo de Europa sino de profundo impacto global. De acuerdo con la OMT el año pasado un total de mil 400 millones de personas viajaron por el mundo.

La actividad económica movilizada alrededor de la también llamada “industria sin chimeneas” reportó en 2018 ingresos de 1.7 billones de dólares; de todas las regiones Europa es la más beneficiada por el turismo con 710 millones de viajeros y una derrama de 570 mil millones de dólares.

En segundo lugar figuran Asia y Pacífico con 348 millones de visitantes y una ganancia de 435 mil millones de dólares.

Les sigue la región de las Américas con 216 millones de visitantes que dejaron 334 mil millones de dólares en divisas. En cuarto sitio África, con 67 millones de turistas y 38 mil millones de dólares; y por último Oriente Medio, con 60 millones de turistas y 73 mil millones de dólares.

Motor esencial

Pero las cosas han cambiado. Con la idea latente flotando en el aire de un posible reconfinamiento de cara al otoño la gente deja de lado su tradicional forma de viajar y hacer turismo porque la falta de una vacuna para el SARS-CoV-2, causante del Covid-19, implica reorganizar de otra manera sus costumbres y hábitos de vida.

Este año el turismo internacional cumpliría una década de crecimientos sostenidos, incluso en algunos episodios creciendo por encima del PIB mundial. Pero en pleno julio el panorama es demasiado gris y la OMT lo informa: “El turismo internacional se contrajo 22% en el primer trimestre y podría colapsarse entre 60 y 80% en el conjunto del año. Se trata de 67 millones de turistas internacionales menos y una pérdida de 80 mil millones de dólares”.

Hoy “el mundo afronta una crisis sanitaria y económica sin precedente. El turismo ha recibido un duro golpe y son millones los puestos de trabajo que se encuentran en peligro en uno de los sectores de la economía que más mano de obra emplea”, asevera.

El propio Pololikashvili maneja tres escenarios: 1) una caída de 58% del turismo mundial con base en la apertura gradual de las fronteras internacionales y la relajación de las restricciones de viaje a principios de julio; eso significaría una pérdida de entre 850 y mil 100 millones de turistas internacionales; 2) una caída de 70% con una apertura gradual de las fronteras pero a principios de septiembre, que se traduciría en una pérdida de entre 910 mil y 1.2 billones de dólares; y, 3) una caída de 78% con una apertura de fronteras a principios de diciembre, cuando se verían amenazados entre 100 y 120 millones de puestos de trabajo en empleo directo de turismo.

Así, “esta es con mucho la peor crisis que el turismo internacional afronta desde que hay registros en 1950. El impacto se sentirá en diversos grados en las distintas regiones y en momentos superpuestos, siendo la región de Asia y el Pacífico la que se prevé que empezará a recuperarse antes”, afirma Pololikashvili.

Las esperanzas están puestas entonces en 2021. Y es que el coronavirus llegó para trastocarlo todo, convertido además en un enigma acerca de cuánto tiempo deberá la gente convivir con él y sin contar con la vacuna, porque si bien podría estar vigente el próximo otoño —una vez sea comprobada su efectividad—, pasará tiempo para que todas las personas puedan contar con la dosis aplicada.

Significa de uno a cuatro años en el mejor de los casos, siempre y cuando la OMS logre sostenerse como árbitro de la salud y las grandes potencias no actúen por su cuenta de forma unilateral, como lo ha hecho el presidente Donald Trump acaparando toda la producción de Remdesivir —hasta octubre— para beneficio exclusivo de los pacientes de la Unión Americana que luchan por su vida ante el SARS-CoV-2.

Recientemente 239 científicos de todo el mundo enviaron una carta a Tedros Adhanom, titular de la OMS, para solicitarle que corrija sus informes ya que han encontrado evidencia de que no solo las gotículas mayores expelidas por la boca de los infectados por coronavirus pueden transmitirse a otras personas porque permanecen suspendidas un tiempo en el aire y en las superficies sino también las gotículas más pequeñas.

La OMS pasó a “no descartar totalmente” que el coronavirus se contagie por vía aérea. Otros virus, como el sarampión, tienen transmisión aérea. De ahí la importancia de llevar la mascarilla al salir de casa, aunque hacerlo durante el verano, con temperaturas elevadas, resulta chocante, pero es la mejor medida de protección contra el Covid-19.

