Miles de motociclistas bendicen sus cascos en Portugal

Durante la décima Peregrinación de Bendición de Cascos

Bendición de Cascos en el santuario católico de Fátima, Portugal.
Foto: AP
Internacional
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Fátima, Portugal, 22 de septiembre. Las concentraciones de motociclistas tienen fama de ser eventos de consumo de cerveza, rock ‘n’ roll y quizás alguna que otra pelea. Pero en una reunión anual en el norte de Portugal, la bebida más fuerte es un sorbo de vino de comunión y la música se limita estrictamente a himnos acompañados por un órgano de iglesia.

El fin de semana, se calcula que 180 mil miembros de la comunidad de motociclistas de Portugal se reunieron en el santuario de Fátima para la llamada Bendición de los Cascos. La peregrinación al Santuario de Fátima, que ya lleva diez años, tiene como objetivo otorgar a los motociclistas una sensación de protección espiritual de la Virgen María mientras recorren las carreteras abiertas de Portugal.

Los chalecos de cuero crujían mientras los motociclistas caminaban alrededor del santuario dedicado a los tres niños pastores que vieron una aparición de la Virgen. Participaron en una charla sobre seguridad vial y fe y asistieron a misa, algunos con sus cascos levantados para recibir la hostia.

Pero el punto culminante de la concentración fue la bendición, cuando los sacerdotes caminaron entre el mar de peregrinos vestidos de cuero y rociaron agua bendita sobre los cascos sostenidos en alto.

“Hacemos esta peregrinación cada año porque tenemos fe en que ella siempre nos cuida”, afirmó Manuel Santos, de 49 años.

Más de nueve mil 900 motociclistas estuvieron involucrados en accidentes en 2024, según la autoridad nacional de seguridad vial de Portugal. La mayoría fueron incidentes menores, pero también hubo 120 muertes.

“Muchos de estos motociclistas acuden a pedir la protección de Dios a través de Nuestra Señora para sus viajes, pero también vienen a recordar a aquellos que ya se han ido, que ya han muerto, muchos de ellos en accidentes y a aquellos que están heridos, los que necesitan ayuda”, dijo el padre Carlos Cabecinhas, rector del santuario.

La posibilidad de un accidente nunca está lejos de la mente de Marlene Seabra, quien llevaba un pañuelo negro y un chaleco de cuero adornado con insignias de clubes de motociclistas.

“Siempre que monto mi motocicleta, le pido a Nuestra Señora que me proteja”, expresó Seabra.

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