PETROPRECIOS: EL RIESGO DE UNA CRISIS

“Los precios del crudo han subido más de 20% desde mediados de junio”.

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Internacional
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El Banco Mundial se ha puesto en plan pesimista: el organismo internacional cree que en el peor de los escenarios para 2024 el precio del petróleo a 150 dólares por barril sería una auténtica pesadilla para todas las economías del mundo porque los efectos adversos terminarían perjudicando, tanto directa como indirectamente, a productores y demandantes.

Si la prolongación del conflicto bélico desatado a raíz de la invasión de las tropas rusas a Ucrania el 24 de febrero del año pasado ya ha causado estragos en el mercado de los energéticos y de otras materias primas como los cereales y granos a raíz de las sanciones impuestas contra Rusia y de las dificultades de Ucrania para cumplir con sus exportaciones, a los trastornos provocados se sumarán los nuevos ocurridos a causa de los atentados terroristas perpetrados por Hamás en varias partes de Israel y que han desatado una declaración de guerra por parte de Tel Aviv.

Desde el 7 de octubre que un comando de terroristas de Hamás salió desde la Franja de Gaza, junto con otros terroristas de la Yihad Palestina y provocaron mil 400 muertos, el gobierno de Israel declaró la guerra advirtiendo que las acciones que llevarían a cabo terminarían cambiando las cosas tal y como estaban sin importarles ningún tipo de repercusiones.

Para los petroprecios solo son un cúmulo de malas noticias: el mercado de los energéticos es siempre un catalizador de la volatilidad internacional y prácticamente todo les afecta. Es de esos commodities de alta sensibilidad no únicamente frente a cambios en la oferta y en la demanda, sino también ante una serie de shocks derivados del propio entorno geoestratégico y geoeconómico.

Un conflicto bélico en Oriente Medio es, sin duda, una mala noticia para los energéticos.

Para el Banco Mundial lo que más inquieta tiene que ver con la duración del conflicto y la escalada que este puede tener en una región que es ya de por sí avispero de problemas desde hace décadas y de vecindades difíciles y llenas de rivalidades.

De acuerdo con el informe sobre las Perspectivas de los Mercados de Productos Básicos elaborado por los expertos de dicho organismo, si bien no se tienen las mismas condiciones que las imperantes en 1970 en Oriente Medio, las perturbaciones actuales podrían empujar a los mercados mundiales de materias primas “hacia aguas desconocidas”.

En las peores circunstancias, si el conflicto Israel versus Hamás termina involucrando a otros actores regionales como Irán cabría la posibilidad de que sucediera “una asfixia” en el suministro de petróleo hasta por ocho millones de barriles diarios.

“Esto llevaría los precios del crudo Brent de referencia de alrededor de 95 dólares a escalar a entre 140 y 157 dólares por barril, más del doble de los precios actuales”, advirtió el Banco Mundial.

Con la invasión de Ucrania se desataron una serie de sanciones contra Rusia que, entre otras cosas, derivaron en un boicot del petróleo y del gas ruso por la Unión Europea (UE) y que llevaron a los europeos a darse un tiro en el pie con las sanciones, dado que pagaron casi el triple por el precio del gas durante el invierno pasado y las gasolinas hasta 30 centavos más caras por litro.

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Panorama desconcertante

Los precios del crudo han subido más de 20% desde mediados de junio. Este aumento se ha producido ante la continua debilidad económica en China, el cliente más importante para los exportadores de petróleo, como los saudíes.

“Un conflicto bélico en Oriente Medio es mala noticia para los energéticos”.

El Brent a 90 dólares el barril o incluso más caro podría causar fricciones adicionales entre Riad y la administración Biden, que no ve con buenos ojos los acercamientos del régimen saudí con Vladimir Putin.

Los recortes significan que los saudíes están dejando una cantidad sustancial de petróleo sin explotar; esto es, casi dos millones de barriles de petróleo diarios que no están produciéndose respecto de su capacidad del año pasado.

¿Cómo está resintiéndose ahora mismo el impacto de la guerra de Israel en los hidrocarburos? El Banco Mundial asevera que los efectos del conflicto en los mercados mundiales de materias primas han sido limitados hasta ahora.

