DAVOS ALERTA SOBRE LA DOBLE CARA DE LA IA

“Una reunión anual marcada por los actuales conflictos bélicos”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
IA DAVOS

En cuestión de segundos, un video que mostraba al presidente de Colombia dando un discurso borracho en el Foro Económico Mundial de Davos (WEF, por sus siglas en inglés) se convirtió en viral e incluso circuló otro mucho más atrevido: el empresario iraní Damon Imani se encargó de difundir un video insultando a Klaus Schwab, presidente del foro, y a toda la audiencia presente en Davos. Las miles de reproducciones dieron la vuelta al mundo.

Lo que parecía verdad, en realidad son dos fakes creados a partir de la Inteligencia Artificial (IA) que Imani, en su cuenta de X, se ufanó de decir que era solo una sátira. Pero ambos parecen tan reales, que es imposible de primera instancia dudar de su veracidad.

Precisamente, dentro de las discusiones de esta edición del WEF una muy especial estuvo dedicada al impacto de la IA en la sociedad y en los sistemas democráticos. Tiene una doble cara, una buena y otra mala, que al servicio de las manos equivocadas puede provocar mucho daño, según advirtió Pablo Hernández de Cos, titular del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.

En su opinión la estabilidad financiera es solo una dimensión y hay muchas otras consecuencias potencialmente más importantes relacionadas con la IA. Cuestiones que si no se gestionan adecuadamente podrían cambiar el curso de la historia y no necesariamente para bien. “Si no somos capaces de dar una respuesta global coordinada, la probabilidad de obtener la solución adecuada a estos desafíos se reducirá”.

Al acostumbrado encuentro anual en las montañas suizas que marca de alguna forma la agenda del resto del año en materia de economía y finanzas, asistieron tanto presidentes como primeros ministros, otros funcionarios gubernamentales, representantes de organismos y asociaciones privadas, así como empresarios.

En cada edición ganan más peso los dueños de empresas tecnológicas, quienes acuden a discutir los cambios que se están viviendo aceleradamente en aspectos tales como la IA y su grado de alcance en el empleo; en el avance industrial; en la seguridad o en aspectos que este año han querido discutir como gobernanza, impacto en la (des)información y en la salud de las democracias.

Las grandes tecnológicas han ganado tal peso específico, que en Davos el protagonismo no se lo han llevado Macron, Zelenski o Biden, sino Sam Altman, el reincorporado jefe de OpenAI; Arvind Krishna, de IBM; Satya Nadella, de Microsoft, y su fundador, Bill Gates.

Se han abordado temas como la gobernanza de la IA y si esta debería estar al servicio del público en general o bien mantenerse restringida en un grupo de empresas que al mismo tiempo puedan estar bajo una supervisión especial y con una regulación, no solo local sino internacional. Pero los líderes mundiales no logran ponerse todavía de acuerdo al respecto.

“Es necesario que haya un enfoque más coordinado; no hay un camino claro en términos de cómo se regulará esta tecnología a nivel mundial debido a las implicaciones geopolíticas involucradas”, dijo Cathy Li, quien dirige la programación de IA en el WEF.

Justo este año habrá 76 elecciones, algunas en países como Estados Unidos. Hay inquietud en torno de qué harán las grandes tecnológicas para evitar los deepfakes y la propagación de videos falsos con información errónea creados desde Apps con IA.

Nadella intentó quitar hierro al asunto señalando en Davos que ya se había aprendido “de los errores del pasado”, al tiempo que remarcó que las elecciones norteamericanas no tienen por qué llevarse a cabo bajo la sombra de la duda, pensando que hay maniobras desde la IA o a través del ChatGPT.

“No es que esta sea la primera elección en que la desinformación y la interferencia electoral vayan a ser un verdadero desafío que todos tengamos que abordar. Habrá que estar más vigilantes, eso sí”, señaló Nadella.

El quebradero de cabeza en Davos es que los gobernantes han pedido más responsabilidad a los dueños de las grandes empresas tecnológicas para evitar que la IA generativa se use para crear videos con imágenes falsas, con discursos falsos y en circunstancias que no existen, pero que son tan reales que la gente los da por hecho y los comparte. La guerra de la desinformación es muy dañina porque siembra incertidumbre y mina la credibilidad.

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Al respecto, Gates aceptó que con la IA generativa “los malos serán más productivos” y reconoció que es todo un desafío parar este problema.

Aunque Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce Inc, puntualizó que no solo la IA sino fundamentalmente las redes sociales representan “un riesgo mayor” para los procesos democráticos.

