Día 34 de la invasión rusa a Ucrania y los muertos civiles se cuentan por miles. En Estambul el primer ministro turco Recep Tayipp Erdogan acoge una reunión entre una delegación rusa y otra ucraniana en busca de un acuerdo de paz.
Es la segunda vez que se ven en suelo turco luego de otros intentos fallidos en la frontera de Ucrania con Bielorrusia. Hay una leve ventana de esperanza.
Volodímir Zelenski está dispuesto a ceder en varios de los puntos rojos marcados por el Kremlin, aunque el presidente ucraniano se niega a perder la unidad territorial. La negociación podría ser larga y volver a atascarse en el fango.
El cese de los bombardeos y la habilitación de corredores humanitarios ha estado en la mesa desde el minuto uno y desde la primera vez que las dos delegaciones se vieron la cara: el 28 de febrero, justo cuatro días después de que el
ejército ruso traspasó las fronteras metiéndose por la región del Donbás e inició su escalada militar de muerte y destrucción en casi todo el territorio de Ucrania.
Zelenski pide un cese de los bombardeos. Lleva largas horas y días clamando al mundo por que le ayuden a frenar el fuego de una artillería que va dejando
ciudades derruidas como Mariúpol, convertida ya en símbolo del dolor y la devastación.
En las pláticas de la semana pasada el Kremlin anunció que reducirá sus operaciones militares en Ucrania. Occidente no le cree nada. Desde Estambul, Tom Bateman refiere para la BBC que “muchos se muestran escépticos” del anuncio de Rusia sobre la reducción de las operaciones militares.
“Ya sea una promesa de retirarse o simplemente una aceptación, ya ha fallado en esas áreas y, en cambio, dirigirá toda su fuerza hacia el este. Los países occidentales, por lo tanto, juzgarán a Rusia por sus acciones y no por sus palabras”, indica.
En estas últimas negociaciones la delegación ucraniana propuso a sus contrapartes rusos la posibilidad de adoptar un estatus neutral a cambio de garantías de seguridad con una serie de países garantes que actuarían para proteger a Ucrania mediante un mecanismo internacional en el que incluyen a Turquía.
Además acepta que no formará parte de la OTAN, uno de los puntos esgrimidos por Vladimir Putin en sendas cartas enviadas a finales de diciembre pasado tanto a la Alianza Atlántica como a Estados Unidos y que, entre otras cosas, ha servido de pretexto para justificar su incursión bélica.
Ucrania tendría que reformar su Constitución para dejar plasmada tanto su neutralidad como su renuncia a formar parte de la OTAN.
Ni Estados Unidos, ni Reino Unido, ni la propia inteligencia militar ucraniana se tragan el órdago de la reducción del conflicto, porque el Kremlin sigue jugando al despiste. Habla de concentrar sus operaciones especiales en la región del Donbás pero sigue bombardeando tanto Kiev como otras ciudades mientras termina de destruir por completo a Mariúpol; prácticamente ha barrido con todo: hospitales, escuelas, teatros… Lo último, la Cruz Roja de la ciudad.
Hace unos días salieron de los sótanos de las casas los últimos supervivientes de los intensos bombardeos, sobre todo un contingente de personas mayores, con discapacidad y enfermos imposibilitados. Han sido movilizados en transportes que desalojan a los últimos habitantes que todavía quedan. Se calcula, según Kiev, que habría alrededor de 170 mil personas de una ciudad que tenía un censo de 446 mil 103 habitantes.
La mayoría habrían huido hacia el interior del país: a Zaporiyia y otras ciudades y a países vecinos. Aunque Vadim Boychenko, alcalde de Mariúpol, denuncia que las tropas rusas desalojaron por la fuerza —hacia Rusia— a entre 20 mil y 30 mil personas a las que retiraron el celular y su documentación.
El Kremlin pide reiteradamente la rendición de Mariúpol, pero la resistencia militar ucraniana y la formada por grupos civiles alargan la agonía. El repliegue de fuerzas rusas en los últimos días, alejándose un poco de Kiev, otros batallones yendo hacia Bielorrusia y algunos más concentrándose en el este de Ucrania, se interpreta no como una señal de una pronta paz sino como un movimiento de logística para permitir el reabastecimiento de las tropas rusas.
