NUEVA YORK. Después de tres años, el congelamiento ordenado por las autoridades de Estados Unidos a los pagos de los préstamos estudiantiles de la era de la pandemia terminará a finales de agosto.
Puede parecer tentador seguir adelante sin hacer pagos, pero las consecuencias pueden ser graves, como un impacto en el puntaje de crédito y la exclusión de ayuda y prestaciones sociales futuras.
Más de 40 millones de estadounidenses tendrán que comenzar a pagar sus préstamos estudiantiles federales nuevamente al final del verano bajo los términos de un acuerdo de techo de deuda aprobado por el Congreso.
Millones también esperan saber si la Corte Suprema permitirá que siga adelante el plan de condonación de préstamos estudiantiles del presidente Joe Biden. Pero los pagos se reanudarán independientemente de lo que decidan los jueces.
Eso implica decisiones duras para muchos deudores, especialmente para quienes ya se encuentran en situaciones financieras difíciles.
Los expertos dicen que la morosidad y la bancarrota deberían ser opciones de último recurso, y que a menudo el aplazamiento y la indulgencia —que pausan los pagos, aunque los intereses pueden seguir acumulándose— son mejores a corto plazo.
Una vez que finalice la moratoria, los prestatarios que no puedan o no paguen corren el riesgo de incurrir en mora y, finalmente, incumplir. Eso puede dañar gravemente su calificación crediticia y hacer que no sean elegibles para ayuda adicional y prestaciones sociales del gobierno.
Si tiene dificultades para pagar, los asesores primero lo alientan a verificar si califica para un plan de pago con base en los ingresos, que determina sus pagos tras analizar sus gastos. Puede determinar esto en el sitio web de la Federal Student Aid (Ayuda Federal para Estudiantes). Si ha trabajado para una agencia gubernamental o una organización sin fines de lucro, también podría ser elegible para el Public Service Loan Forgiveness Program (Programa de Condonación de Préstamos por Servicio Público), que condona la deuda estudiantil después de 10 años.
Carolina Rodriguez, directora del Programa de Asistencia al Consumidor de Deudas Educativas de la Sociedad de Servicios Comunitarios de Nueva York, enfatiza que cualquier persona desempleada temporalmente debería poder calificar para un plan de pago de cero dólares. Y muchos otros calificarían con base en sus ingresos y el tamaño de su familia.
“Las repercusiones de caer en la morosidad pueden ser bastante graves”, dijo Rodriguez. “El gobierno federal puede, administrativamente, interceptar los reembolsos de impuestos y los salarios. Y puede afectar las prestaciones del Seguro Social, la jubilación y la discapacidad. ¿Tiene sentido financiero en ese momento? Probablemente no”.
Rodriguez dice que su organización siempre desaconseja el aplazamiento o la indulgencia, excepto cuando el prestatario haya agotado todas las demás opciones. A largo plazo, esas opciones financieras ofrecen pocos beneficios, ya que algunos préstamos seguirán acumulando intereses, aunque sean aplazados.
Abby Shafroth, abogada sénior y directora del Proyecto de Asistencia para Prestatarios de Préstamos Estudiantiles en el Centro Nacional de Derecho del Consumidor (NCLC, por sus siglas en inglés), dijo que, de los dos, el aplazamiento es generalmente la mejor opción.
Esto se debe a que, por lo general, no se acumulan intereses en los Préstamos Directos con Subsidio, los Préstamos Federales Stafford con Subsidio, los Préstamos Federales Perkins, ni en la parte subsidiada de los Préstamos de Consolidación Directos y los Préstamos de Consolidación FFEL. Todos los demás préstamos federales para estudiantes que se aplacen seguirán acumulando intereses.
“La indulgencia te permite posponer los pagos sin que se tome en tu contra, pero se acumulan intereses. Por lo tanto, verás que su saldo aumenta cada mes”.