Black River, Jamaica, 31 de octubre de 2025. — La icónica carretera que une Kingston con la costa sur de Jamaica, famosa por su túnel natural de bambú, se convirtió en un símbolo del desastre tras el paso del huracán Melissa. Los majestuosos tallos que alguna vez ofrecían sombra y belleza yacían destrozados este jueves, bloqueando el acceso hacia Black River, el epicentro de la tormenta que golpeó la isla con una violencia sin precedentes.
Melissa tocó tierra el martes como un huracán de categoría 5, con vientos de hasta 295 km/h, dejando tras de sí una estela de destrucción. En Black River, hasta el 90% de las estructuras perdieron sus techos y muchas fueron reducidas a escombros. El gobierno confirmó que más del 60% del país continúa sin electricidad y casi la mitad de los sistemas de agua potable están fuera de servicio.
“La gente tiene hambre”, lamentó Monique Powell, residente de Greenfield, mientras protegía un paquete de alimentos donados. En las calles inundadas y cubiertas de lodo, cientos de personas se apresuraban a recibir ayuda humanitaria. Helicópteros del ejército lanzaban víveres sobre comunidades aisladas, mientras las cuadrillas despejaban caminos entre montones de bambú y postes caídos.
“No han sido olvidados”, aseguró el ministro de Energía y Transporte, Daryl Vaz, en un intento por calmar la angustia de los sobrevivientes.
Las escenas en Black River eran de desolación: autos destrozados, fachadas derrumbadas y una mezcla fétida de barro y agua salada cubriendo las calles. Algunos comercios abrían sus puertas para regalar productos dañados por la tormenta, en un gesto de solidaridad ante la emergencia.
“Todo se ha ido”, expresó entre lágrimas Michelle Barnes, mientras recibía alimentos junto a su hija de 13 años.
Black River, una de las ciudades más antiguas de Jamaica y la primera en tener electricidad, enfrenta ahora uno de los capítulos más oscuros de su historia. Su puerto histórico, que alguna vez fue centro del comercio marítimo, quedó reducido a ruinas. Para algunos, sin embargo, la tragedia podría representar una oportunidad de reconstrucción y renacimiento.
Pero la esperanza convive con el dolor. En St. Elizabeth, jurisdicción donde se encuentra Black River, la policía confirmó varias de las 19 muertes registradas en Jamaica. En Haití, el impacto fue aún mayor: al menos 31 fallecidos y más de 15.000 personas en refugios, según la Agencia de Protección Civil.
En Cuba, donde las autoridades evacuaron preventivamente a más de 735.000 personas, no se reportaron muertes, aunque sí severos daños a las plantaciones y a la infraestructura eléctrica.
Para los jamaicanos del suroeste, el golpe de Melissa llega menos de un año después del paso del huracán Beryl, que ya había castigado la región. “*Mi techo se ha ido e incluso las ventanas*”, dijo Sadique Blair, intentando refugiarse del sol implacable.
Entre el barro, los escombros y el olor a sal, los habitantes de Black River buscan ahora lo más esencial: comida, agua y esperanza.