Al menos en Europa así se entiende y no son pocos los países como España que multan a las personas que no llevan el cubrebocas; en el transporte público está prohibido a las personas subir sin la mascarilla.

En la hostelería y en los hoteles se utilizan además otras medidas preventivas e higiénicas para darle seguridad a comensales y a turistas: rayos ultravioleta, ozonizadores, mamparas y aparatos para tomar la temperatura como regla general a todas las personas que usen las instalaciones.

En España el Instituto para la Calidad Turística emitió un documento intitulado Medidas para la reducción del contagio por el coronavirus SARS-CoV-2, tanto en los hoteles como en los apartamentos turísticos.

Resulta tan minucioso el texto que además de los aforos controlados, las mascarillas, equipos de protección y guantes, propone retirar alfombras, textiles, forrar las perchas, quitar los amenities acostumbrados y hasta “limpiar” la rejilla del secador de pelo tras la salida de cada huésped; y, por supuesto, recomienda desechar todo el material de limpieza tras su uso.

Si bien es un doble esfuerzo y un gasto extra la intención pasa por rescatar todo cuanto se pueda de la temporada turística estival. Y es que seis de los diez países más visitados del mundo están geográficamente localizados en Europa: Francia, España, Italia, Turquía, Alemania y Gran Bretaña.

Y de las diez naciones con mayor captación de divisas por derrama turística cuatro son precisamente europeos: Francia, Reino Unido, Italia y Alemania.

Para países como España o México, que destacan en el pódium de los diez más visitados del mundo, la industria del turismo es relevante y requerirá de planes agresivos para vitaminarla.

¿Qué pasará con el turismo en la era poscoronavirus? Para Adolfo Favieres, embajador del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), es la pregunta “del millón”, porque hacer una previsión sobre un escenario que nunca ha ocurrido con esta virulencia “podría resultar más una profecía” que una previsión.

En entrevista con Vértigo Favieres compartió datos del Consejo Mundial que ayudan a “situar el dramatismo del momento”. Por ejemplo: el turismo en 2019 supuso más de 10% del PIB mundial y creció —esto es importante— a un ritmo en términos relativos 40% más alto que el crecimiento de la economía global.

Para el fundador del grupo Occidental Hoteles es menester recordar que el año pasado uno de cada cuatro puestos de trabajo creados correspondieron al sector de viajes y turismo, que cuenta con 330 millones de trabajadores; aunque por la crisis derivada del coronavirus unos 75 millones perderán sus empleos en el ámbito de competencia del turismo.

“Ahora vamos a empezar un ciclo nuevo, completamente distinto. Aquí cabrían teorías desde la de John Maynard Keynes hasta la de Jean-Baptiste Say”, añade convencido.

Lo lógico, indica Favieres, es que habrá una recuperación del turismo, aunque “sabemos que las economías van a salir muy tocadas”, desde la macroeconomía a la microeconomía.

“Creo que primero se despertará el turismo doméstico; es decir, cuando hablamos de turismo instintivamente nos posicionamos para hablar del turismo internacional, pero los datos que tenemos en el Consejo es que el turismo internacional es 28% de todo el gasto turístico; entonces 72% es gasto del turismo doméstico. Creo que primero despertará el turismo doméstico, luego llegaríamos a una segunda etapa con el turismo regional, entendido con las regiones de Europa, África, Oriente Medio, América, etcétera”, remarca el embajador español.

RECUADRO

Salvando al turismo

Diversos mandatarios europeos implementan una serie de estrategias para darle oxígeno tanto a la hostelería como a la infraestructura hotelera.

Hace unos días el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció que reducirá el IVA de 20 a 5% en comidas y bebidas, alojamiento hotelero y atracciones turísticas.

“El Ejecutivo pagará de lunes a miércoles la mitad del precio de cualquier consumo en bares y restaurantes, sin incluir bebidas alcohólicas y hasta un límite de once euros por comensal”, puntualizó.

La canciller germana, Angela Merkel, fue la primera en anunciar incentivos fiscales para impulsar el consumo en bares y restaurantes: en mayo pasado dio a conocer una rebaja en el IVA de alimentos de 19 a 7 por ciento.

Y en Italia el primer ministro Giuseppe Conte puso en marcha un paquete de estímulos que incluye “incentivos en forma de bonos” por valor de 500 euros para que las familias con bajos ingresos puedan gastar en estancias vacacionales.