Putin deja que las fuerzas chechenas (que recién se añadieron a la invasión) comandadas por Ramzan Kadyrov, conocido como “el señor de la guerra”, se hagan con el control de Mariúpol a cualquier precio. Hace unos días tomaron el Ayuntamiento. Putin en correspondencia a Kadyrov le concedió el grado de teniente general.
Negociaciones envenenadas
Básicamente las negociaciones entre las delegaciones de Rusia y de Ucrania abordan los siguientes puntos: 1) La neutralidad de Ucrania libre de bases y contingentes militares de otras naciones en su territorio; 2) rechazo a entrar en cualquier alianza político-militar; 3) realizar ejercicios militares en su territorio solo tras el visto bueno de los países garantes; 4) el gobierno de Kiev podría entrar a la Unión Europea sin que los países garantes obstaculicen su intención; 5) desde la Presidencia de Zelenski proponen que los países garantes sean Reino Unido, China, Estados Unidos, Turquía, Francia, Canadá, Israel, Italia y Polonia; 6) Zelenski reitera que está dispuesto a un encuentro en persona con Putin; el ministerio de Exteriores ruso señala que primero es necesario alcanzar un acuerdo marco.
Desde Berlín, Steffen Hebestreit, portavoz del gobierno, tomó el testigo y afirmó que Alemania estaría dispuesta a dar el paso de ser garante de la seguridad de Ucrania.
¿Cuándo puede darse un paso significativo para la paz? El Kremlin sigue enfriando las expectativas en una Ucrania urgida por volver a la normalidad lo más pronto posible, por reconstruirse y sanar las heridas. Solo en Mariúpol hay más de cinco mil fallecidos, pero sumados a los del resto del país la cifra podría duplicarse. Además tiene la economía destruida: el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera una caída de 13.5% en su PIB; ya le concedió un empréstito de mil 400 millones de dólares a Zelenski.
En general, la postura de Occidente es de incredulidad hacia las palabras de Putin, quien lleva días hablando de permitir corredores humanitarios seguros y bajar la intensidad del asedio.
Desde la Casa Blanca se insiste igualmente en que una reunión entre el mandatario Joe Biden y Putin solo sería posible “si hay una reducción tangible de la intensidad de la ofensiva militar”.
Biden ha subido el tono de sus calificativos contra el autócrata, a quien señala como un criminal de guerra y en su visita a Polonia para ver a los refugiados ucranios le llamó “carnicero”.
“No interpreto nada hasta que no vea si cumplen sus acciones —respecto del anuncio del Kremlin de reducir sus operaciones militares en la capital de Ucrania y Chernihiv—; primero veremos si cumplen lo que sugieren”, afirmó Biden.
A su vez, Zelenski reitera que debe haber una muestra de voluntad por parte de Rusia, hechos más que palabras, mientras la artillería continúa destruyendo ciudades y matando a civiles.
“Debe haber una seguridad real para nosotros, nuestro Estado, nuestra soberanía. Para nuestra gente. Las tropas rusas deben abandonar los territorios ocupados. La soberanía y la integridad territorial son fundamentales”, reiteró el líder ucraniano. Para mediar en este conflicto bélico António Guterres, secretario general de la ONU, nombró a Martin Griffiths como mediador de paz con la finalidad de detener los bombardeos.
“Hoy anuncio que en el ejercicio de mis buenos oficios he pedido a nuestro coordinador humanitario a nivel mundial que explore de inmediato con las partes implicadas un posible acuerdo para un alto al fuego humanitario en Ucrania”, clamó un Guterres hasta ahora ignorado por Rusia.
Griffiths tiene como misión ir en persona tanto a Kiev como a Moscú para negociar el cese de los combates con fines humanitarios. De acuerdo con la ONU y la ACNUR ya hay más de cuatro millones de ucranianos refugiados en Europa y diez millones se han desplazado internamente.
