Bayahibe, República Dominicana, 17 de noviembre de 2025.— En las aguas del sureste dominicano, un proyecto de conservación marina busca revertir la alarmante pérdida de arrecifes de coral mediante técnicas de reproducción asistida. A pesar de los efectos del cambio climático y la degradación ambiental, científicos y buzos locales trabajan para devolverle la vida a estos ecosistemas clave para el Caribe.
Michael del Rosario, buzo y colaborador de la organización Fundemar, se desplaza bajo el agua entre estructuras metálicas que funcionan como viveros submarinos. En ellas crecen pequeños fragmentos de coral, a los que llama con orgullo sus “bebés corales”. Estos organismos no surgieron de manera natural, sino que fueron creados en laboratorio mediante un proceso similar a la fertilización in vitro.
La técnica consiste en recolectar óvulos y espermatozoides durante el desove anual de los corales, unirlos en condiciones controladas y cuidar las larvas hasta que pueden ser llevadas al mar. Aunque solo alrededor del 1% sobrevive al llegar al arrecife, los especialistas señalan que la cifra es mayor a la que se lograría sin intervención humana.
De acuerdo con Fundemar, el panorama es crítico: cerca del 70% de los arrecifes de República Dominicana tiene una cobertura coralina menor al 5%. Esta fragmentación dificulta la reproducción natural y pone en riesgo la supervivencia de múltiples especies. Por ello, la reproducción sexual asistida se ha convertido en una herramienta clave, ya que genera corales genéticamente distintos y más resistentes a enfermedades.
El deterioro de los arrecifes no solo afecta a la biodiversidad marina. Los corales funcionan como barreras naturales contra el oleaje, protegen las costas de huracanes y sostienen actividades económicas como la pesca y el turismo. Pescadores locales aseguran que hoy deben internarse mucho más mar adentro para encontrar especies que antes abundaban cerca de la costa.
Especialistas coinciden en que estos esfuerzos de restauración son fundamentales, pero advierten que no serán suficientes si no se atiende el problema de fondo: el calentamiento global provocado por la quema de combustibles fósiles. El aumento de la temperatura del mar provoca el blanqueamiento de los corales y ha contribuido a la pérdida de alrededor del 50% de los arrecifes del mundo desde 1950.
Aun así, proyectos como el de Bayahibe representan un rayo de esperanza. Para quienes trabajan bajo y fuera del agua, cada coral que logra crecer simboliza la posibilidad de conservar un ecosistema vital para las comunidades costeras y para el planeta.