Lo que sí adelantaron los dueños de las grandes tecnológicas es que a petición del gobierno estadunidense trabajan en una herramienta que pueda identificar el llamado contenido generado por IA y que al ser detectado quede marcado para que la gente lo sepa. La idea es tenerlo antes de las elecciones de noviembre en EU.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también mostró en Davos su consternación al respecto: “Si bien los gobiernos tienen muchas de las palancas para hacer frente a los grandes desafíos de nuestro tiempo, las empresas tienen la innovación, la tecnología y el talento para ofrecer las soluciones que necesitamos para luchar contra amenazas como el cambio climático o la desinformación a escala industrial”.

Durante su intervención, Von der Leyen reiteró que el mundo se encuentra en una era de conflicto y de confrontación, de fragmentación y de miedo. “Por primera vez en generaciones, el mundo no se encuentra en un solo punto de inflexión. Se encuentra en múltiples puntos de inflexión, con riesgos que se superponen y se agravan entre sí. Y no cabe duda de que nos enfrentamos al mayor riesgo para el orden mundial en la era de la posguerra”.

Desaceleración

En las perspectivas del WEF más de la mitad de los economistas de las principales firmas de análisis en el mundo coinciden en señalar que la economía mundial se debilitará este año.

Al menos siete de cada diez de los economistas esperan que el ritmo de fragmentación geoeconómica se acelere en 2024; solo un grupo marginalmente más pequeño prevé una estabilización o mejora de las perspectivas económicas.

El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un ligero descenso del crecimiento mundial hasta 2.9% en 2024, frente a 3% de 2023. Sin embargo, gran parte de este crecimiento se debe a la actividad de los mercados emergentes, mientras que el crecimiento en las economías avanzadas sigue siendo tibio.

Las expectativas de inflación se han reducido y los economistas también esperan que los mercados laborales y las condiciones financieras se relajen a lo largo de 2024. Sin embargo, todos coinciden en que se avivará la volatilidad en la economía mundial y los mercados bursátiles al menos durante los próximos tres años y habrá una mayor divergencia entre el norte y el sur global mientras terminan de conformarse diversos bloques geoeconómicos.

Desde la perspectiva del FMI la pérdida potencial de la producción económica mundial debido al aumento de las restricciones comerciales podría alcanzar hasta 7% y es probable que las economías de bajo ingreso asuman un costo significativamente mayor (que podría alcanzar 4% del PIB), en comparación con las economías avanzadas.

Ya existe una brecha en los patrones de crecimiento entre las regiones. Se espera que la actividad en Asia meridional y oriental siga siendo boyante. El caso atípico sigue siendo China, con predicciones de crecimiento que pasaron de fuerte y moderado a muy moderado a lo largo de 2024.

De hecho, en el mismo WEF participó Li Qiang, primer ministro chino, quien dio a conocer que la economía china habría registrado una expansión de su PIB de 5.2% el año pasado.

“Ha sido un crecimiento superior al que esperábamos en un principio, fijado en 5%. Nuestra economía no tuvo que recurrir a estímulos masivos para promover el desarrollo económico. Tenemos un mercado interno robusto. Además, nuestra industria manufacturera genera un alto valor agregado que es equivalente a 30% del total mundial”, destacó Li ante el público congregado en Davos.

Sin embargo, la desaceleración de la economía china es evidente: crece a la mitad de sus niveles de hace una década. También Europa sigue atrapada en una espiral de recesiones y crecimientos marginales que no hace más que agravarse con cada conflicto geopolítico y geoeconómico.

Los economistas en jefe que participaron en la encuesta de Davos creen que el mundo necesita un nuevo modelo de desarrollo que equilibre los motores del crecimiento y la productividad con la complejidad de la innovación, la inclusión, la sostenibilidad y la resiliencia.

Guerras

Ya no es únicamente ir a las montañas suizas para discutir sobre el crecimiento mundial, las amenazas contra la democracia, la defensa de los valores liberales o el impacto del cambio climático: Davos ha vivido una reunión anual bastante marcada por los actuales conflictos bélicos, fundamentalmente el de Ucrania, que cumplirá dos años resistiendo la invasión rusa, y el de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza, que ya ha desatado combates contra las milicias de Hezbolá en Líbano, ataques de los hutíes contra barcos mercantes en el Mar Rojo y un intercambio de bombardeos entre Irán y Pakistán.

Para Antony Blinken, secretario norteamericano de Estado, lo más crucial en estos momentos pasa por evitar una escalada que lleve a una guerra regional en Oriente Medio, para lo que instó a Israel a lograr una “seguridad genuina” reconociendo la creación de un Estado palestino.