Habrá que ver si este mediador de paz logra sumarse a las mesas de diálogo en Turquía. En la parte rusa destaca la participación del oligarca Román Abramóvich (dueño del Chelsea), uno de los mentores de Putin; el empresario mantuvo una cercanía fluida años atrás cuando Putin arribó al poder.
Abramóvich estaría fungiendo de “escuchador de confianza” y “correo” del mandatario ruso; su participación es bien vista y ha sido abiertamente halagado por Mijailo Podoliak, negociador principal de Ucrania en las conversaciones de paz.
Hace unos días The Washington Post ventiló que tanto Abramóvich como otros participantes de la delegación ucraniana habrían sufrido un envenenamiento con chocolates —el 3 de marzo pasado— en Kiev tras reunirse con un empresario ruso.
Sin embargo, nadie ha confirmado la especie: ni la Casa Blanca, ni Turquía, ni la inteligencia británica o francesa y el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, duda de su veracidad.
Ucrania en dos y miedo nuclear
Desde Kiev crecen las voces que alertan sobre los verdaderos propósitos de Putin: partir a Ucrania en dos. Tal como en su momento sucedió con Corea (1953) y que dio origen a Corea del Norte y Corea del Sur tras enfrentamientos bélicos y la intervención de las dos potencias hegemónicas del momento con EU y Rusia metidas en la disputa. La OTAN estaba recién creada el 4 de abril de 1949.
También Kiev coincide con los informes compartidos por la inteligencia militar de EU y Reino Unido con la pretensión de las tropas rusas de formar un cerco a los soldados ucranios en las zonas separatistas.
“Hay motivos para pensar que Putin prevé un escenario al estilo coreano, consistente en una línea divisoria entre las regiones ocupadas y las no ocupadas”, escribió Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana.
En las negociaciones el mayor tema espinoso se relaciona con la integridad territorial de Ucrania. Zelenski no da concesiones y plantea para Crimea un plazo de 15 años para negociar su estatus.
No obstante, Vladimir Medinski, negociador ruso, subrayó al respecto que tanto las anexiones de la península de Crimea como de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, con una independencia reconocida por el propio Putin, no están en la agenda. “No habrá ninguna variación de la postura del Kremlin” en dichas zonas. De hecho, los separatistas prorrusos de Lugansk quieren hacer ya un referéndum.
El Kremlin habla de retirada de ciertas zonas pero las imágenes de satélite muestran un reagrupamiento de tropas; en EU y en Europa persiste el temor de una ofensiva más fuerte y violenta.
Wesley Clark, excomandante de la OTAN, dijo a la CNN que un Putin frustrado “podría lanzar un ataque nuclear limitado en Polonia” y en la propia Ucrania utilizando un arma nuclear de bajo rendimiento.
Por su lado, el comandante principal de la OTAN y jefe del Comando Europeo de EU, Tod Wolters, ante el Senado norteamericano destacó que Rusia ha desplegado entre 70 y 75% de su capacidad militar en la invasión y sufre de una visible pérdida de impulso.
“Puedo decir que el impulso por el norte de los rusos y hacia el sur en dirección a Kiev sigue paralizado. No han hecho, de acuerdo a nuestras mejores estimaciones, ningún progreso apreciable desde el punto de vista geográfico”, relató.
Cuestionado sobre las motivaciones de Putin (de 69 años y con más de dos décadas en el poder en Rusia) para invadir a Ucrania en 2022, sin la presencia de Angela Merkel al frente de Alemania, ni Donald Trump en la Casa Blanca, Walters considera que tiene que ver con su edad y su eficacia.
“Creo que siente que tiene el apoyo popular de los ciudadanos de Rusia y siento que intentaba aprovecharse de las fisuras que podrían haber aparecido en la OTAN como resultado del ambiente posAfganistán”, reveló ante el Comité de Servicios Armados del Senado de EU.
¿Un ataque nuclear? En 2020, en pleno inicio de la pandemia, el dictador ruso signó un nuevo decreto de Principios Básicos de la Política Estatal de la Federación de Rusia en el Ámbito de la Disuasión Nuclear que permite el uso “táctico” de la fuerza atómica.
