WASHINGTON, mayo 6.- El presidente estadounidense Donald Trump se reunió el martes con el primer ministro canadiense Mark Carney en la Oficina Oval, pero ninguno mostró señales de retroceder en medio de la amarga guerra comercial en curso que ha destrozado décadas de confianza entre los dos países.
Los dos mantuvieron la civilidad, pero en cuanto a los llamados de Trump para hacer de Canadá el 51er estado, Carney insistió en que su nación “no está en venta” y Trump respondió: “el tiempo lo dirá".
Cuando un reportero le preguntó si había algo que Carney pudiera decirle para anular sus aranceles de hasta el 25% sobre Canadá, Trump respondió sin rodeos: “No” y añadió para enfatizar: “Así son las cosas”.
Carney reconoció que ninguna retórica sobre los aranceles sería suficiente para influir en Trump, diciendo que “esta es una discusión más amplia”.
“Hay fuerzas mucho más grandes involucradas”, continuó el líder canadiense. “Y esto tomará tiempo y discusiones. Y por eso estamos aquí, para tener esas discusiones”.
La reunión entre los dos líderes mostró el espectro completo de la mezcla única de agresión, hospitalidad y terquedad de Trump.
Poco antes de la llegada de Carney, Trump insultó a Canadá al publicar en las redes sociales que Estados Unidos no necesita “NADA” de su vecino del norte, solo para luego encantar y elogiar la victoria electoral de Carney en persona antes de mostrar su obstinación en asuntos de política.
Carney ganó el cargo de primer ministro prometiendo confrontar la creciente agresividad mostrada por Trump, incluso mientras ha mantenido la calma de un economista que ha dirigido los bancos centrales de Canadá y el Reino Unido.