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Blinken recordó a Israel que tiene la oportunidad de limar asperezas con países como Arabia Saudita y terminar siendo reconocido por otras naciones árabes, lo que implicaría dejar solo y aislado a Irán en la región. “Pero para ello debe permitir la existencia del Estado palestino”.

Sus comentarios se produjeron mientras el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amirabdollahian, se encontraba en los pasillos del mismo foro mundial y en momentos en que su país había bombardeado a Irak, Siria y Pakistán bajo la justificación de destruir a milicias terroristas vinculadas a diversos ataques en su territorio y espías israelíes. Dichos bombardeos dejaron cuatro muertos en Irak y dos muertos (niños) en Pakistán, en un ataque sobre la región de Baluchistán.

En una reunión con medios de comunicación Amirabdollahian advirtió que si Israel no ponía fin al “genocidio que estamos viendo en Gaza y en Cisjordania” lo único que habrá es una guerra en curso, porque terminará extendiéndose.

Respecto de los ataques perpetrados por su país contra Irak, Siria y Pakistán, el jefe de la diplomacia iraní señaló que respetan la integridad territorial de los países, pero no van a permitir que la seguridad de Irán se vea comprometida o se juegue con ella.

A no mucha distancia del diplomático iraní, en otra sala, el presidente de Israel, Isaac Herzog, aguardaba su participación mientras el titular de la ONU, António Guterres, abandonaba el salón tras su intervención.

Guterres, quien últimamente viene perdiendo todas sus batallas, no solo contra el clima sino también en materia de derechos humanos y en los intentos por frenar las guerras, dijo a los presentes que una confrontación en toda regla entre Israel y Líbano sería “un desastre total”.

El secretario general de la ONU volvió a pedir a Israel un alto el fuego humanitario en Gaza. La ciudad está sitiada desde el pasado 7 de octubre sin agua, sin luz, sin gas, sin víveres, sin medicamentos. Hay gente muriendo por los intensos bombardeos, así como por inanición o por falta de medicamentos y anestesia.

“Lo que estamos viendo en el Mar Rojo demuestra que es muy importante abordar la situación humanitaria en Gaza, tener un alto el fuego humanitario. Y reitero que debe reconocerse ya el Estado palestino, hacerlo a través de la solución de dos Estados y pacificar rápidamente la zona”, reiteró Guterres.

Dos visiones equidistantes

El presidente de España, Pedro Sánchez, y su homólogo argentino, Javier Milei, han sido tomados como ejemplos de la polarización que marca el debate mundial acerca de los grandes temas y de la agenda internacional. Uno es la antítesis del otro.

Los medios de comunicación se han hecho eco de las dos visiones equidistantes compartidas, una de otra y con diferencia de 15 minutos cada una, durante el pasado Foro Económico Mundial.

El primero en hablar fue el ultaderechista liberal, el economista Milei, recién nombrado presidente de Argentina; era su primera vez en Davos y aprovechó el espacio para reiterar todo su apoyo a la maquinaria empresarial del mundo mientras advirtió de los riesgos del socialismo.

Milei afirmó que Occidente está en peligro porque aquellos que supuestamente tienen que defender los valores occidentales se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y a la pobreza. “La justicia social es una idea injusta porque es violenta. Porque el Estado se financia a través de impuestos, que se cobran de manera coactiva”.

El mandatario argentino dijo que el capitalista, el empresario exitoso, es un benefactor social que lejos de apropiarse de la riqueza ajena contribuye al bienestar general. “En definitiva, un empresario exitoso es un héroe”.

La audiencia estaba estupefacta porque nunca un jefe de Estado había hablado en esos términos, ya que en el famoso centro alpino suizo exponen todas las ideologías, aunque su trasfondo es liberal: “El socialismo es un fenómeno empobrecedor que fracasó en todos los países que se probó. Fracasó en lo económico, social, cultural y además asesinó a más de 100 millones de seres humanos”.

Después vendría la intervención del presidente de España, Pedro Sánchez, con un discurso contra los postulados neoliberales: “No nos traguemos los viejos postulados neoliberales que presentan al Estado como un ente puramente extractivo que no genera valor. O que afirman que la única responsabilidad de las empresas es aumentar los beneficios de sus accionistas”.

Se ha demostrado, prosiguió Sánchez, por la ciencia y la experiencia, que estas ideas son erróneas; e insistió en que las políticas neoliberales no funcionan, ni tampoco la opción de reducir el tamaño del sector público.