Putin y sus asesores, en sus futuribles acerca del curso de la invasión, su temporalidad y el número de bajas en sus tropas como daño colateral, tendrán marcado en su agenda un tiempo. Si rebasado este no toman el control de Ucrania, ni avanzan en una agenda de negociación, más aumenta la posibilidad de un final violento en Ucrania para rendir al país e imponer definitivamente sus condiciones. En Europa los expertos militares consideran que el Kremlin tendría la opción nuclear bajo la manga.
“Durante décadas no se ha dado la amenaza de un ataque nuclear como la que tenemos ahora, porque los propagandistas rusos discuten abiertamente la posibilidad de usar armas nucleares contra aquellos que no quieren someterse a los mandos rusos”, afirmó Zelenski en un discurso telemático ante el Parlamento de Australia.
RECUADROS
Putin pide reservistas
Desde el Kremlin Putin y sus consejeros envían un mensaje pero hacen totalmente lo contrario: dicen que van a desescalar y concentrar operaciones solo en el este, en la región del Donbás; sin embargo las imágenes de satélite los desmienten.
Jens Stoltenberg, cabeza de la OTAN, cree que Moscú “no negocia de buena fe” y los últimos movimientos evidencian que las tropas rusas estarían reposicionándose y reabasteciéndose con misiles de alta precisión Kalibr. También estarían desplazando sus tropas en Georgia a los territorios ocupados desde 2008.
Lo único que sí han hecho, y esto confirmado por el Pentágono, es dejar Chernóbil, la ciudad del reactor accidentado metido en un enorme sarcófago para contener la fuga radiactiva.
El jueves 31 de marzo Putin firmó un decreto para reclutar a 134 mil 500 hombres (desde el 1 de abril hasta el 15 de julio) a partir de los 18 años. Serguéi Shoigú, ministro de Defensa de Rusia, dice que ninguno sería enviado a Ucrania pero quién toma las decisiones es Putin.
Tanto mandos militares estadunidenses como británicos consideran que Putin está frustrado por las numerosas bajas en las filas de su ejército, estimadas de 13 mil a 17 mil soldados, más la destrucción de buques de guerra, carros de combate y otro material militar costosísimo. Dichas fuentes consideran que los militares no estarían informando adecuadamente de los avances reales de la invasión a Ucrania y, por ende, habría un ambiente de tensión en el Kremlin.
Esa frustración podría verse volcada en la intensidad de los bombardeos y el tipo de armamento utilizado, desde bombas de racimo hasta cohetes termobáricos y la detonación de mil 200 misiles balísticos y de crucero.
Justo en la semana de la reunión extraordinaria de la OTAN en Bruselas, el Kremlin informó el despliegue (en dos ocasiones) del misil más rápido del mundo: el hipersónico Kinjal (“Daga”) catalogado como imperceptible ante los radares porque viaja cinco veces más rápido que la velocidad del sonido y puede cargarse con ojivas tanto convencionales como nucleares. Estados Unidos lleva tiempo realizando pruebas con tecnología hipersónica para conseguir sus propios misiles de ese tipo, que ya tendrían tanto China como Rusia.
Más periodistas muertos en Ucrania
De acuerdo con la Fiscalía General de Ucrania hasta el 27 de marzo un total de doce periodistas fallecieron durante sus labores de cobertura de la invasión rusa; hay otros diez hospitalizados, la mayor parte pertenece a otros países enviados como corresponsales por diversos medios de comunicación.
No se han respetado ni los derechos humanos de la población civil, ni tampoco a los hospitales, las ambulancias y los médicos; ni mucho menos a los periodistas, convertidos en objetivos prioritarios por parte del Kremlin para evitar que se difunda lo que acontece.
Los controles en las carreteras fungen como trampas: desde allí se abre fuego contra civiles que van en sus vehículos y contra los informadores a pesar de llevar visiblemente señalizado que son Prensa.
Desde Kiev se ordenó distribuir cascos y chalecos de protección oficial para los comunicadores y corresponsales de más de 50 países, quienes a pesar del asedio siguen informando al mundo.