MILEI RECIBE UNA ARGENTINA CON HONDOS PROBLEMAS

“Creo que una gran mayoría de sus votantes no lo votan por sus supuestas ideas de ultraderecha, sino como expresión de ese hartazgo, de esa rabia, de ver cómo el país se iba al cuerno durante décadas”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
ARGENTINA MILEI

En opinión del Premio Internacional de Periodismo Rey de España “los jóvenes han votado con rabia contra ‘la casta’, deseosos de romper todo, de cambiarlo todo”.

Han venido para trabajar. Aquí en Madrid su presencia no pasa desapercibida, sobre todo por el acento que todos los días se deja sentir detrás de la barra de algún restaurante: la llegada de muchos jóvenes argentinos con doble nacionalidad va en incremento en los últimos seis meses.

El triunfo electoral y el arribo al poder de Javier Milei, con su ideario ultraneoliberal en una Argentina con múltiples problemas económicos y sociales, son suficientes para sacar del país austral a cientos de personas desesperadas (sobre todo jóvenes) por encontrar un mejor nivel de vida; al menos más estable.

Milei está recibiendo una economía quebrada, con una moneda quebrada, y si no actúa rápido esos 14 millones 476 mil 462 votos que recibió pueden convertirse en frustración y descontento en las calles.

Por lo pronto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho que estará muy vigilante de la economía argentina luego de que en agosto pasado le prestó siete mil 500 millones de dólares.

Argentina tiene varios hondos problemas: 1) Inflación de tres dígitos; 2) devaluación constante del peso, que solo en agosto perdió en un día 18% para ubicarse en 350 por dólar; 3) se trata de uno de los países más endeudados del mundo, sobre todo con el FMI; 4) padece una sequía fuerte en el sector agrícola; 5) es víctima de recesiones continuadas; 6) tiene un banco central ineficaz; 7) hay un sistema político roto; y, 8) el país ha incumplido su deuda soberana internacional nueve veces por más de 132 mil millones de dólares.

Economía con cáncer

De las primeras decisiones económicas que Milei anunció desde que tomó posesión el 10 de diciembre, la más impopular ha sido la devaluación en más de 50% de la moneda y establecer el tipo de cambio oficial en 800 pesos por dólar, frente a 391 pesos por dólar de principios del mes.

A este profesor de macroeconomía, admirador de Milton Friedman, le queda aplicar las viejas fórmulas ortodoxas para tratar de reanimar a una economía con cáncer: recortar gastos, eliminar subsidios, adelgazar al Estado, reducir la estructura gubernamental y la administración pública, devaluar, vender las empresas estatales, acelerar las privatizaciones… Milei quiere hasta dolarizar para bajar la hiperinflación e incluso recurrir al uso del Bitcoin.

Todas son medidas impopulares con consecuencias socioeconómicas en un país donde la mitad de la población enfrenta diversos grados de pobreza y ha sobrevivido en los últimos años gracias a los subsidios aplicados por los gobiernos kirchneristas y peronistas. Milei ya anunció que retirará los subsidios al transporte y a la energía.

Pero, ¿cómo se ve la Argentina de Milei desde la óptica de un argentino que se encuentra en España? El periodista Martín Caparrós considera muy complejo todo lo que está pasando.

“Tiene muchas aristas y tengo cada vez más la sensación de que esto es un menemismo. Las medidas aparentemente son muy similares a las aplicadas entonces por Carlos Menem… Milei se pasó toda la campaña hablando de la dolarización, pero ahora parece que no se puede hacer más o menos pronto; se pasó toda la campaña diciendo que iba a cerrar, cuando no a quemar, el banco central, y ahora ha quedado olvidado por ahí”, señala el también escritor.

Viejas fórmulas

El sistema de convertibilidad cambiaria, en el que el peso argentino se equiparó al valor del dólar para facilitar la dolarización de la economía argentina, ya se llevó a cabo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en tiempos en que Domingo Cavallo fue el artífice al frente de Economía.

Fue una época en la que el economista alemán Rudiger Dornbusch asesoró a varios gobiernos latinoamericanos a favor de reducir el Estado, abrir la economía y dar paso a las privatizaciones, no solo para recibir capital nacional sino fundamentalmente extranjero.

A principios de 1991, mientras Argentina sufría una hiperinflación, Cavallo estableció en el mercado cambiario una banda de flotación para el dólar previo a declarar unos meses después la convertibilidad respecto del billete verde.

