Jan Yunis, Franja de Gaza, 6 de septiembre. El cuerpo sin vida de Ro’a Mashi, de dos años y medio, yacía sobre la mesa del Hospital Nasser de Gaza, con sus esqueléticos brazos y caja torácica, y los ojos hundidos en su cráneo. Los médicos dicen que no tenía padecimientos preexistentes y se fue debilitando durante meses mientras su familia luchaba por encontrar comida y tratamiento.
Su familia mostró a la agencia de prensa The Associated Press una foto del cuerpo de Ro’a en el hospital, la cual fue confirmada por el médico que recibió sus restos. Varios días después de su muerte, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu dijo el domingo a los medios locales: “No hay hambre. No hubo hambre. Hubo escasez, y ciertamente no hubo una política de hambre”.
Ante la indignación internacional, el político israelí respondió diciendo que los informes de hambre son “mentiras” promovidas por Hamás.
Sin embargo, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, advirtió esta semana que el hambre y la desnutrición en Gaza están en los niveles más altos desde el inicio de la guerra.
La ONU dice que casi doce mil niños menores de cinco años fueron encontrados con desnutrición aguda en julio, incluidos más de dos mil 500 con desnutrición severa, el nivel más peligroso. La Organización Mundial de la Salud dice que es probable que las cifras sean aún mayores.
En las últimas dos semanas, Israel ha permitido la entrada a Gaza de alrededor del triple de la cantidad de alimentos que habían ingresado desde finales de mayo. Esto se produjo tras dos meses y medio en los que Israel prohibió la entrada de todos los alimentos, medicinas y otros suministros, afirmando que el objetivo era presionar a Hamás para que liberara a los rehenes capturados durante su ataque de 2023 que inició la guerra. La nueva afluencia ha puesto más alimentos al alcance de una parte de la población y ha reducido algunos precios en los mercados, aunque sigue siendo mucho más caro que los niveles previos a la guerra e inasequible para muchos.
Si bien un mejor acceso a los alimentos podría favorecer a gran parte de la población de Gaza, “no ayudará a los niños que están gravemente desnutridos”, señaló Alex DeWaal, director ejecutivo de la Fundación Mundial para la Paz de la Universidad de Tufts, quien ha trabajado en temas de hambruna y humanitarios durante más de 40 años.
Cuando una persona está gravemente desnutrida, los micronutrientes vitales se agotan y las funciones corporales se deterioran. El solo hecho de alimentar a la persona puede causar un daño conocido como “síndrome de realimentación”, que puede provocar convulsiones, coma o muerte. En lugar de ello, es necesario reponer primero los micronutrientes con suplementos y leche terapéutica en un hospital.
“Hablamos de miles de niños que necesitan estar en el hospital si se quiere que tengan una oportunidad de sobrevivir”, indicó DeWaal. “Si este enfoque de aumentar el suministro de alimentos se hubiera llevado a cabo hace dos meses, probablemente muchos de esos niños no habrían llegado a esta situación”.
Toda mejora también está amenazada por una nueva ofensiva israelí que, según Netanyahu, capturará la Ciudad de Gaza y los campamentos de tiendas donde se encuentra la mayor parte de la población del territorio. Eso provocará una nueva ola masiva de desplazamiento y tendrá un impacto en la entrega de alimentos, advierten funcionarios de la ONU y de organizaciones de ayuda.