“En general, los precios del petróleo han subido alrededor de 6% desde el inicio del conflicto y los precios de las materias primas agrícolas, la mayoría de los metales y otras materias primas apenas se han movido”, de acuerdo con el organismo.

Pero ese impacto a cortísimo plazo puede modificar las perspectivas de los precios de las materias primas si el conflicto se intensifica y se magnifica en el tiempo.

Aquí tendríamos tres escenarios, según el organismo internacional. En el primero, podría darse un escenario de pequeña interrupción del suministro mundial de petróleo que reduciría la producción entre 500 mil a dos millones de barriles por día, lo que se equipararía a lo ya experimentado en 2011 (cuando estalló la guerra civil de Libia) y, en consecuencia, los petroprecios subirían entre 3 y 13% para ubicarse en un rango de entre 93 a 102 dólares por barril.

En el segundo escenario habría una disrupción media, como la experimentada cuando sucedió la guerra de Irak en 2003 (producto de la invasión de las tropas estadunidenses) y que alteró el mercado energético. En este contexto el suministro mundial de petróleo se reduciría entre tres y cinco millones de barriles diarios. Eso haría que los precios del petróleo subieran entre 21 y 35% inicialmente, para ubicar a los hidrocarburos entre 109 y 121 dólares el barril.

Luego, hay otro tercer peor escenario: el de la gran disrupción comparable al embargo petrolero árabe de 1973. El suministro mundial de petróleo se reduciría entre seis y ocho millones de barriles diarios y llevaría a que los precios del barril del petróleo escalaran a niveles hasta 75% más caros para venderse en el rango de los 140 y los 157 dólares por barril.

¿Podría ser factible? Todo depende de que los principales productores árabes sancionen a Israel y a EU mediante un boicot energético en protesta por la forma en como están desarrollándose los bombardeos a la población civil de Gaza, que han dejado a la ONU sin interlocución porque la propia Casa Blanca avala la respuesta de Israel.

De acuerdo con Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente de Economía de Desarrollo del Banco Mundial, los responsables de la formulación de políticas tendrán que estar atentos a la evolución de los conflictos en Ucrania y en Gaza.

“El último conflicto en Oriente Medio se produce inmediatamente después de la mayor conmoción en los mercados de productos básicos desde la década de 1970: la guerra de Rusia con Ucrania. Esto ha tenido efectos disruptivos en la economía mundial que persisten hasta el día de hoy y podrían complicarse si se intensifica el conflicto de Oriente Medio, lo que produciría un doble shock energético por primera vez en décadas”, advirtió Gill.

A su vez, Ayhan Kose, economista en jefe adjunto del Banco Mundial, recordó que un aumento de los precios del petróleo, si se mantiene constante dicho incremento, terminará elevando los precios de los alimentos.

“Si se materializa un shock severo en los precios del petróleo aumentaría la inflación de los precios de los alimentos, que ya ha sido elevada en muchos países en desarrollo. A finales de 2022 más de 700 millones de personas, casi una décima parte de la población mundial, estaban desnutridas. Una escalada del último conflicto intensificaría la inseguridad alimentaria no solo dentro de la región, sino también en todo el mundo”, acotó Kose.

Por lo pronto lo que hay es una incertidumbre de cara a 2024: “Desde la crisis energética de la década de 1970 los países de todo el mundo han reforzado sus defensas contra tales shocks. Han reducido su dependencia hacia las energías fósiles: la cantidad de petróleo necesaria para generar un dólar del PIB se ha reducido en más de la mitad desde 1970, pero nadie puede aventurar que no habrá quebrantos si las cosas empeoran”.

Sin embargo, no hay que perder la perspectiva, sobre todo cuando se trata de materias primas, en particular el oro, cuyos precios han subido cerca de 8% desde el inicio de los bombardeos israelíes en Gaza. No hay mejor catalizador del horizonte que el oro, porque su cotización mantiene una relación única con las preocupaciones geopolíticas: suben en periodos de conflicto e incertidumbre, lo que a menudo indica una erosión de la confianza de los inversores.

Y en estos momentos va hacia las nubes…

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