Mediante un decreto se declaró la convertibilidad del austral con la moneda de Estados Unidos a una relación de diez mil australes por dólar. Conocida como caja de conversión o Plan Cavallo, la idea fundamental era controlar los precios, bajar la inflación, detener la fuga de capitales y restaurar la confianza de los agentes económicos.

Pero Menem se quedó con el peronismo gobernando hasta que el sistema que había creado empezó a desmoronarse a partir de 1999 y en 2001 colapsó el plan de convertibilidad y se inició una nueva crisis económica y política.

La idea de Milei de volver a la dolarización podría ser el principio del futuro nuevo Corralito para Argentina.

Desesperanza

—¿Este será el principio de otro colapso para su país?

—Es muy difícil saber al día de hoy qué pasará, porque en los últimos 20 días, digamos desde el final de la campaña y después de la victoria, Milei ha cambiado muchas veces su discurso e incluso ha ido abandonando a toda la vieja guardia de su partido, con los que había venido construyendo su movimiento, y ha empezado a sustituirlos por personajes de aquello que no dejó de llamar “la casta”.

Es probable, añade Caparrós, que los cambios prometidos por Milei demoren varios meses en notarse y no descarta que incluso empeore la situación para mucha gente. “Su hándicap puede ser que haya creado demasiadas expectativas y cuando la gente vea que ha pasado medio año y sigue la situación, e inclusive empeora, el descontento ciudadano pueda reflejarse en otro tipo de manifestaciones”, subraya.

En opinión del Premio Internacional de Periodismo Rey de España hay propuestas del nuevo gobierno que son absurdas, como la reducción de la obra pública que, de hacerla realidad, dejaría en la calle a 500 mil trabajadores.

—Con todo lo inquietante de la campaña de Milei, aun así lo votaron mayoritariamente...

—El impulso de Milei fueron los jóvenes, muy desesperanzados ante una sociedad que no estaba ofreciendo nada prometedor, más bien todo lo contrario. Los jóvenes han votado con rabia contra “la casta”, deseosos de romper todo, de cambiarlo todo.

Sin embargo, pueden decepcionarse rápidamente: “No sé qué pasará dentro de seis meses, cuando la gente vea que está gobernando con esa casta de macristas y menemistas. No hay nada realmente distinto en él”.

—Sabíamos que después de la pandemia, la dialéctica llevaría a los polos políticos. ¿Cree que sea una tendencia que más gobiernos se muevan hacia la ultraderecha o la ultraizquierda?

—De ultraizquierda no veo tantos. Los que sí han crecido mucho son los de ultraderecha, aunque yo haría una salvedad en el caso de Milei: creo que una gran mayoría de sus votantes no lo votan por sus supuestas ideas de ultraderecha, sino como expresión de ese hartazgo, de esa rabia, de ver cómo el país se iba al cuerno durante décadas.

Perfil político

Caparrós reflexiona al respecto y remarca que no se votó ideológicamente: “En Argentina por supuesto que una parte de la población es de derecha, pero es mucho más moderada; y en el voto de Milei también hay mucho antiperonismo. Todo es muy disparatado. Este es un señor que no sabe bien a dónde se metió, aunque lo votaron 14 millones de personas”.

—La irrupción de Trump con su discurso nacionalista y supremacista parece que ha marcado un cierto estilo político. ¿Qué opina?

—Sí, hay un cierto perfil de político a imitar. En Países Bajos ganó el ultraderechista Geert Wilders; su primer rasgo en común sería su pelo alborotado; los pelos se convierten en una seña de identidad; además, es cierto que Trump habilitó de alguna manera la idea del outsider; lo curioso es que en el caso de Milei él es un verdadero outsider.

Caparrós recuerda un poco del pasado reciente del nuevo presidente de Argentina: “Es un exempleado de una empresa que hasta hace muy poco vivía en un pisito muy modesto. Y Trump, si bien se constituyó como un outsider, es un multimillonario que consiguió el respaldo del partido más potente de Estados Unidos. Y en su momento Bolsonaro, en Brasil, tenía y sigue teniendo el respaldo del ejército y de buena parte de los industriales”.

—¿No le parece inquietante el acercamiento de Milei con el judaísmo, dada la polarización en estos momentos a nivel mundial con la guerra de Israel contra los palestinos?

—Sí, es muy extraña la posición de Milei frente al tema judío. Él tiene tendencia a mostrarse cerca, aunque su formación es católica: el Dios que le dijo a su perro que él iba a ser presidente es católico. Lo que sí, él señala, y lo ha repetido todas las veces posibles, que Israel es su gran aliado; de hecho, quiere mover la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén para mostrarse más proisraelí.