BEIRUT, mayo 19.- Dos casos llevaron a la nutricionista Rana Soboh al límite. Primero, una mujer fue llevada a una sala de urgencias en Gaza después de desmayarse mientras amamantaba a su recién nacido. Le dijo a Soboh que no había comido en días.
Al día siguiente, en otro centro médico, Soboh encontró a un niño de un año gravemente desnutrido que pesaba cinco kilogramos (11 libras), menos de la mitad de lo normal. No le habían salido dientes. Estaba demasiado débil para llorar. La madre también estaba desnutrida, “un esqueleto cubierto de piel”.
Cuando la madre pidió comida, Soboh comenzó a llorar sin control.
Un sentimiento de impotencia la ha abrumado. Soboh expresó que a veces da un poco de dinero o algo de su propia comida. Pero ahora ella también tiene problemas.
“Este es el peor sentimiento, querer ayudar, pero saber que no puedes. Deseé que la tierra se abriera y me tragara”, dijo. “¿Qué más escenas crueles necesita ver el mundo?”.
Después de meses de intentar dar la alarma, los trabajadores humanitarios están abrumados por la ira, la frustración y el horror por el bloqueo de casi tres meses de Israel. La Associated Press habló con más de una docena de trabajadores de ayuda, algunos con años de experiencia en emergencias alrededor del mundo y palestinos que han trabajado en esta y otras guerras.
Dicen que lo que está sucediendo en Gaza es una catástrofe, entre las peores que han visto. Es más doloroso, dicen, porque está provocado por el hombre, causado por Israel al cortar la entrada de todo suministro de alimentos, combustible, medicinas y otros suministros al territorio hace casi 11 semanas.
La máxima autoridad mundial en crisis alimentarias advirtió la semana pasada sobre la hambruna a menos que termine el bloqueo. Casi toda la población de alrededor de 2,3 millones de personas está gravemente desnutrida, y uno de cada cinco palestinos está al borde de la inanición, dijo.